Cumbia es cultura

Entrevista a Pablo Benzaquén, el director de “Yo, Cumbia”.
Por Juan Almará
La cumbia en nuestra ciudad es un fenómeno social que excede
ampliamente el marco musical. Bajo esa premisa comenzó su trabajo el equipo
realizador del ciclo audiovisual para televisión Yo, cumbia. Durante el 2012, y
a medida que le daban forma concreta a su idea inicial, confirmaron su
hipótesis. En el camino se entrevistaron con Marcos Camino de Los Palmeras y
con Juan Carlos Denis (Los del Bohío), entre otros músicos. También disfrutaron
de los ensayos de La Groupera
y Kaniche, y de recitales al aire libre en el barrio Yapeyú.  Premiados en la categoría Producción de
Contenidos para Televisión, dentro de la Convocatoria Espacio
Santafesino 2010/2011 del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe, ahora
se preparan para la presentación de su producción. Con el fin de conocer más
sobre este recorrido profundo en la cumbia santafesina, hablamos con Pablo
Benzaquén, director del ciclo.
El origen
—¿Cómo surgió el proyecto y de qué manera se organiza
narrativamente?
—Nació a partir de una idea para un programa de TV y de la
curiosidad que despierta el fenómeno en Santa Fe. Se originó por el hecho de
tener una relación un poco superficial con la cumbia, desconociendo sus
componentes internos. Y después estuvo el empuje que representa el Programa
Estímulo, que motiva a mucha gente a estar produciendo y, cuando se realiza el
concurso, tener carpetas armadas para enviar. El programa se estructura con la
historia de Nicolás, un joven que quiere formar una agrupación de cumbia. Él es
la excusa para adentrarnos y contar lo que hay detrás de los shows. Es
ficcional desde la puesta técnica. Hay un cuidado de luces y planos, existe un
trabajo de audio. Pero desde el registro es netamente documental: dejamos que
las cosas sucedieran, logrando una mirada íntima. Buscamos que los
protagonistas se sintieran cómodos y a partir de ahí trabajamos. El formato se
encuadra en la línea de Canal Encuentro, de la tele cultural. Tenemos un
protagonista con el cual es posible sentirse identificado y que es capaz de
contar una historia, convirtiéndose en un nexo para desarrollar otras cosas.
Los Tropicanos
—¿Cómo se gestó el equipo?
—El proyecto nació desde “PAR Audiovisual”, la empresa que
llevo adelante, conjuntamente con Malchiko Cine de Mauricio Minotti. La idea
surgió de nosotros dos, pero Mauricio no pudo continuar por cuestiones
laborales. Y la persona más asociada fue el productor Pablo Ramirez, a través
de su empresa Proaudiostore. Después se convocó a un grupo de gente proveniente
del Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales. Todos muy capacitados,
técnicos muy buenos. Luego se incorporaron profesionales más allegados a mí,
que tienen sus propias productoras. Algunos se sumaron en una primera etapa
vinculada al rodaje y otros estuvieron desde el principio hasta el final.
También hubo gente que entró y salió en diferentes momentos.
Luz, cámara, música
—¿Cómo fue el proceso de rodaje? ¿Mediante qué criterios
seleccionaron a los entrevistados y cómo se acercaron a ellos?
—Primero se realizó una pre-producción paralela al guión,
donde se iba conociendo a los personajes y en base a eso se escribía. Y esos
protagonistas aparecen en base a la edición que tienen los programas, que va de
lo general a lo particular. Cada uno de los cuatro capítulos desarrolla un eje
diferente: social, musical, cultural y económico. Dentro de las condiciones
sociales, hablan los personajes más fuertes porque soportaron contextos más
adversos o porque fueron los primeros que traspasaron barreras de clase cuando
la cumbia se expandió. Para el segundo tópico buscamos músicos, compositores e
ingenieros de sonido. Para retratar el aspecto cultural, nos contactamos con
bailarines y gente que participa en la difusión del género. Y en el último
programa aparecen empresarios y managers. Por otro lado, nuestro productor,
Pablo Ramírez, está vinculado a la cumbia desde hace mucho tiempo: es sonidista
de muchos grupos. Incluso su tío es integrante de Los Cartageneros. Ese vínculo
nos permitió tener una puerta de entrada más accesible. Conocimos gente muy
amable, dada, que va para adelante. No miden consecuencias y no ven obstáculos,
no tienen mediaciones intelectuales. Y de ahí sale la música, que es
movilizadora, esperanzadora, de amor. Son tipos que siempre le pusieron el
pecho a la vida.
