Estancamiento

Médula, por Fernando Callero
Confusión, robo nocturno en un supermercado. Recorrido por
las góndolas, guerra de bolsones de pañales. Golosinas escupidas a medio comer.
Un botín enorme de quesos caros, Coca Cola y algunas tecnologías, pero como
dije, nada claro, confusión, goce y estado de euforia que continúa en un
departamento lujoso donde estamos de polizones. Después del zafarrancho viene
el arrepentimiento, la culpa, todo se va a descubrir y no tenemos coartada. El
departamento está lleno de mugre, en cualquier momento viene el dueño. Se
corta.

Los tiempos de entusiasmo son muy difíciles de sostener.
Estoy contento de estar vivo y de haber zafado de una lesión total de la
médula, quiero decir, de quedar cuadripléjico tal como ingresé esa noche del 4
de diciembre al hospital. Pero la rutina de rehabilitación es lenta, la
recuperación de las piernas dejó de manifestar señales constatables para
estancarse en un largo proceso de ensayar a diario el reencuentro con los
músculos y nervios que recogen las piernas, primer movimiento de la locomoción.
No los encuentro, sobre todo en la izquierda, donde tengo mayor sensibilidad
pero menos fuerza para quebrar los espasmos. El asunto se estanca, cada día
amanezco con un par de postes insensibles debajo de la cadera que limitan mis
movimientos a los de una oruga que se arrastra pesadamente sobre la cama y con
suerte consigo hacerlas caer por el borde para erguir el tronco y sentarme
sobre un culo que parece aeróbico, como un salvavidas.

Van a hacer dos meses dentro de una semana, sé que he
evolucionado mucho pero mi cabeza no para, quiere vivir, agitarse, moverse. Los
estudios se demoran. La urodinamia que me practicaron antes de ayer no dio
buenos resultados. Cuando tuve ganas de hacer pis, resulta que no salió. La
vejiga me explotaba, tenía toda la sensación, pero la micción no se abría
camino. Total: vuelta a ponerme la sonda con su pestilente bolsita que tengo
que cargar todo el día con todo tipo de cuidados por el riesgo de arrancarme el
miembro de cuajo, porque el extremo que llega a la vejiga está inflado con
suero fisiológico, una pelota que impide que se salga. Ese artefacto no me deja
empezar los ejercicios en la piscina. Pero pronto voy a estar en el agua con
los compañeros. Sopa de fideos. Falta poco.


Publicada en Pausa #159, miércoles 12 de agosto de 2015
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