Una red contra los femicidios

A través de un encuentro organizado por el Inadi, la Red Interbarrial
de Mujeres fortalece su labor para luchar contra la violencia de género. La voz
de los barrios.
25 es algo más que un número que indica cómo los violentos
golpean: la cifra ubica a Santa Fe en el segundo puesto de las provincias con
mayor cantidad de femicidios, porque al 30 de noviembre de 2013 se
contabilizaban 25 mujeres asesinadas. En 2012, esta modalidad alcanzó las 26
víctimas.
El último sábado de noviembre en el Predio UNL-ATE, el Inadi
Delegación Santa Fe, junto a la Red Interbarrial de Mujeres, realizaron la
jornada Vos tenés derecho a una vida sin violencia. Relatos de experiencias
territoriales. Mujeres compartiendo saberes, como cierre anual de los
encuentros que se vienen realizando en diferentes sectores del cordón
sur-noroeste de la ciudad. La actividad se propuso para que sus integrantes se
conozcan entre sí y puedan consolidar un vínculo que se plantea como principal
objetivo erradicar la violencia mediante una transformación construida con
diversos actores sociales.
Mujeres de diferentes espacios institucionales compartieron sus experiencias y valoraron la utilidad de la palabra contra la violencia.
Durante la jornada estuvieron presentes Isabel Zanutigh para
contar su experiencia a partir de la creación de la Granja Agroecológica
La Verdecita;
la abogada Martha Andrada; Mercedes Pagnutti, integrante del equipo de género
de la concejala rosarina Norma López; Nancy Villasboas, del Foro por una vida
libre de violencia de Vera y Lorena Salim, coordinadora de Gestión de Delegaciones
del Inadi. Asimismo dieron su testimonio Susana Barreto, del grupo Mujeres en
lucha, de barrio Arenales; Norma Belgrado, del MTL de Santa Rosa de Lima y
representantes del grupo Perlas en marcha, de Barranquitas.
La delegada del Inadi en Santa Fe, Stella Vallejos, comentó
que “veníamos revisando nuestra práctica. Hicimos actividades entre los
bulevares que fueron muy buenas, pero el contacto con el vulnerado estaba
mediado o bien el ciudadano tenía que arrimarse a nuestra oficina. En este
debate hacia el interior de nuestro equipo decidimos armar un mapa de la ciudad
en base a las 80 vecinales y acotamos el trabajo a diez lugares. En esto de
articular con organizaciones de la sociedad civil nos encontramos con muchas
coincidencias, en particular con las mujeres de la Red Interbarrial,
y decidimos complementarnos, así que nos empezamos a juntar en capillas,
vecinales o radios comunitarias. Es un trabajo muy enriquecedor y hemos
aprendido mucho de estas mujeres”.
“Tenemos que ver qué aprendemos de los errores que han
costado vidas, porque hubo jóvenes que iban a la comisaría a hacer denuncias
por violencia y cuando salían eran ejecutadas por su pareja. Eso nos tiene que
dejar una enseñanza para que las mujeres no vayan solas a hacer la denuncia,
queremos que estén contenidas por un grupo organizado que esté en el
territorio, porque el Inadi está en un lugar, la Defensoría del Pueblo
en otro y quienes deben cuidarse son los mismos vecinos. En estos sitios donde
reina la pobreza aparece la discriminación hacia las mujeres y hay una absoluta
ausencia del Estado, la única presencia que hay es la policía y no siempre está
dispuesta a servir al vecino”, agregó.
Stella Vallejos relató que en Loyola, “un barrio que parece
caerse de la ciudad, hay un equipo de fútbol llamado Cebollitas que busca
evitar que los niños entren en los circuitos de delito, droga o tráfico.
Después se preguntaron colectivamente qué hacían con las chicas para que no
caigan bajo las promesas de los proxenetas; no se las puede poner bajo llave
porque es injusto. Así surgió la idea de enseñarles gimnasia de acrobacia.
Parece algo insignificante pero eso implicó organizar a los vecinos y que un
montón de pibas se incluyeran en esta actividad”.
El camino de hormiga
Micrófono en mano, Susana Barreto contó que “empezamos a
juntarnos el año pasado en un jardín de Los Sin Techo ubicado en barrio Chalet.
Las mamás venían lastimadas a traer a sus hijos, entonces comenzamos a plantear
todos los problemas que acarrea la violencia. Yo viví esa situación y tuve
fuerza para salir adelante, por eso hoy quiero contar este camino de hormiga
que hice, que me costó un montón. Recurrí a personas que conocía hace mucho y
convoqué a más mujeres. Ahora nos juntamos todos los martes, no sólo a hablar
sobre violencia sino también por el abandono que sufren nuestros hijos y
nietos. Muchas no nos animamos a contar lo que nos pasa y tampoco sabemos cómo
expresarnos, incluso algunas mujeres no saben leer ni escribir, pero tenemos
que demostrarle a la sociedad que luchamos todos los días para sacar adelante a
nuestra gente”. “El trabajo que venimos realizando es muy sacrificado. Buscamos
ayuda en Internet y en profesionales. Queremos seguir luchando por las mujeres
y por eso queremos hacer ruido”, dijo otra de las mujeres ante el aplauso
generalizado.