Más allá de las melodías
—El tratamiento sobrepasa lo estrictamente musical. ¿Por qué
se decidieron por ese abordaje?
—Surge desde la mirada desprejuiciada del programa,
entendiendo que el conocimiento ayuda a tener una percepción diferente de las
cosas. Es el móvil para entender o sentir la música de forma diferente.
Después, cuando empezamos a hacer la pre-producción y fuimos a las casas de los
entrevistados, nos encontramos con personas muy enriquecedoras, con muchísimas
anécdotas y sentidos del humor sumamente diferentes. Los observamos en
situaciones cotidianas que contrastaban con lo que pasaba en los recitales. En
los shows, los tipos son ídolos y ahí los veías paseando en bicicleta. Todas
esas cosas nos empezaron a llamar la atención. Y esa cultura termina
conformando la música. Encontramos músicos profesionales, personas con
capacidad de análisis sobre la cumbia –desde la idiosincrasia del que la
escucha hasta la identidad que representa en la ciudad–, empresarios que entienden
diversos aspectos del mercado. Esas voces comenzaron a resultar un material
rico. Nosotros preveíamos que era un fenómeno complejo, que nos íbamos a
encontrar con algo que iba a ir más allá del carácter binario de la música. Y
después de recorrer la pre, descubrimos que era así. Había múltiples aristas y
no podíamos cubrir todas. Así que tuvimos que hacer recortes puntuales. Dentro
de lo social, trabajamos los prejuicios, la expansión de clase, el aprendizaje
musical, cómo componen y graban, el fanatismo por bailar. Son temas dispersos
que están dentro de los programas, pero siempre mechados con música. Si bien es
una propuesta antropológica, no quisimos desprendernos de ese aspecto
fundamental. A partir del relato, que incluye las situaciones diarias y del
sentido de vida de los protagonistas, la idea es que el espectador escuche
cumbia de diferentes maneras. Los programas están atravesados todo el tiempo
por canciones: alguien tocando la guitarra, fragmentos de ensayos, etcétera.
Cumbia para todos
—Con la primera etapa ya concluida, ¿qué expectativas tienen
respecto al estreno y lo que puede generar?
—El ciclo todavía no tiene fecha de presentación, pero está
pronta a confirmarse. La idea es hacerla en septiembre, organizada
conjuntamente con el Ministerio de Innovación y Cultura. Tal vez mostremos un
especial de un capítulo, aún no lo sabemos. Luego, a través del Programa Señal
Santa Fe, será emitido a más de 70 canales abiertos y de cable de la provincia.
Aparte de eso, pensamos difundirlo en las emisoras de la ciudad. Hay dos
expectativas, a corto y largo plazo. La primera implica la presentación de este
año y la difusión. Tenemos grandes perspectivas, porque el fenómeno es
importante. Hablar de cumbia en Santa Fe es referirse a lo que somos. No podemos
pretender que llegue a pocas personas. Queremos que alcance a los que escuchan
el género y a los que no, los consumidores pasivos, atravesando esas
diferencias. Y a largo plazo, pretendemos que pueda persistir en el tiempo. El
ser un programa socio-cultural y documental implica que posee un carácter
atemporal. No estamos atrás de una noticia, un hit o la banda del momento.
Hablamos de una expresión que tiene una historia muy larga y de la cual hacemos
un pequeño análisis o racconto a partir de determinadas áreas. Apuntamos a que
en el 2014 podamos difundirlo en la provincia, que llegue a las escuelas. Y
sobre todo, que los partícipes estén satisfechos con el producto y que se
sientan identificados con el mensaje.
Publicada en Pausa #121, miércoles 11 de septiembre de 2013

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