Las cien ediciones de Pausa

 

Mayo de 2008. Cortes de ruta, ruralistas enardecidos, confusión en la opinión pública, desabastecimiento, pronósticos sombríos para una democracia todavía joven y para una economía atada a los vaivenes del mercado internacional. En ese contexto –que otra gente más prudente hubiese juzgado, con razones atendibles, como difícil, sino inviable– pusimos en la calle la primera edición de Pausa.

Desde entonces, muchas cosas cambiaron en el periódico y también en el contexto. De lo segundo nos ocupamos a fondo en el resto de esta edición. Está bueno repasar los 99 números anteriores y comprobar que no hablamos en el vacío, que los temas que elegimos tratar –en las tapas, los informes periodísticos, las páginas de cultura y de humor– tuvieron impacto.

La elección de los contenidos del periódico está atada a las preocupaciones cotidianas de nuestros lectores, nuestros vecinos: el trabajo, la educación, la salud, la vivienda. También hablamos de política y economía; indagamos sobre planificación urbana, divulgamos las voces de la cultura local, mostramos aristas desconocidas del deporte. Retomamos el viejo concepto de noticiero para condensar la información valiosa y separarla de la innecesaria.

Fue un planteo arriesgado. Al cabo de cuatro años, logramos ser una referencia de un colectivo amplio y plural, que incluye al cooperativismo, a las organizaciones sociales, estudiantiles, gremiales y
territoriales, los partidos tradicionales y las nuevas expresiones políticas, los colegas más jóvenes (y algunos veteranos) que hicieron del periódico una de sus fuentes.

Arribar a este número redondo nos llama al mismo tiempo a la celebración y a la reflexión sobre nuestro trabajo.

En 2009 Pausa dejó de salir en forma semanal –como ocurrió durante 2008– para convertirse en un periódico quincenal. Eso nos permitió dedicarle más tiempo a la expansión. A partir de 2011, comenzamos a
distribuirlo en Rincón y desde 2012 en Santo Tomé. Contar con un sistema propio de circulación, al que dedicamos tantos recursos como a la propia redacción, contribuyó al crecimiento sostenido de la cantidad de lectores, quienes fueron conformando –en virtud del sistema de suscripciones que pusimos en marcha–
nuestro público; el mismo público que, desde nuestra llegada a las redes sociales, en 2010, no para de multiplicarse.

Apostar a la calidad de los contenidos, respetar al lector, ofrecer novedades en cada número: las premisas son las mismas desde el comienzo. Entre tanto, seguiremos trabajando por la consolidación del periódico
y por su crecimiento: nos faltan más páginas para poder ofrecer un producto más completo y variado, pero para eso necesitamos más recursos. Ese es hoy nuestro desafío más importante.

No será fácil, porque estamos insertos en una cultura que aún no logramos superar: la cultura de la dádiva, del silencio negociado, de la complacencia y la conformidad. Pero vamos a encarar el desafío con la misma
fuerza que nos llevó a poner en marcha un proyecto que hoy es una feliz realidad.

Lo vamos a hacer con la certeza de que no todo está en venta.

Nuestro contrato con ustedes, nuestros lectores, nuestro sentido, es más importante que cualquier negocio de corto plazo. Respetamos eso, aunque nos lleve más tiempo terminar de instalarnos como referencia para todos aquellos sectores a los que aún no pudimos (o no supimos) llegar. Respetamos lo más
importante del oficio: la credibilidad.

Eso no está a la venta.

Publicada en Pausa #100, miércoles 29 de agosto de 2012

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