El derecho a la palabra escrita

Las revistas independientes y autogestionadas van a por una
ley que las cobije. En Paraná, estuvo presente una de las impulsoras del
proyecto: Claudia Acuña, editora de MU.
Por Ileana Manucci
La otra pata de la
Ley de Medios fue el nombre de la jornada que se desarrolló
el miércoles 16 en la
Facultad de Ciencias de la Educación, en Paraná. La
actividad, organizada por la agrupación La Colectiva, reunió a diferentes publicaciones,
como El Surco del Oeste, RCU, El Pozillo y Pausa, de Santa Fe, y Barriletes, de
Paraná, para compartir experiencias y debatir en torno al presente y futuro de
los medios gráficos independientes y autogestionados.
El panel de cierre, luego de un espacio de intercambio y
venta de publicaciones, contó con la presencia de Claudia Acuña, editora del
periódico MU (del colectivo La
Vaca) y fundadora de la Asociación de Revistas Culturales Independientes
de Argentina (AReCIA), impulsora del proyecto de ley.
Las publicaciones aunadas en AReCIA desde hace más de dos
años impulsan la legislación bajo la convicción de que “la comunicación es un
derecho y un deseo porque cada revista, cada editor, cada persona, carga con
una voz irremplazable e imparable”.
La decana de la Facultad de Ciencias de la Educación presentó a Claudia Acuña y a representantes de la revista Barriletes y de Pausa.
La normativa propone, específicamente, declarar al sector
como “patrimonio cultural argentino” y fomentar la producción de información de
las empresas sociales de comunicación, de producción independiente y
autogestiva, excluyendo a aquellas vinculadas a grupos económicos nacionales o
extranjeros. La iniciativa cuenta con el respaldo de las carreras de
Comunicación Social de la
Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional
de Quilmes (UNQUI) y la
Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ).
“La diversidad de publicaciones culturales e independientes
del país es enorme, y eso, lejos de ser un problema, es nuestra fortaleza”,
expresó Acuña. “Estamos viviendo un cambio de paradigma en lo que hace a la
comunicación, saliendo del modelo concentratario de los 90 a un modelo de
dispersión. Ahora ya no hablamos en función de revistas grandes y chicas,
porque la batalla esa otra, ahora es el de muchas versus pocas. Hay pocas que
se quieren quedar con todo; nosotros somos muchos, pero además queremos ser
cada vez más”. 
La ley viene a solicitarle al Estado reconocimiento y apoyo
para asegurar la existencia y el trabajo sostenido de comunicadores y
comunicadoras que, en varios casos desde hace más de 20 años, mantienen de
manera autogestionada publicaciones propias, que dan voz a voces olvidadas por
los medios hegemónicos.
“La formación que tenemos como periodistas es una formación
que nos prepara para ser empleados de medios y para repetir moldes, no para ser
gestores de nuevos tipos de medios. Por eso es todo un desafío llevar adelante
una publicación de estas características, porque hay muchas cosas por aprender.
Hay medios que hace 30 años que están y que han logrado sobrevivir a épocas muy
duras de este país”, comentó Acuña.
Los ejes de la ley
En 2012, AReCIA realizó un censo para obtener datos más
claros sobre la realidad del sector, de allí se desprendieron datos como que,
en el país, hay unas 320 revistas culturales, de las cuales el 34% se edita
desde antes del año 2000, lo que demuestra que dichas publicaciones están fortalecidas
y sostenidas sólo por  el vínculo que han
logrado establecer con su público, ya que no tienen ningún tipo de aviso
estatal. En total, se editan por mes un promedio de 400 mil ejemplares, con
casi 1 millón y medio de lectores.
Ante la pregunta sobre qué movió a AReCIA a hacer esta ley,
Acuña fue clara: “poder ver y entender que este sector era un futuro posible
para la comunicación, que a este sector le faltaba el plus de financiación, de
inversión, para que pueda constituirse en un futuro posible de trabajo, un
futuro posible como sector productivo, donde no se precaricen los derechos,
donde se pueda trabajar con dignidad”.
La ley se resume en tres puntos claves. El primero propone
una serie de beneficios para el sector, como la exención impositiva del IVA en
toda la cadena de producción, al Impuesto a las Ganancias y a los derechos de
exportación e importación. “No le estamos pidiendo al Estado que nos de plata,
sino que no nos la siga quitando, que reconozca que cada revista que ya existe
es una revista que hizo un gran esfuerzo de recursos, de tiempo, para poder
existir sin pedirle nada al Estado”, sostuvo Acuña. Un antecedente de este tipo
de exención se puede encontrar en la producción editorial de libros, que en la
actualidad está exenta del pago de impuestos.
El segundo punto es el que propone la creación del Fondo
Nacional de Desarrollo para la Producción Cultural y Autogestiva de Comunicación
Independiente, que tiene dos objetivos principales, por un lado, otorgar
créditos a las publicaciones para la renovación de herramientas y materiales de
trabajo, para pagar capacitaciones, mejorar la exhibición en kioscos; por otro
lado, se plantea un acompañamiento a nuevas publicaciones, no otorgándoles sólo
un monto de dinero inicial, sino realizando un acompañamiento de las mismas
durante la edición de sus primeros cuatro números. De esta manera, el fondo
permite fortalecer las publicaciones que ya están y ayudar a que surjan nuevas.
El proyecto, además, indica que el fideicomiso deberá contar
con un presupuesto equivalente al 20% de los recursos destinados a publicidad
oficial en medios televisivos, radiales y gráficos, votado por el Congreso en
el Presupuesto de cada año.
Entre otros puntos, la ley también aboga porque el Estado
declare de interés la circulación y distribución de las revistas del sector,
como una manera de protegerlas ante los abusos de esa área del mercado,
monopolizada por empresas relacionadas con Clarín.
Voces por todos los medios
En los fundamentos de la normativa se explicita que esta ley
“es una forma de saldar la deuda que con el sector tiene la Ley de Servicios
Audiovisuales, instrumento que ha significado la democratización de los
espacios televisivos y radiales, pero ha olvidado a las publicaciones
culturales gráficas y de Internet, independientes y autogestivas, sin las
cuales esa misma ley no hubiese contado con canales de debate y difusión entre
los diferentes actores sociales que la hicieron posible. Este no es más que un
ejemplo –importante, pero no aislado– de la tarea social que cumple el sector:
la batalla que allí se libra cotidiana y sostenidamente contra la
monopolización no sólo de productos, sino de contenidos. No sólo de voces, sino
de estéticas. No sólo de ideas, sino de futuros posibles”.
“Nuestros medios están bien hechos, tienen rigurosidad,
están bien escritos y permiten dar de comer a 15 o 20 familias. Esa realidad,
con la sanción de la ley, la podemos hacer crecer, no en el sentido de que un
medio sea sostén de 300 familias, sino que 300 publicaciones sean, cada una,
sostén de 20 familias, y eso no es poca cosa. En la actualidad, existe una
minoría, 40 firmas de capitales nacionales y extranjeros, que publican 450
títulos. Y una mayoría: más de 200 publicaciones autogestivas de todo el país,
que representan la diversidad cultural y federal. Esa diversidad es la que esta
ley pretende cuidar y fomentar, como una forma de profundizar, sin dudas, la
democracia”, finalizó Acuña.
Publicada en Pausa #124, miércoles 23 de octubre de 2013

Disponible en estos kioscos

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