Desde el Grupo de mujeres del MTL, Norma Belgrado aseveró:
“Lo que está pasando en los barrios es tremendo. Santa Rosa de Lima es un
barrio difícil, violento y que sale mucho en los diarios, pero también es un
barrio con gente linda, que le gusta trabajar y progresar para tener una vida
mejor”. En este sentido, recordó que “empezamos a juntarnos en marzo porque
había que hacer algo por las mujeres. Arrancamos con un taller de costura
donde, entre charla y charla, vislumbramos la necesidad de convocar a las
instituciones para capacitar a las mujeres, darles las herramientas que
necesitan para defenderse ellas mismas y a su familia. Acá estamos quienes nos
comprometemos, esto depende de nosotros porque en los barrios podemos hacer
mucho”.
“En Santa Rosa de Lima hay espacios para los niños, para los
abuelos y para los adolescentes, pero no había lugares para las mujeres porque
en los barrios marginados les cuesta salir de sus hogares, romper con esa
cultura que tiene la mujer de atender primero al marido, después a los hijos y
por último están ellas. No alcanza con las políticas que implementa el
gobierno, por eso aumentan las estadísticas de muertes violentas de mujeres en
ciertos barrios. Y la manera de cambiar esas estadísticas es trabajar cerca de
las mujeres, buscar gente que las comprenda y las escuche. Sabemos que la
violencia está creciendo y la manera de revertir esto es haciendo que la mujer
no se sienta sola. Estar cerca es importante porque todas tenemos derecho a
vivir una vida mejor”, fundamentó Norma mientras comentaba que lograron que
personal de Anses se acercara al barrio para enseñarle a las mujeres a resolver
sus trámites.
Consultada por la situación en el interior del país, la
coordinadora de Gestión de Delegaciones del Inadi, Lorena Salim, rescató la
posibilidad de generar este tipo de debates para empoderar a las mujeres, “para
que sepan dónde y cómo reclamar porque al derecho lo tenemos, ha sido
reconocido por distintas leyes. Es un gran paso que la provincia haya adherido
a la ley nacional 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra las mujeres en el ámbito familiar, institucional,
laboral y mediático, aunque hay que trabajar más fuerte en ese sentido porque
en Santa Fe, al igual que en otras provincias, hay casos muy graves y
recurrentes de femicidios y violencia de diferente índole. En 2013 la violencia
de género ha sido un eje central de trabajo para nosotros y para el año que
viene definimos ejes de acción con problemáticas que nos proponemos abordar,
más que nada para profundizar esta temática”.
Finalmente, Stella Vallejos determinó: “Lo importante es que
estas mujeres se animaron a hablar en público porque eso les da seguridad y así
se convencen de que están haciendo las cosas bien. Una mujer sumamente
vulnerable se engrandece cuando cuenta cómo salió de un círculo de violencia.
Ellas tuvieron la voz, no estuvo la experticia ni la académica dando una
charla. Estas vecinas contaron cómo se organizan y cuáles son sus estrategias
de subsistencia. Acá hablamos de todo un círculo de violencia que abarca desde
el proxenetismo hasta lo institucional. De estos encuentros rescatamos que todo
es posible”.
Muchas leyes y pocas acciones
Santa Fe es la segunda provincia con mayor cantidad de
femicidios, sólo superada por Buenos Aires. Van 25 casos en 2013. Aunque la Dirección Provincial
de Políticas de Género fue creada en 2007, no hay todavía un protocolo
unificado para atender casos de violencia contra las mujeres sino “varios”,
según admitió la funcionaria responsable del área Mercedes Martorell.
Desde la asunción de Martorell en diciembre de 2011 hasta
agosto de 2013 –es decir, en los primeros 20 meses de gestión– la Dirección realizó 617
intervenciones; en el mismo lapso hubo 45 mujeres asesinadas en la provincia. A
diciembre de 2013, la cifra trepa a 51.
En agosto hubo cuatro femicidios consecutivos: dos en Santa
Fe, uno en Rosario y otro en Venado Tuerto. La alevosía y el patrón –todos
fueron cometidos por parejas o ex parejas de las víctimas–, sumados a la
imprevisión del Estado, motivaron que el tema volviera al tope de la agenda y
se comenzara a debatir la declaración legislativa de la “emergencia por
violencia de género”.
Fue una pantomima que insumió algunas semanas de debate
estéril. El 19 de septiembre la “emergencia” obtuvo media sanción de la Cámara de Diputados y de
allí pasó a un cajón en el Senado. Quedó claro que la solución no pasa por esa
declaración: las leyes están; algunas no se cumplen y otras directamente no se
aplican.
Publicada en Pausa #127, miércoles 4 de diciembre de 2013

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