El PJ, conforme por seguir en carrera

La fórmula Perotti-Ramos alejó el fantasma de una paliza
electoral.
“Es lo que hay”, admitió un reconocido un peronista al filo
del cierre de la jornada electoral. Y lo que había era escueto: más allá de los
candidatos de la lista Primero Santa Fe, la escasez de referentes fuertes del
justicialismo santafesino en la sede del PJ local, siendo que se definía el
futuro de esa fuerza política en la provincia, era evidente. Por lo demás,
operadores y asesores se veían ampliamente superados en número por trabajadores
de la prensa en el salón del segundo piso.
Julián Domínguez estuvo en la sede del PJ junto a Perotti, candidato a gobernador.
Una visita no anunciada sugirió una bocanada de aire
triunfante en el búnker de Omar Perotti: Julián Domínguez llegó alrededor de
las 20, incluso antes que el propio anfitrión. “Viene como amigo personal y
compañero, no es su intención representar a nadie”, aclaraban los que sabían,
en clara alusión al gobierno de Cristina Kirchner. La actitud del presidente de
la Cámara de
Diputados de la Nación
confirmó esa versión: cuando los medios lo abordaron respondió con una amable
reticencia al estrellato y una insistente referencia a las condiciones
dirigenciales del ex intendente rafaelino.
Minutos después, el candidato a la Casa Gris habló
cautamente. Él no quería dar declaraciones, sólo saludar cordialmente a los
movileros y camarógrafos. “Es austero lo nuestro. Espero que se sientan
cómodos”, dijo. Sus deseos se cumplieron: en el búnker de Perotti hubo cero
hostilidad y cero opulencia. Hacia las 21:30, los sándwichitos se habían
terminado y ya no hubo reposición de gaseosas. No es ningún misterio la
voracidad alimenticia de los periodistas en estas ocasiones. Pero acaso la
cuestión no pasara por ahí: eran momentos de esperar resultados sobre la
fórmula a gobernador del PJ, no de banquetes. Sin embargo, orillaban las 22 y
los precandidatos a senador Mario Lacava y a intendenta Silvina Frana no
aparecían. Quizás, toda una declaración de diferencias entre el obeidismo y el
perottismo. O no, porque minutos después, los mencionados llegaron.
De todas formas, a esa altura daba igual, porque durante
toda la jornada cada persona de interés que arribaba se recluía en una
habitación contigua (el verdadero búnker) y no daba declaraciones. Así dadas
las cosas, los reporteros conversaban entre sí, a la espera de novedades. Salvo
por la chica de bonitas facciones que constantemente nos devuelve la pantalla
de TN, quien apoltronada en una banqueta, esperaba que las noticias la
cachetearan.
Las definiciones llegaron bordeando las 23. En la planta
baja los bombos habían empezado a sonar esporádicamente 90 minutos atrás. A una
hora de la medianoche los candidatos de Primero Santa Fe se dirigieron a la
prensa. Perotti habló de objetivos mínimos cumplidos, de cambio y de captar
votos ajenos. La chica de TN venció su letargo: “¿Cómo va a hacer el
kirchnerismo para recuperar esos votos?”, “¿cómo fue que perdieron taaanto ante
un candidato que no tiene nada de experiencia política (por Del Sel)?”. No
comprendió que, mientras ella se recostaba en un sillón con la vista puesta en
Buenos Aires, en el búnker que le tocó de Santa Fe el clima partía en la
incertidumbre, pasaba por la expectativa y descansaba en el alivio.
Alrededor de las 23:20, Perotti se dirigió a los militantes
peronistas, que para entonces sí, hacían sonar sus bombos estruendosamente.
“Hay que ir casa por casa”, les pidió. El hombre sabe de qué habla: porque con
“lo que hay”, claramente, al PJ no le basta.
Publicada en Pausa #152, miércoles 22 de abril de 2015.
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