Tras la huella del Chacho

Malchiko lleva la historia de Peñaloza a la pantalla nacional.
Por Juan Almará
Canal Encuentro, la TV Pública y Malchiko Contenidos Audiovisuales
coprodujeron una docu-ficción, Rebelión en los llanos. Vida, resistencia y
muerte del Chacho Peñaloza, que rescata los pasajes más importantes de la vida
del caudillo riojano. La serie, estrenada el 12 de abril por la TV Pública y compuesta
por cuatro capítulos, fue dirigida por el santafesino Mauricio Minotti
(responsable de Malchiko). Mauricio es fotógrafo, editor-montajista y actor. En
Buenos Aires trabajó con Pino Solanas como editor y camarógrafo en el
documental Tierra Sublevada y en la serie Historia de los ferrocarriles
argentinos. Como director y guionista, estuvo a cargo del ciclo documental
Historias de Santa Fe, primera producción provincial en emitirse por el Canal
Encuentro del Ministerio de Educación de la Nación. Su empresa
cuenta con tres emprendimientos: Historias de Santa Fe, Escenas de la Historia de un País y
Rebelión en los llanos. Con Minotti hablamos sobre su última creación, los
desafíos de registrar la historia y el presente santafesino en el campo
audiovisual.
Vida y obra de un caudillo
—La miniserie reunió a actores y técnicos de Buenos Aires,
Córdoba, Santa Fe y La Rioja
¿Cómo fue la preparación y qué características tuvo el rodaje?
—La preproducción fue algo nuevo para nosotros, dado que
tuvimos que hacer una serie en un lugar que desconocíamos. Viajé dos o tres
veces a La Rioja
para adentrarme en los escenarios por los que había pasado el Chacho. Elegí
lugares que representen ese paisaje, que estén presentes en la retina de la
gente, de tal manera que al verlos digan: “eso es La Rioja”. Fue un laburo de
scouting muy grande, pero bastante rápido. Y después se organizó mucho desde
Santa Fe. Se armó todo el equipo y se coordinó con gente de Buenos  Aires. Fue un proyecto que empezó siendo muy
chiquito. A medida que íbamos consiguiendo cosas y entusiasmándonos, creció
hasta transformarse en lo que consideramos una superproducción. Si bien
contamos con un presupuesto considerado grande para una serie de Encuentro, no
fue suficiente. Tuvimos mucha colaboración de Canal 7, que nos brindó
vestuario. También usamos armas de otras series como Revolución o El combate de
San Lorenzo. Los retos pasaban por coordinar en una zona de montaña donde no hay
cobertura para celulares, por ejemplo. También tuvimos que vencer la
desconfianza de los habitantes. Contamos con la colaboración de la Secretaría de Cultura
de La Rioja,
pero fue difícil pasar esa resistencia. Es gente de campo, de pueblo, muy
sencilla. No entendían que hacíamos estos locos —comenta entre risas— filmando
ahí. Hasta que se fueron convenciendo. Se engancharon mucho al enterarse que
estábamos haciendo una miniserie sobre el Chacho. Empezaron a participar con
cierto orgullo. Iban al rodaje a las 7 de la mañana y colaboraban un montón. El
riesgo pasó por laburar en una región donde la infraestructura no está
preparada para un trabajo de este tipo. Pero la peleamos y llegamos a buen
término. Quedó un producto que nos gusta a nosotros y al público. 
—¿Desde qué perspectiva se aborda la figura de Peñaloza?
—Peñaloza tenía la particularidad de que, si bien se había
transformado en un caudillo, no era un hombre de dinero como otros líderes
provinciales. Vivía en un poblado humilde, en contacto con los gauchos.
Abordamos la perspectiva del caudillo como protector de los pobres, de la gente
de a pie. Cuando necesitaba ir a pelear, a defender a La Rioja o a su territorio, lo
seguían porque creían en él. También rescatamos sus últimos años, cuando alcanzó
proyección nacional. Empezó a manifestar peso político en la zona y por eso
Mitre y Sarmiento querían eliminarlo. Fue el último bastión federal,
resistiendo ese avance brutal de la “civilización”. A pesar de la derrota,
porque era constantemente vencido dado que su ejército era muy humilde, volvía,
se rearmaba y le ponía el pecho a ese avance.
Filmar la historia
—¿Te fue útil tu experiencia en producciones sobre la
historia argentina?
—Una de las diferencias que encontramos esta vez, y que hace
potente a la miniserie, radicó en desarrollar un personaje en cuatro capítulos.
Eso no me pasó con otras series, donde cada episodio trataba una temática que
empezaba y terminaba ahí. Una de las cosas que uno entiende es que un programa
de TV no es un libro de historia. Tenés que proponer contenidos serios que
estén documentados y poseer rigor histórico. Pero también apuntas a atrapar y
entretener al espectador. Hay que lograr un equilibro. Y eso lo aprendimos con
el tiempo: como nivelar el contenido sin llegar a una tesis doctoral. Estás
haciendo divulgación histórica. Es un puntapié para que alguien vea el programa
y después investigue por su cuenta. No podés contar toda la historia de un
personaje. Haces una selección temporal en la que ponés tu punto de vista, el
lugar desde el que contás. Incorporamos la idea según la cual los textos tienen
que ser amenos al oído para ser llevados por la gente con cierta cadencia. Hay
que atrapar al espectador, mantener el suspenso. Resumiendo, aprendimos a usar
los recursos cinematográficos y televisivos aplicados a la historia.
—¿Qué factores se tienen en cuenta en la recreación
histórica?
 
