Alaridos

La calle, por José Luis Pagés

Apagón. El portero de la torre busca una linterna y se larga
escaleras abajo. Alguien grita como un caballo, allá por el quinto piso. Ese
alguien quedó atrapado en el ascensor. Setenta escalones después, le falta el
aire. Sin palabras abre la reja y ve una mano que asoma por el ventanuco de la
puerta. Es una piba del sexto la que está encerrada ahí. Trata de calmarla y le
deja la linterna. Ahora va en busca de ayuda. “¡No me deje..!”, escucha a modo
de ruego y cuando se vuelve alcanza a ver la mano que aferra la linterna.En la
planta baja el corazón le da un vuelco cuando llama al revistero que compagina
los diarios de la mañana con la ayuda de un farol. Olvidó las llaves, pero peor
es el recuerdo que lo asalta. Una lectura que hizo acerca de una trampa que tienden
a los monos en países  remotos. Los
cazadores colocan un apetecible bocado en el hueco de  un árbol y se esconden. Un mono, curioso,
cederá a la tentación y meterá la mano. El puño cerrado quedará atascado el
tiempo suficiente para que el cazador le caiga encima. El portero corre con
desesperación escaleras arriba, pero cuando está a menos de diez escalones del
quinto, vuelve la luz. Técnicamente todo marcha bien, también el ascensor.
Entonces llega ese alarido estridente que lo estremece, como a todos los
vecinos de la torre.

En Pausa #138, miércoles 30 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.

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