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Vamos por la tercera o cuarta clase, la lluvia nos tiene a mal traer. Estamos trabajando sobre qué es la literatura, ya hace unos años que estoy graduada en Letras y acumulo antigüedad en docencia, algunas contracturas y libros que no siempre alcanzo a leer. Cuando puedo escribo y asisto a talleres donde se trabaja con la palabra y hasta organizo alguno de vez en cuando. ¿Y?

Como en ese sueño en que me informan que aprobé mal la última materia y tengo que dejar a familia y amigos con las ganas de tirarme huevos, ese interrogante ¿qué es la literatura? se me abre cada vez más. A veces en las clases optamos por la respuestas tranquilizadoras: la literatura es ficción, el autor murió, el narrador es una voz de papel, los tres géneros literarios son cuatro: el norte y el sur, blablabla.

Anoche soñé algo nuevo, distinto, pero igual de trágico: la directora me avisaba a comienzo de año  que todo el quinto comunicación estaba promovido y era yo, esta vez,  la que se quedaba con las ganas. En el sueño me largaba a llorar,  miraba tres libros que tenía bajo el brazo y que no había podido leerles, les pedía disculpas, y les confesaba mi amor diciéndoles: los voy a extrañar. Si la docencia no es un acto de amor, no sé qué es. Quizás sea un trabajo como cualquier otro.

La última clase que tuvimos con el quinto comunicación fue un flash, todo salió como en un sueño, metonímicamente hablando. Presenté el tema, y enseguida una de las chicas levantó la mano llena de curiosidad y vergüenza, me dijo: Profe, yo no entiendo, ¿qué es la literatura? Porque el año pasado yo le pregunté a la profe si íbamos a trabajar con Galeano y me respondió que no porque eran historias, no literatura.

La exclusión nunca es inocente. El argumento vacío tampoco.

Después cuando tomé asistencia, me detuve en un nombre: Génesis Soledad. Qué nombre fuerte, se me escapó. Génesis preguntó por qué. Matías levantando la mano se recitó de memoria la etimología hebrea de la palabra, y los pibes del fondo –una especie de panelistas con la cuota justa de humor, inteligencia y pavada– hicieron un chiste a coro: Sos el principio de la soledad, o ¿la soledad del origen? o vas a estar siempre sola. Risas.

Después volvimos a la literatura (¿nos habíamos ido?) y traté de dar algunas respuestas que los dejaron con las frentes más arrugadas: es literatura lo que se lee como tal, lo que las instituciones avalan y en última instancia es subjetivo. Para mí Galeano sí es literatura, lo venden en las mesitas de literatura y el gobierno, el anterior mandó la colección completa a todas las bibliotecas escolares. Se los dije con orgullo, marcando sin problema mi canon, mi adentro, eso que no me van a sacar. Además ustedes lo leen como literatura.

Tengo la imagen grabada de la primera clase: una chica y un chico pelando de sus mochilas Las venas abiertas y Patas para arriba. Si cargar eso en las espaldas no es amor ni literatura no sé qué es.

Después les hablé un poco de Michel Petit de la idea de la lectura como un encuentro, con otros, con uno, con lo otro de uno. Y les leí: Gelman: la literatura puede ser un encuentro con el dolor de un tipo que escribe y de un país que lo lee en la derrota. Kamenszain: Cuando te vea por primera vez me voy a hacer la que no te conozco. Damían Ríos: la escritura es un encuentro con los que no están, un mate que va y viene, un día de sol que adviene al tipear en medio de la lluvia.

Profe, la poesía puede no tener rima? Profe, la poesía, ¿siempre es así? ¿Como que... dice sin decir? Si este no es el mejor curso de todos le pega en palo.

Les leí el prólogo de El Libro que canta de Yolanda Reyes, una colección de canciones de cuna, relatos y juegos para acompañar al niño desde el principio con la palabra. Los movilizó  ese relato que toco de oído acerca de una tribu africana en la que cuando un niño está por nacer las mujeres se juntan y le crean y cantan una canción que lo acompañará por toda su vida, en su nacimiento, en sus cumpleaños, cuando esté triste, cuando comente un delito. La palabra abriga. Después hablamos acerca del comienzo de los textos religiosos: el Popol Vuh, La Biblia... Alguien nombra y al nombrar se hace la luz. Dar a luz, dar la palabra.

3 Comentarios

  1. Larisa, "no te apartes de este camino (...) sólo eso, no desistas (..)" te dejo estas palabras que me regalo una Profe. que me acompaño en mis primeros pasos como docente.

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