—Primero se labura con documentación sobre cómo se vivía en
la época o cómo era una casa de ese entonces. Si se trata de un protagonista,
en particular del siglo XX, se recurre a registros fotográficos. Y también al
testimonio de quienes puedan contar cómo era, de qué forma actuaba. Con
Encuentro tenemos mucho asesoramiento. Laburamos con historiadores y
sociólogos. Proponemos: “vamos a filmar esto de tal manera” y ellos nos dicen:
“tengan en cuenta que ese fumaba y escribía con la derecha”, por ejemplo. A
veces no llegamos a poner todo en pantalla. Pero son elementos que sirven para
lograr una recreación lo más fiel posible. Como es muy difícil reconstituir un
personaje con bajo presupuesto, se apela a una síntesis. Si vas a ambientar un
lugar, buscás determinados elementos. Se usan técnicas cinematográficas que
ayudan a resaltar lo que querés destacar. Si tenés que armar una sala de lectura
donde ese tipo estudiaba, regenerás una parte a través de elementos que te
sitúen temporalmente: una radio, pasando por una máquina de escribir o las
biromes que usaba. Vas al detalle. Con más apoyo económico, amplias el plano.
Santa Fe, usina audiovisual
—Rebelión en los llanos es la tercera producción de
Malchiko. ¿Qué balance hacés del crecimiento de la productora en este corto
tiempo?
—El crecimiento fue muy rápido por haber llegado a hacer
esta serie. Incluso Canal 7 la tomó para su pantalla. Para nosotros fue un
espaldarazo muy grande. Esa evolución implicó mucho trabajo de nuestra parte
para lograr un producto de calidad. En Canal Encuentro y la TV Pública hallamos un
lugar donde desarrollar el tópico histórico, que es lo que nos atrapa. Esta es
una etapa en la cual se valora ese tipo de realizaciones y en la que nuestros
gustos encajan perfectamente con lo que están buscando editorialmente esos
medios. No podríamos ser lo que somos sin el apoyo de un Estado que quiere
generar contenidos educativos, contar nuestra propia historia y poner en valor
a ciertos personajes. Tenemos proyectos privados, pero el gran empuje viene a
través de armonizar nuestras pasiones con una política estatal.
—¿Cómo observas a Santa Fe desde el punto de vista de la
generación de recursos humanos para la producción cinematográfica?
—Siempre hago la misma comparación: cuando me fui a estudiar
a Buenos Aires en 1998 era muy difícil encontrar acá alguien que quiera
acompañarte o que esté capacitado para filmar un cortometraje o una película. Y
cuando volví en el 2010 me topé con otro mundo. De hecho pude armar equipos de
rodaje completos con gente muy formada: directores de fotografía, editores,
productores. La refundación del Instituto Superior de Cine y Artes
Audiovisuales fue un gran aporte. Hoy puedo decir que toda la gente que labura
conmigo es de Santa Fe. No necesito recurrir a Buenos Aires ni a Rosario.
Nuestra ciudad es una generadora de recursos humanos para la actividad
audiovisual. En las pantallas de los canales locales se ve un cierto
crecimiento en el lenguaje, la calidad y la estética. Podemos discutir los
contenidos, pero se empiezan a ver joyitas. Y eso significa que hay gente
pensando y queriendo trabajar bien.
Publicada en Pausa #112, miércoles 24 de abril de 2013

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