Segades: un amigo del rock

El mítico violero santafesino presentó su nuevo disco: Héroes
de la resistencia
.
Transcurrida una serie de intentos fallidos, la dificultad
era evidente: el reproductor de Windows no corría el video de presentación. Más
tarde, fallaron también algunos samplers. Difícil es relacionar a Raúl Segades
con estos inconvenientes por un hecho simple: él está condenado a hacer lo que
más disfruta y en la forma en la que siempre lo hizo. Cada vez que debió salir
al cruce, lo hizo colgándose al cuello alguna de sus violas ploteadas y su voz
más cruda, sencillamente. La velada en el Centro Cultural Provincial amuchó
fanáticos (de esos que no se quedan sentados), familiares, amigos y, por sobre
todo, expectativa por la presentación de Héroes de la resistencia, su nuevo
disco, prometida por cada rincón de la ciudad.
Segades, una perenne gloria de nuestro rock. Foto: Remi Bouquet.
Unas mañanas antes, el Negro le cambia las cuerdas a su
Washburn estampada con una imagen de Lara Croft y se confiesa “titulero,
porque, más allá de que en SADAIC es ventajoso a la hora de registrar los
nombres, voy dejando huellas de lo que he vivido”. La resistencia: ese lugar
que resulta incómodo cuando llegan las dudas con las que los condescendientes a
valores prejuiciosos nos bombardean. La devoción al empleo público o al mejor
coche pican en punta en este escalafón de ideales impuestos que se comenzó a
combatir musicalmente cuando la semilla se hundió en la tierra durante la
dictadura y el legítimo boca a boca se enfrentó a la masificación de la
cultura. Este movimiento, dice Segades, es para los que se animan a ver un poco
más allá, a escuchar un poco más, a leer algo más. En la pugna, los héroes se
están haciendo su espacio, porque la periferia está ocupando también más
espacio.
“Yo no me veo haciendo otra cosa”, se confiesa el Negro y
explica que “la música es el canal que yo encontré para ser alguien, para ser
lo que más o menos soñé para mí y que tantas veces ha sido boicoteado. Por
suerte un lugarcito me gané y quiero hacerlo valer cada vez más”. Ese lugar es
el escenario entero, por donde Segades se hace enorme, yendo de aquí para allá
sin dejar los machaques, soleando, cantando y hasta haciendo stand up.
“No me preguntes cómo es Hollywood” fue el tema que dio
inicio al show. El recurso que organizó al set list de la presentación de su
segundo disco fue la versatilidad del frontman, que va desde los riffs a lo
Whitesnake hasta las versiones acústicas al mejor estilo Clapton. Emiliano
Baroni en batería, percusión, coros y guitarras en las partes más light emerge
de tanto en tanto desde el segundo plano para destacarse, con mucha prestancia.
Fabio Gavilán aporta, además de coros, lo que se espera de un bajo en una banda
de rock: contundencia y un lugar donde la canción puede reposar mientras la
guitarra enmudece. Así Segades se paseó dos horas de show recibiendo los coros
del público, doblegando inconvenientes técnicos a fuerza de canciones de rock
con encanto ochentoso y baladas rancheras como las aclamadas “Creo que no debí
haber resucitado” y “La cabaña del tío Sam”. La veintena de canciones que
sonaron constituyen la confirmación de que el mismo número de años al servicio
de lo que se ama hacer, de por sí, ya es un éxito.
Publicada en Pausa #134, miércoles 28 de mayo de 2014

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