Argumento para una película Clase B

Variopinta, por Federico Coutaz
Un hombre compra un celular por internet, debe ir a
retirarlo a una oficina de correo. Al mismo tiempo tiene problemas con la
administración federal de ingresos públicos y debe realizar una serie de
trámites para regularizar su situación.
La búsqueda del celular resulta una aventura insoportable
que culmina luego de un larguísimo recorrido por innumerables oficinas durante
varias semanas, cuando un policía que custodia una de ellas, ante su
desesperanzada consulta, entra a una habitación posiblemente mágica y vuelve
con el deseado aparato pese a que le acababan de informar que no estaba ahí. El
trámite de la administración supera su capacidad y su paciencia, pero durante
ambas travesías comienza a albergar una sospecha que todavía no puede formular como
hipótesis.
Duda de que el absurdo de los mecanismos y la impericia y
negligencia de sus ejecutores sean algo del todo involuntario. Se obsesiona y
emprende todo tipo de trámites con el objetivo de investigar, sin mayor método
que la intuición. Comienza a advertir que en varios lugares ya lo reconocen y
lo tratan con cierta desconfianza y desdén. Recibe amenazas solapadas y
explícitas que lejos de amilanarlo lo confirman en su disparatada intención.
Poco a poco, como es habitual en estos casos, abandona sus afectos y
responsabilidades, se deteriora.
Antes de enloquecer, una carta manuscrita y anónima le
confiere la verdad. Una organización clandestina gobierna cuidadosamente el
aparente caos de la administración. El grupo comenzó a realizar operaciones corporativas
de boicot con el fin de mantener sus fuentes de trabajo, ociosas conforme al
aplastante avance de la tecnología. Pero en este ejercicio descubrieron un
propósito mucho más decisivo. Determinada cuota de absurdo y sin sentido era lo
único que mantenía a la humanidad en dominio, cada vez más frágil, de las
máquinas. La consabida guerra había comenzado efectivamente cuando fuera
anunciada en aquellas alarmantes ficciones científicas. La red era literal, una
trampa que culminaba con el devenir de la humanidad en flujo de información.
Pronto el cielo estaría cubierto de drones autónomos.
Prende su computadora para googlear el nombre de la
organización de resistencia. Todas las páginas de Internet sólo muestran un
ícono incomprensible, su celular no tiene señal. Sale a la calle.
En Pausa #139, miércoles 13 de agosto de 2014. Pedí tu
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