Comprender y apoyar para seguir

Ubicada en el corazón de barrio Candioti, la Fundación Hogar de
la Esperanza
alberga temporalmente a mujeres con niños que buscan torcer historias de
maltrato y olvido.
Los casos de vulneración de derechos de los niños en el seno
de sus propias familias conforman una de las caras más siniestras de la
realidad. Escasean las estadísticas oficiales que brinden datos precisos sobre
una problemática difícil de desterrar. El Estado provincial, al detectar este
tipo de situaciones, interviene a través una política específica de alojamiento
de menores de edad en ámbitos de cuidados alternativos al de sus familias de
origen. De esta manera, “se busca satisfacer las necesidades e intereses de
manera individualizada, de acuerdo a la singularidad de cada situación,
garantizando la integración social y el desarrollo personal e integral de cada
niña, niño y adolescente alojado”. En la provincia se contabilizan 36 centros
residenciales –12 públicos y 24 privados– que brindan alojamiento transitorio a
más de 500 niñas y adolescentes por año. En la ciudad, los organismos oficiales
son cinco: Pequeño Hogar Sarmiento, Hogar J. M. Estrada, Casa de la Joven, el Centro de
Protección Integral de Niñas Ana y José Fracciola, y el Centro de Permanencia
Transitoria El Refugio. Los centros privados con convenio son Fundación Hogar
de la Esperanza,
Casa Cuna y Asociación Civil Juanito Laguna.
Las mujeres-madres conforman otro eslabón de esa cadena de
abandonos, violencia y abusos que afecta a los más pequeños, y no siempre
cuentan con la contención que demanda cada situación.
Un trabajo distinto
La
Fundación Hogar de la Esperanza fue creada hace 23 años como un lugar
de permanencia para atender diversas situaciones que atraviesan numerosas
mujeres con niños. Mediante un trabajo integral e interdisciplinario, en su
sede de Alvear 3837 se brindan posibilidades para mejorar la calidad de vida de
esas madres, con la idea de no repetir las historias marcadas por el dolor.
María Rosa Avendaño se desempeñó en la Asociación Orientación
para la Joven
durante 13 años. En 1991 decidió abrir un nuevo camino y desde entonces es
presidenta y directora de la
Fundación Hogar de la Esperanza. “Orientación para la Joven es un lugar de
tránsito: las chicas entraban, estaban unos días y después se iban a trabajar a
casas de familia, pero quedaban con los mismos problemas con los que habían
llegado. Mi intención era poder albergar a esas mamás que habían sufrido
maltratos y abusos de todo tipo. El perfil básico al que apunta nuestra
institución es aquella mujer que está atrapada en la calle, sin una familia que
la contenga, por eso este proyecto es de desarrollo integral. No sólo brindamos
casa y comida, las mujeres permanecen aquí el tiempo que sea necesario, algunas
se han quedado seis años, hasta que pueden egresar y hacerse cargo de su vida
con una calidad distinta a la que tuvieron con sus familias de origen. Algunas
aprenden más, otras no tanto, pero por lo general quienes pasaron por acá
mandan sus niños a la escuela, los alimentan bien y no permiten que la
violencia se cuele en sus nuevas parejas”, explicó.
Hogar de la Esperanza procura un ámbito integral para el desarrollo de la relación entre las madres y las criaturas con derechos vulnerados.
La directora de la fundación atendió a Pausa junto a la
técnica en Infancia y Familia Verónica Silvestre, quien forma parte del equipo
hace seis meses: llegó como parte de un programa de fortalecimiento y monitoreo
que impulsa la
Subsecretaría de la
Niñez, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, y se ganó el
cariño de todos, incluso pasó a formar parte del Consejo de Administración del
hogar. “La institución cuenta con un equipo de 12 profesionales que intervienen
sobre distintos aspectos, se trabaja desde el apoyo escolar de quienes desean
continuar los estudios hasta la realización de trámites. Junto a las
acompañantes vivenciales hacemos hincapié sobre los vínculos familiares e
incorporación de hábitos diarios. Acá se contiene, apoya y escucha a las
mujeres. Muchas marcan la diferencia entre nuestra institución y otras por las
cuales han pasado: se trabaja de otra manera y se involucra el equipo. Esto no
se termina en una intervención, hay una preocupación real que va más allá de lo
profesional. En esta institución prima la comprensión y el acompañamiento en
todos los sentidos”, expresó Verónica.
