Luche y vuelve

Se fue el Festival de Jazz, pero su sonido retumba en los oídos de nuestros cronistas.

Por Alejandro David
El Festival de Jazz de Santa Fe siempre vuelve. Es una película clásica que, con el pasar de los años, sigue siendo incuestionable y ascendente, un motor renovador para conquistar oídos entrenados. Y es que la ciudad creció bajo la influencia de la Jazz Ensamble y su universo cultural: la gente entendió la lección. Hay un público cautivo de los sonidos jazzeros del litoral; esta decimosexta edición no defraudó en nombres y noches. El guión técnico de este cortometraje documental en la apertura del Festival podría quedar así.
Noche, Interior, Plano General Corto, Escenario Teatro Municipal 1° de Mayo, refaccionado por patriotas contemporáneos desinteresados. Sala llena, un conocido sugirió ocupar el palco principal ante la segura ausencia de autoridades. El Seba Lopez Organ Trío abrió la velada con repertorio propio, interesante conbinación de soul + jazz instrumental con aires folklóricos en una alineación que superó el número que su nombre indica. Virtuoso ejecutante de la guitarra eléctrica, sabe bailar en cada fraseo. Las intervenciones finales de Fernando Silva y Cristian Bórtoli en un duelo de contrabajos cerró con fervientes aplausos esta primera parte. Un buen comienzo para una noche de fresquito en marzo. Mejor, lo que seguía era el plato caliente.
Noche, Interior, Escenario Teatro Municipal, Plano Medio: Rubén Carughi presenta al maestro del saxo tenor George Garzone, docente en prestigiosas academias musicales de Estados Unidos, tuvo como pupilo entre otros grandes a Michael Brecker, creció y se formó influido por el inigualable John Coltrane, armó un trío en 1972 llamado The Fringe y participó en grabaciones y conciertos de Danilo Pérez, Joe Lovano, Jack DeJohnette, Bob Weir, John Patitucci entre otros. En esta ocasión se presentó acompañado por un quinteto argentino, el reconocido saxo tenor Ricardo Cavalli al frente, Guillermo Romero en piano, Carlos Álvarez en contrabajo y Eloy Michelini en batería.

George Garzone. Foto: Héctor Bruschini

El comienzo con la melodiosa pieza “Beatrice” (Sam Rivers) dejó una melancolía feliz flotando en la audiencia, como el recuerdo del amor que brilló en el pasado y que sigue iluminando el presente, empezando siempre.
Pero duró poco la ensoñación, el arranque de “Transitions” (John Coltrane) cambió los suspiros de la balada por la incontenible necesidad de sacudir pies y cabeza con el mejor hard bop. El saxo al palo de Garzone interpretando al maestro Trane fue un goce de principio a fin, con Eloy Michelini sacudiendo su batería y justificando su bien lograda fama de basexplosivo. Le siguió un tema de su autoría, compartida con Joe Lovano, en un guiño a su ascendencia natal: “Tutti italiano”. El quinteto sonó ajustado y se repartieron los solos amistosamente, como saludándose con las manos entre risitas cómplices.
Cavalli anunció los dos últimos temas, se apagaron completamente las luces del teatro, el silencio se apoderó de la sala, los niños presentes se calmaron y atendieron, las moscas también, sonó el espiritual “Naima” (John Coltrane). Es el momento Garzone, música sonando en vivo en nuestro coliseo, abrazo interior y personal que nos debemos como hombres sensibles y justos. La despedida fue con “Hey open up”, tema también suyo que volvió a la realidad a los presentes con la aceleración de vertiginosos solos, repiques de redoblante y ¡crash! Aplausos de pie, finale presto para un Festival que ya se extraña, como el extraño clima cool de estos días de marzo en una ciudad extremadamente hot.
Noche, Exterior, Plano General Largo frente Teatro Municipal, la cámara se aleja, nos vamos encontrando en algún barcito abierto en la medianoche. Se escucha la voz de Allen Ginsberg recitando un fragmento de Aullido “quienes pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz”.



Los regalos

Por Héctor Bruschini
Por diferentes razones no pude asistir a todas las noches, de todas maneras, además de la excelente tarea realizada año a año por la gente del Jazz Ensamble para llevar adelante con gran esfuerzo la realización de este meritorio Festival, hoy solo voy hablar de lo que ví y de lo que me gustó, porque creo que son los regalos que recibo cada vez que voy.
Tuve la suerte de poder escuchar al super baterista Eloy Michelini, a Karol Bayer junto a Ernesto Jodos, al promisorio grupo Funkman, para mi lo mejor del Festival, con increíbles perfomances de Pablo Somaglia (guitarra), Leandro Valdez (teclados), Pablo Sosa (voz) y Francisco Lo Vuolo como invitado, que redondeó una memorable actuación.

También pude escuchar con mucha sorpresa al grupo Joaju, que realizó de la mano de Remigio Pereyra Pintos (trombonista de renombre internacional) un jazz de increíble factura, muy buen repertorio, excelente arreglos, realmente un placer.

Publicado en Pausa #110, a la venta en los kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.

Dejar respuesta

Por favor, ¡ingresa tu comentario!
Por favor, ingresa tu nombre aquí