¿Quién pone los cadáveres?

ANUARIO 2014. El departamento La Capital quebró su propio récord de homicidios y
se volvió una de las regiones más violentas del país. La crisis de seguridad es
un padecimiento de los más desprotegidos.
Con el asesinato de Nahuel Villavicencio (29 años) el sábado
13 de diciembre, el departamento La
Capital siguió sumando cadáveres a su récord de homicidios (1) (2).
Villavicencio cumple con todas las características de los cuerpos que están
entregados al azote de la violencia letal. Tras una discusión le destrozaron el
tórax con un escopetazo, en la tarde de Barrio Las Vegas, Santo Tomé: una
gresca, un arma de fuego, un joven, un varón, un pobre.
Después del paro policial de 2013, la ola de sangre de 2014: la Policía de la Provincia parece tan desbordada como pasiva en su acción.
De acuerdo al Censo 2010, el Gran Santa Fe tiene 525.093
habitantes. Con la muerte de Villavicencio, son 139 los homicidios en la
región, 23 más que el último record de 116 muertes, en 2007. Así, en términos
relativos, vivimos en una de las regiones más violentas del país: 26,4 muertos
por homicidios cada 100.000 habitantes en lo que va de 2014. En comparación, en
2013 Rosario tuvo 20,9 homicidios cada 100.000 habitantes, Córdoba 5,11 y
Capital Federal 5,46. A este ritmo, se puede prever que antes para fin de año
sean 150 los homicidios en el Gran Santa Fe.
Las estadísticas oficiales de la Sección de Análisis
Criminal de la División
de Informaciones de la
Unidad Regional I ofrecen una descripción de abrumadora
claridad. Entre 2007 y 2014, el 65% de los homicidios se concentra en apenas 10
dependencias policiales, todas correspondientes a los barrios más pobres de la
ciudad: el noroeste, el noreste, el oeste y el suroeste. En promedio, las
víctimas tienen 29,8 años y los sospechosos 24,9. El 82% de los supuestos
asesinos y el 90% de los asesinados son varones. El 73% de las ejecuciones
implican el uso de armas de fuego.
En el relato público generalizado el temor se amplifica a
partir de relacionar los homicidios con los delitos contra la propiedad. Sin
embargo, las muertes en ocasión de robo apenas explican el 7% de los casos durante
2007 y 2014. Es más, en los últimos cuatro años, período en el que homicidios
aumentaron desde los 73 de 2011
a los 139 actuales, la proporción es todavía más baja:
5,33% de los homicidios fueron ocasionados durante un robo en 2011; 5,05% en
2012; 3,7% en 2013; 5,17% en 2014. No es el robo la variable que determine el
aumento o el descenso en la cantidad de homicidios. En verdad, las escenas
repetidas parecen calcar el caso de Villavicencio: el 63% de las causales
apuntan a un probable conocimiento previo de las víctimas y los victimarios.
Tras el desplazamiento de Matías Drivet de la 
Secretaría de Seguridad  y la asunción de Gerardo Chaumont, el
gobierno provincial puso al frente de la fuerza pública a un ex comandante
general de la
Gendarmería Nacional. El signo fue inequívoco y apunta al
mismo sentido que las intervenciones territoriales de la oficialidad nacional
en Rosario y Santa Fe.
Sin embargo, las razones de esta ola de sangre trascienden
con mucho a la acción de una policía que, evidentemente, necesita de nuevas políticas democráticas que disuelvan su casi total autonomización, modernicen
sus prácticas investigativas y regulen de otro modo su inevitable y fina
conexión continua con el delito.
En el abandono de las zonas más violentadas, en las zanjas
territoriales que hieren y dividen a la ciudad, en la opulencia de las áreas
más ricas y cada vez más ensimismadas y encerradas a pura videocámara y patova
privado está la clave de un cuadro de desigualdad repetido por demasiadas
generaciones, donde la perversión más abyecta es la corriente estimagtización
del mismo sector social que es el que pone los cadáveres.
Problemas  con la Policía
Por lejos, el principal desafío del gobierno provincial es la seguridad. Recién en noviembre, con la llegada de Gerardo Chaumont, la
provincia dio una señal de que buscará domar a la Policía: durante el año,
arreciaron las dificultades y se pudo advertir una posición pasiva de la Policía, que contribuyó al
récord de homicida en Santa Fe y Rosario.
En junio, el gobierno resolvió reincorporar agentes
retirados y sacar a la calle a los cadetes de primer año del Instituto de
Seguridad Pública. En diciembre, el gobernador Antonio Bonfatti puso en
funciones a 900 nuevos uniformados, que apenas completaron uno de los tres años
que dura la carrera. La vuelta de los retirados fue un chasco: a la primera
convocatoria respondieron algo más de 100 personas, muy lejos de los 2.200
nuevos agentes que el ministro Raúl Lamberto aspiraba tener en la calle.
El 2 de julio la Provincia prorrogó por 18 meses la emergencia en seguridad pública, condición en la que entregará el mandato Bonfatti. Con ese
paraguas, el Ejecutivo hizo inversiones –patrullas, helicópteros, aumentos
salariales– que no dieron mayores resultados.

(1) El 25 de diciembre se produjo el asesinato número 150, lo que constituye un récord histórico para la región.
(2) Finalmente, se registraron 153 homicidios durante 2014 en el departamento La Capital: muy por encima de los 116 de 2007.

Mapa de homicidios en Santa Fe, período 2007-2104 (En Pausa #145)

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