Un viaje alrededor de la pelota

Los muchachos de Mundial Andando ya retornaron a casa,
después de pasar por la travesía de sus vidas: Brasil, los partidos de la Selección y el color de
todas las hinchadas.
Brasil 2014 ya es parte del pasado. Los ecos de un gran
Mundial empezaron a desvanecerse con el inicio de un nuevo campeonato
doméstico, pero en la zona todavía hay voces que tienen algo para decir. La
experiencia de Mundial Andando fue abordada en Pausa antes de la partida al
vecino país, y ahora, ya de regreso a Paraná, Juan Martín Alfieri cuenta la
aventura de un grupo de amigos que convivió 40 días y rodó 11.000 kilómetros.
—¿Fue el viaje soñado?
—Sin dudas. Todo salió a la perfección. No tuvimos mayores
inconvenientes con el cole, pudimos entrar a varios partidos, conocimos
personas valiosas de todo el mundo, hicimos amigos de otras provincias
argentinas, paseamos por lugares increíbles, no hubo peleas, supimos
administrarnos para no pasar hambre, volvimos sanos y salvos, el hogar sobre
ruedas fue absolutamente funcional a nuestras necesidades, tuvimos un Mundial
de siete encuentros, le dimos la vuelta a Brasil. Sólo faltó dar la vuelta
allá.
—¿Salió todo de acuerdo a lo planeado o tuvieron que
modificar muchas cosas?
—No tuvimos que modificar absolutamente nada del recorrido.
Lo que hicimos fue lo planeado, en todo sentido. El único lugar al que no
fuimos fue a Porto Alegre, pero era una decisión que habíamos tomado meses
antes de partir a Brasil, que se fundamentaba en la excesiva distancia y el
poco tiempo que teníamos para llegar desde Belo Horizonte. Así que cambiamos
ese destino por un paseo por localidades costeras.
—¿Si tenés que elegir una historia o anécdota del viaje,
cuál es?
—Lógicamente, hay muchas. Por lo simpática y futbolera, me
quedo con la del sábado 14 de junio en el primer banderazo argentino en el
Puesto 4 de Copacabana. Más allá de la histórica juntada en la que el grito
sagrado se hizo oír con fuerza, lo que vivimos en nuestro viaje hacia el punto de
encuentro fue asombroso. A medida que desandábamos con en “El León” (así fue
bautizado el colectivo) los 45 kilómetros que nos separaban del lugar
(estábamos parando en Recreio do Bandeirantes), comenzó a generarse una
caravana de la que éramos vanguardia. Cientos de argentinos, primero en
vehículos y luego a pie, se sumaron a nuestra procesión y marcharon al compás
de Mundial Andando mientras nosotros, exultantes, saltábamos en el techo del
cole. Fue una locura.
El 17 de julio, a las 14.00, la banda de Mundial Andando volvió a su querida ciudad.
—¿Qué les dejó Brasil?
—Brasil es un país maravilloso en muchos sentidos. Conocimos
ciudades y pueblos increíbles, con muchos contrastes y contrapuntos. De las
inmensidades de Río de Janeiro y San Pablo, pasamos a la simplicidad de Arraial
do Cabo y a la excesiva prolijidad de Brasilia, por ejemplo. Sin embargo,
preferimos destacar la calidez, predisposición y generosidad de la gente. A lo
largo de los 40 días de viaje, jamás tuvimos un problema en la calle. Nos
trataron como hermanos y nos permitieron disfrutar plenamente el viaje.
—¿Qué les enseñó el viaje?
—El viaje dio un cierre a la primera parte de Mundial
Andando, etapa que comenzó en abril del año pasado cuando compramos el
colectivo y empezamos a transformarlo en motorhome. Sirvió para ratificar(nos)
las decisiones que tomamos y, sobre todo, terminamos por comprender que cumplir
sueños entre amigos es lo mejor que nos puede suceder.
—¿Cómo vivieron la final y cuál fue el partido que más
disfrutaron?
—No hay manera de elegir un partido entre los siete. Todos
fueron únicos y los disfrutamos a pleno. Si debo elegir, personalmente
selecciono los tres que ví en la cancha: Bosnia, Irán y Bélgica. Fueron
experiencias inigualables en las que era imposible contener la emoción. En
cuanto a la final, sólo dos de nosotros pudieron entrar al Maracaná a verla; el
resto la vivimos en la cancha de los hinchas, o sea, la Fan Fest. Fue un día muy
intenso, colmado de fiesta y nervios. Como todas las jornadas en las que jugaba
la Argentina,
la comenzamos temprano preparando los trapos, las camisetas y las pinturas para
la cara. La disfrutamos en Copacabana, rodeados de decenas de miles de
argentinos. Río era celeste y blanco. En lo deportivo, la tristeza por la
derrota fue proporcional a la sensación de que era un partido absolutamente
ganable. Ahora bien, ese no fue el punto negativo de la tarde noche. El
bochorno lo protagonizaron un puñado de argentinos que, segundos antes de que
termine el encuentro, se dedicaron a arruinar todo generando batallas campales
y destrozos en las inmediaciones. Fue el único momento de los 40 días en los
que sentimos miedo e inseguridad.
—¿Qué les dejó la Selección?
—No puedo hablar por todos porque tenemos puntos de vista
encontrados. En mi caso, prefiero obviar meterme en lo deportivo y el estilo de
juego. Elijo decir que la
Selección me dio la inmensa felicidad de tener un Mundial de
siete partidos, en el que nos hizo protagonistas a todos y nos dio una lección
de laburo en equipo como pocas veces se había visto.
—¿Terminó Mundial Andando?
—Lo que terminó fue el Mundial de fútbol, no Mundial
Andando. El proyecto comenzó con el objetivo central de ir a la copa en Brasil,
pero cuando promediaba el proceso de laburo decidimos tomarlo como un primer
capítulo de una historia mayor. Preferimos pensar nuestro nombre desde el punto
de vista del ‘trotamundos’ antes que de lo deportivo. Así que hay proyectos que
comienzan a tomar vida y que nos entusiasman mucho. Queremos disfrutar al
máximo de lo que construimos y compartirlo con otros amigos, nuestras novias y
familias.
—¿Se animan a Rusia 2018?
—Claro que sí. Ya estamos laburando en la logística para
enviar el cole a Lisboa en un buque. No es tan sencillo por las dimensiones de
“El León”. La idea es subirnos al motorhome en Portugal y andar los caminos
europeos que nos lleven hasta Moscú. Habrá que atender muchas cosas que
resolver, como por ejemplo los recorridos internos en Rusia. En fin, falta
mucho por disfrutar y por hacer. Andá a saber qué será de nosotros en cuatro
años.
Las cifras de la travesía
El viaje completo de los chicos de Mundial Andando –un total
de 11.000 kilómetros– duró 40 días. Salieron desde la Plaza “1° de Mayo” de Paraná
el sábado 7 de junio y llegaron al mismo lugar el jueves 17 de julio.

En Pausa #138, miércoles 30 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.

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