Una radio para el boletariado

En el éter digital suena toda la semana Radio Birri, en
vivo.
Por Marcelo Przylucki
Una vez que el equipo de Pausa se había acomodado para
iniciar la entrevista, los cinco integrantes de Radio Birri encendieron
computadoras, abrieron micrófonos y anunciaron por Facebook que ya estábamos
“al aire” (la radio se oye sólo por internet) y que podrían escuchar en directo
todo lo que pretendíamos averiguar. Y cayeron casi de inmediato decenas de
clicks en www.mixlr.com/el-birri (la página permite conocer cuántos oyentes hay
a cada momento) para repasar la joven historia de este medio alternativo de
boca de sus fundadores mismos. En un poco más de media hora de emisión
especial, se charló de barricadas, música de Japón y de cómo se hace una radio
descontracturada y espontánea, sin demasiados esquemas ni guiones.
Tres de los integrantes de Trasnoche en la azotea, uno de los programas de Radio Birri, en el estudio de transmisión. (Foto: Olivia Gutiérrez).
El 20 de febrero de este año, cinco días después del intento
de desalojo del Centro Cultural y Social, un hombre llamado Bruno y apodado
“Tico” (aquí nadie usa ni se refiere a los demás por su apellido), comentó a
sus compañeros de El Birri acerca de lo fácil que es montar una radio online.
En esos días, si algo sobraba, eran voces inquietas con ganas de hacerse
escuchar, atendiendo a que los medios de mayor alcance enfocaban los relatos en
asuntos triviales. Así fue emergiendo, con un fluir para nada forzado, lo que
en ese momento “los birri” denominan Radio de barricada, transmitiendo las 24
horas sin pautas ni programación, haciendo el minuto a minuto de la
resistencia. En esos primeros instantes los propios vecinos que acompañaban,
algún integrante de la
Birrilata o cualquiera que estuviera con ganas de prenderse
al micrófono podía tomarlo y descargar todo lo que tuviera para decir, ya sea
recién llegado de alguna marcha o aburrido mientras hacía el aguante. La página
de Internet en la que se aloja la radio ofrece un chat gracias al que, según
Julieta, se puede “hacer catarsis al mismo tiempo en que los chicos están
transmitiendo”.
Con el devenir de las semanas, el rigor del nuevo soporte de
comunicación comenzó a exigir un ordenamiento, Manuel decidió fijar algunas
formalidades para cargar de identidad al que hasta ahora es reconocido como el
programa más emblemático de la radio: Trasnoche en la azotea, título que opera
como reminiscencia directa hacia Susini y cía. (responsables de la primera
transmisión radial argentina, cuyo 93º aniversario fue ayer 27 de agosto).
Durante este programa, que comienza los jueves y los domingos a las 22.00 (sin
horario de finalización), se juega a la fantasía de una emisión desde una
azotea alegórica de El Birri en la que los temas van siendo definidos por la
propia audiencia a través del radiochat. Pero también puede suceder que el
programa haga las veces de embudo de la radio: todo lo que no se puede charlar
o sacar al aire en los otros programas se acumula en la azotea y en cualquier
momento puede dar pie a comentarios políticamente incorrectos y distendidos,
manera de hacer y disfrutar la incursión en el soporte comunitario de
comunicación.
Como era de esperar, cada vez más birris fueron agrupándose,
por simpatía o intereses comunes, y fueron delineando y nutriendo una grilla
que, al momento, ya cuenta con programas de lo más variados y que, por ende,
convoca a públicos diversos. Un caso peculiar es el de Mate y Mantra, un
programa “experimental”, en palabras de su conductor, que centra su eje en la
emisión de música oriental (china, india, japonesa…), aunque el soundtrack
puede ir acompañando el avance matutino hacia sonidos que inviten un poco más
al movimiento. Santiago toma la posta todos los días de 7.30 a 9.00 y confiesa:
“es un experimento que comencé a hacer conmigo mismo, en vez de escuchar a
Magdalena (Ruiz Guiñazú) que te canta la peor o habla de cosas que no le
importa a nadie de acá, implementé el empezar el día sin ruidos, relajado, y
eso es lo que ofrezco a los que se prenden a escuchar Radio Birri desde
temprano”.
Distintas formas de la opinión
Las discusiones políticas tienen formas y contornos
disímiles según cada propuesta, algunas más poéticas como Mate y Mantra, otras
más crudas. Por ejemplo, ya superados los mediodías, entre las 13 y las 15,
Salgan al sol es una invitación a una siesta cuya banda de sonido es propuesta
por cualquiera que se entusiasme y se anime a armar la lista de reproducción.
Carente de locución, las palabras y los discursos que se pueden escuchar en
este espacio consisten en distintos audios que, por lo general, provienen de
otros espacios de militancia que se van recolectando desde distintos lugares:
alguna producción de otros colectivos culturales, radioteatros, o alguna
disertación célebre o interesante a los efectos de cualquier tema de
importancia en la agenda que se va delineando durante la siesta.
Distinto es lo que sucede los lunes: El hilo rojo es un
programa “de rosca”, como dice su conductor Zequi: “entrevistamos a compañeros
de otras agrupaciones como el Movimiento 26 de junio, Olga Vázquez, entre
otros; también compartimos y debatimos en torno a algún archivo político como
podría ser un discurso de (Agustín) Tosco. Hablamos de política desde nuestra
perspectiva”. Cada comienzo de semana, a partir de las 22.00, Radio Birri se
desentiende de metáforas y sugerencias de opinión, El hilo cose una discusión
roja, provocadora y directa, con nombre y apellido, con acusaciones o elogios.
No se puede hablar bien de cualquiera, pero se puede hablar mal de quien sea. Algo
que reconforta a los integrantes de este programa es que pueden tomarse todo el
tiempo que precisen para discutir o charlar temas que merecen ser tratados, con
un tiempo que quizás un guión no permitiría: “a veces se necesita una hora o
más de charla para desalambrar un tema, sino queda flotando en el aire y muere
en mera insinuación”.
Mientras tanto, siguen usando el micrófono más con corazón
que con rigor técnico y prefieren ser auténticos y distendidos. La emergencia
de la radio, al igual que en el caso de los locos de la azotea en 1920, tuvo
como condición a la fortuna (no necesariamente buena): la resistencia al
avasallamiento estatal derivó en ánimos de intensificar y agrandar el espectro
de sus ambiciones y necesidades, y por ello, están muy agradecidos de haber
tenido que pasar por ese episodio.
Publicada en Pausa #120, miércoles 28 de agosto de 2013

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