La fiesta tatengue ganó la ciudad

Parecía un sueño lejano después de tanto sufrimiento. Sin
embargo, a tres fechas del fin del campeonato, el ascenso a Primera División se
convirtió en la realidad más dulce.
Probablemente, si preguntaban al inicio del torneo, ningún
hincha de Unión se imaginaba estar viviendo este momento: ascendido y con la
tranquilidad de tener que encarar los próximos partidos pensando sólo en salir
campeones y en cómo será el equipo para el torneo de 30 equipos. El sábado –y
todo el fin de semana– la fiesta fue tatengue.
Fue duro el comienzo. De los primeros 9 puntos del torneo de
ascenso sólo se consiguió uno y el fantasma de los 26 partidos sin ganar que
llevaron al tatengue a la segunda división del fútbol argentino volvió a
aparecer.
La preocupación se apoderaba de la hinchada y la confianza
se desvanecía. Sin embargo, ahí estuvieron los tatengues. Dispuestos, como lo
habían hecho en todo el torneo final, a alentar, esperando que el grupo se
consolidara y que se encontrara al equipo para ir a Primera División.
A partir de la cuarta fecha la historia fue diferente. Otra
forma de jugar devolvió la fe. Y los goles de Claudio Guerra, Ignacio Malcorra
y Martín Fabro frente a Crucero del Norte marcarían un quiebre en la historia
del Tate.
Desde ese momento el camino empezó a tomar forma y a
perfilarse hacia el regreso a la
A. Pero, sin dudas, el sueño estuvo más cerca cuando comenzó
la segunda etapa del torneo. Unión ganó los siete partidos disputados y
consiguió los 21 puntos que le permitieron, a tres fechas de la finalización
del año, asegurarse un lugar en el próximo torneo de 30 equipos.
El sábado 15, si bien los nervios acompañaron, no quedaba
lugar para demasiadas dudas. Unión fue más dentro y fuera de la cancha.
Casi dos horas antes de que comience el encuentro, los tatengues
empezaron a llegar al 15 de Abril, aunque la previa –en muchos casos– había
empezado al mediodía. Las tribunas comenzaron a llenarse y el calor abrasador
de la tarde parecía promover más las ganas de cantar.
“A volver, a volver, vamos a volver” era el grito que unía
todas las voces del estadio mientras los jugadores se preparaban para enfrentar
a su escolta. En las tribunas, cada vez más apretados, los hinchas se repartían
papelitos y globos para recibir al equipo.
Apenas pasaron algunos minutos después de las 18.00 cuando
el equipo entró a la cancha y fue recibido: “Señores dejo todo, me voy a ver a
Unión, porque los jugadores me van a demostrar que salen a ganar, quieren salir
campeón, que lo llevan adentro como lo llevo yo”. Fuegos artificiales y aplausos
anticiparon la gran fiesta.
Sonó el silbato y los primeros minutos generaron
preocupación. Temperley salió con todo. Fabián Sambueza y Adrián Arregui
querían aguar la tarde, pero no les duró mucho la intención.
Unión se acomodó y volvió a demostrar la calidad de los
últimos siete partidos. Jugaba mejor y llegaba con contundencia al área rival.
Faltaba que la pelota dejara de esquivar el arco.
Un corner a los 17 minutos y los nervios del rival empezaron
a definir el escenario. Falta de Rodrigo Alonso sobre el goleador Claudio
Guerra y el árbitro Pablo Lunati cobró penal. Un toque claro y limpio despertó
el grito de 20.000 tatengues en el 15 de Abril y de cientos de miles más
distribuidos en toda la ciudad, la provincia, el país y el mundo.
Unión siguió dominando el partido, con sólo algunas
apariciones de Temperley que, a veces, encontraba el camino al arco pero dejaba
dormir la pelota en las manos rápidas del arquero Nereo Fernández.
A los 45 minutos, llegó una jugada hermosa. Enrique Triverio
desbordó por la derecha y pateó un centro perfecto al segundo palo, donde
apareció Lucas Gamba –que había entrado a los 31 por Guerra, quien se retiró
con una molestia en la pierna– para darle el empujón final y concretar el 2 a 0
que dejaba al Tatengue en primera.
Abrazos, gritos y algunas lágrimas llenaron las tribunas y
se mantuvieron durante el entretiempo y la segunda mitad del partido. Sólo
restaba esperar el pitido final.
Tras asegurar el partido con su gol, Lucas Gamba eleva sus brazos al cielo, mientras el primer tiempo se desvanecía en el 15 de abril.
Los últimos 45 minutos sobraron. Temperley no generó
demasiadas situaciones de riesgo y cuando lo hizo se encontró con la seguridad
de Nereo entre los palos. Llegó el final, no hubo minutos extras, sólo la
fiesta que comenzó en las tribunas y fue copando la cancha.
El abrazo de los jugadores, los aplausos a la hinchada y la
alegría sin fin que se apoderaba de todos eran las postales que llenarían las
redes sociales y los medios durante todo el fin de semana.
Sin que la policía hiciera demasiado para evitarlo, el campo
también se tiñó de rojo y blanco. De a poco, la fiesta se fue trasladando a la
rotonda de Bulevar y avenida Freyre. Desde la parte de arriba de la sede, el
técnico Leonardo Carol Madelón celebró su segundo ascenso, ya que el primero
había sido en el inolvidable 1989.
“Estoy muy feliz. Ayer me tocó como jugador, hoy como
técnico, siento mucho orgullo por todo el cuerpo técnico y los jugadores. Este
equipo creció por mérito propio a partir de la confianza que intentamos
inyectarle”, dijo a los medios. Después pasaron, uno a uno, los jugadores que
agradecieron el apoyo de la hinchada y no dejaron de valorar el trabajo de todo
el grupo. La marea tatengue cantaba y celebraba sin parar. Los festejos duraron
todo el fin de semana y la alegría acompañó a cada hincha incluso el lunes,
cuando se reencontraban en escuelas, calles y lugares de trabajo.
Así comenzó otra etapa en la historia de Unión. Quedan tres
fechas que invitan a pensar en otras metas: seguir consolidando el equipo y
llegar a Primera siendo los primeros de la zona. Una vez que se defina cómo
será el torneo de 30 equipos, habrá que considerar qué refuerzos se necesitan y
cómo se planteará el 2015. Mientras tanto, quedan la alegría y la tranquilidad
de haber alcanzado el objetivo.
Publicada en Pausa #146. Pedí tu ejemplar en estos kioscos
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