Derrame cloacal en El Pozo: la quinceañera descuidada

EDICIÓN ANUARIO 2013
Cómo es la vida cotidiana con las aguas servidas como vecinas.
Por Marcelo Przylucki
A lo largo de tres lustros, los vecinos de El Pozo se vieron
obligados a convivir con la putrefacción en forma de incontinencia cloacal. La
peatonal que se extiende a los pies de las torres 13 y 14 era 80% desechos, 20%
gente caminando en puntas de pie, niños jugando, perros bañándose. Decimos
obligados porque sus quejas fueron víctimas de oídos sordos durante las
distintas gestiones de la ex Aguas Provinciales y ahora Aguas Santafesinas
S.A., evasores de una responsabilidad que requería algo más que una asistencia
esporádica cuando los teléfonos de Atención al Cliente quemaban. Debieron pasar
muchas crecidas de río (por ende, de las aguas subterráneas), los desatendidos
vecinos atendiendo a los medios, la organización en asamblea de esos vecinos en
procura de agotar toda instancia de reclamo, para que las promesas devinieran
en solución que debiera ser definitiva. Aquel conector cloacal dañado, caño
subterráneo madre que está enterrado en inclinación pendiente a unos cuatro
metros de profundidad, se comenzó a cambiar a fines de septiembre, tras los
análisis del terreno y el marchar lento del cronómetro burocrático inmanente a
proyectos y licitaciones millonarias (2 millones 300 mil pesos es la cifra).
Con calma, el niño contempla el agua servida estancada en la vereda de su barrio.
El Plan Luz y Agua Segura para la Inclusión Social
se efectuó modificando paisajes y rutinas en el vecindario, puesto que se
debieron inhabilitar (desde que comenzaron las obras y aún hoy) varios tramos
de la vía pública, lo que conllevó incluso un recorte del recorrido de las
líneas 2 y 9. Allí donde estaba la laguna viscosa se removieron baldosas, hubo
un enorme pozo, hombres drenando después, arena asentándose ahora. Incluso
durante la hora de dormir las bombas continuaban su marcha. Las calles y veredas
del lugar todavía están disminuidas, el sereno que hace meses vive en un
container sigue haciéndose amigo; la hilacha sigue al descubierto, los vecinos
esperan que los trabajos sean efectivos, que lo que desechan en el baño sea
desechado, no un vecino más.
Publicada en Pausa #128, miércoles 18 de diciembre de 2013

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