Los pedidos de alojamiento llegan a la Fundación Hogar de
la Esperanza
desde vecinales, centros de Atención Primaria de la Salud y equipos
territoriales de la
Subsecretaría de la Niñez. Y, al no haberse habilitado aún el
anunciado refugio, en los últimos tiempos se incrementaron las solicitudes a
través de la
Dirección Provincial de Políticas de Género. “Es
importantísimo que se resuelva cuanto antes un lugar para que esas mujeres
puedan refugiarse y salir adelante, resolviendo el problema de fondo. Acá han
llegado casos de ese tipo y les dimos protección con las medidas legales
pertinentes, tuvimos la policía en la puerta durante meses”, recordó María
Rosa.
Entre 1991 y 2014 han pasado más de cien mamás por el hogar.
Actualmente hay seis mujeres con nueve niños. Los días en la casona de barrio
Candioti transcurren como en cualquier casa de familia: las mamás se levantan,
atienden a sus hijos y realizan quehaceres domésticos entre todas. “Ojalá se
abran más lugares que trabajen con esta modalidad, realmente hacen falta porque
no siempre podemos atender las solicitudes por falta de lugar y sabemos que
muchas mujeres quedan a la deriva o volviendo con las familias que les han
hecho la vida un drama”, determinó la directora.
—¿Cómo se logra el cambio?
—La base para empezar a trabajar es aceptar al otro tal como
es; entendemos lo que les pasa y todos los días estamos dispuestos a volver a
empezar porque cada día es una oportunidad. Hemos recibido a mamás de sólo 14
años y siempre remarco la dificultad de revertir tanto dolor, tanta carencia,
tanta ignorancia: desde no saber cómo cuidar la salud de los niños o la propia,
no conocer sobre nutrición o intentar modificar la relación con sus hijos,
porque se repite lo que se vive. Las jóvenes se sorprenden ante este trato,
muchas veces son escuchadas por primera vez en sus vidas. Y no sólo es nuevo el
diálogo y la comprensión, sino también tener un espacio propio, donde hay una
cama para cada una. Pero al margen de la adquisición de hábitos, también es
importante enseñarles sobre salud sexual y aspectos sobre su relación con los
hombres.
“Comprender es la única forma de lograr cambios y nosotros
tenemos que entender y conocer la realidad del otro, bancarnos que demos flores
y nos devuelvan piedras. Tenemos que trabajar mucho sobre nuestro mundo
interno, a veces nos decepcionamos pero tenemos que recapacitar, porque hay
cosas que no podemos cambiar aunque hay que seguir ayudando. Que una mujer esté
sola en un hogar demuestra que hay un abandono de la familia. Acá somos muy
maternales porque las chicas necesitan sentirse queridas, aceptadas y
valoradas”, añadió.
—¿Qué sienten cuando una mujer egresa con sus hijos?
—Alas en el alma. No obstante, las mamás que se han ido
siguen en contacto con nosotros. Durante un tiempo tuvimos a cinco mujeres
egresadas que trabajaron como encargadas. Y con estas historias, que hayan
podido asumir ese rol y pararse en la otra vereda, es maravilloso. Junto al
equipo somos un instrumento, pero sentimos que somos una orquesta que aparentemente
desafina pero a la postre, viendo los resultados, vemos que la melodía salió.
Éste es un trabajo de todos los días. La dirección es compartida porque quienes
me rodean son oro en polvo. Busco gente mentalizada, que pueda suplirme en un
futuro porque ya son muchos años y siempre supe que esto tenía que continuar.
Tengo la tranquilidad de que puedo morirme mañana pero esto sigue con los
tienen puesta la camiseta –finalizó María Rosa Avendaño.
Por el hogar propio
Durante los primeros cinco años de funcionamiento, el hogar
se mantuvo gracias a aportes privados. En paralelo, se recaudaron fondos con la
realización de la muestra Casafe, que se mantuvo a lo largo de diez años.
“Compramos el inmueble con ahorros y un subsidio otorgado por el gobierno
provincial”, puntualizó María Rosa Avendaño. Además, la Fundación Hogar de
la Esperanza
cuenta con un predio ubicado en Villa Hipódromo donde se construyeron 19 casas.
Allí viven las mamás que, habiendo pasado un tiempo por el hogar, están
preparadas para seguir adelante. Hoy, la prioridad es equipar esas viviendas,
por lo que quienes deseen colaborar pueden comunicarse a los teléfonos 4563994
y 4557484.
En Pausa #137, miércoles 16 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.

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