Nunca pasó

Hugo y los Gemelos en el Patio Catedral.
Pensar en una linealidad del tiempo sería recaer en una
lógica bastante débil: descartado como una propiedad de las cosas,
resignificado  como un modo de percepción
o como un transcurrir cíclico, es evidente que en última instancia, depende de
la dinámica social. Fue ese rigor el que empujó a Hugo y los Gemelos a los
márgenes de su propio tiempo, al que debieron despojar de jerarquía para
contradecir aquel saludo de “hasta el año que viene” enunciado luego de la Bienal. El público avanzó
sobre la magnánima plaza San Martín y luego sobre la fachada del Patio Catedral
con la puntualidad propia de la ansiedad: anunciado para las 21.00 del viernes
28 de noviembre, el inicio a cargo de Pedro Pagés se dilató 45 minutos, aunque
aún después de ese momento el portón de entrada siguió deglutiendo gente que
quería ver “Operación Merma” Capítulo fuera del tiempo, el nuevo show de los
Hugo y los Gemelos .
Sombra, murmullo y la luz pálida de la barra. Desde una
garganta rasposa explotaban risas y puteadas desde ningún lugar. Al igual que
en su participación de junio en el ciclo Desvelado, la introducción estuvo a
cargo de Javier Bonatti, que montado en una tosca columna de luz interpretó un
Dios que se confesó deseoso aunque incapaz de psicoanalizarse: “No sabría por
dónde empezar… ¿por mi viejo? ¡Ja! Si no hay nada…”. Nuevamente invisible, el
abuelo Hugo inició la ceremonia pidiendo a los gemelos como cortina de apertura
a “El flautín de los cuises”. Revelaciones divinas en portuñol, las infinitas anécdotas
del abuelo, la desventura de los pueblos calchaquíes y mocoretáes son algunos
de los recursos que esboza Lautaro Ruatta en sus personificaciones que
sostienen algunas características comunes: son verborrágicas, efusivas y saben
capturar una atención tan sensible que, a cada remate, cosquillea carcajadas.
Entre cada uno de los personajes hay una banda que fue consolidando no sólo su
alineación orquestal (cuarteto de cuerdas, trío de vientos, percusión y a la
vez un coro de voces oscilante) sino también su estilo que tiene de folclore,
de blues, de jazz, una esencia cada vez más parecida a sí misma.
Ruatta es el alma de Hugo y los Gemelos. A los sifonazos, su compañero de andanzas Javier Bonatti.
Bis y el abuelo elevado colgaba entre las columnas del
lugar, que apuntan hacia la altura infinita del patio sin techo que dejó mirar
la luna adorada por la filosofía gemela.
Segunda parte del “capítulo fuera del tiempo”: Juan Ángel,
el psicólogo que asocia libremente y un homenaje musical a Sigmund Freud y Peto
Tetina, el periodista de espectáculos que deriva en Barranquitas, llevaron a
“la gemelada” a alzarse y acabar la función bailando y coreando. Además de
hacer una despedida más apropiada del 2014, el grupo aprovechará lo recaudado
para grabar en enero una versión de sus canciones en formato disco. A
medianoche, sucedió una transición espontánea que tuvo a Sebastián Barrionuevo
evocando con  guitarra en manos a los
tambores que acabaron siendo los del cuarteto Palmonte Percusión, cuyo ritmo
animó la danza de los presentes.
Publicada en Pausa #147. Pedí tu ejemplar en estos kioscos
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