El fútbol no olvida a los fusilados

La camiseta de Central Ballester recordó las masacres de La Cárcova y José León Suárez.

El fútbol argentino tendrá siempre un fuerte lazo político y social que será conservado por una historia que nunca podrá cortarse. Una muestra más de ese lazo inquebrantable lo dio el humilde Central Ballester, un club que está enclavado en José León Suárez, del populoso partido bonaerense de San Martín. El pasado 8 de junio, en el entretiempo del partido que jugaron Central Ballester con Juventud Unida, por la última fecha del Torneo de Primera División D, se hizo un homenaje a los fusilados de José León Suárez de 1956 y los pibes de la “Masacre de La Cárcova” (2011). El equipo, que luce los colores azul y amarillo, jugó desde el comienzo del año con un diseño de camiseta alternativa que lleva en su pecho la imagen de un hombre con los brazos en alto que será ejecutado por dos pelotones de fusilamiento. En total se usaron 15 camisetas con apellidos de las víctimas, las doce de 1956 y las tres de 2011.

Ezequiel Rodríguez (jefe de prensa del club) fue el que llevó adelante el diseño de la camiseta y activó la memoria de miles de vecinos, y además es quien se encargó de alzar la voz para decir que “Central Ballester es un club que no tiene sede ni estadio, pero tiene un compromiso con el barrio, una dignidad y una hidalguía innegociable, tanto dentro como fuera de la cancha”. Por ese motivo “desde el comienzo del campeonato los jugadores han sabido llevar este mensaje consigo; pero además de ese mensaje inherente al diseño de la camiseta, los jugadores de Central Ballester salieron al campo de juego con unos apellidos que no eran los suyos, con unos apellidos que garantizaban la victoria, con los apellidos de héroes que Rodolfo Walsh rescató del anonimato, con los apellidos de los que fallecieron por manifestarse a favor de la democracia, con los apellidos de los fusilados de José León Suárez el 9 de junio de 1956 y de los pibes de la Masacre de La Cárcova de 2011”.

El 3 de febrero de 2011, un tren carguero descarriló por accidente en el barrio La Carcova de José León Suárez. La gente se agolpó alrededor intentando rescatar algo, práctica a la que muchos vecinos están acostumbrados por revolver los residuos del basural del Ceamse. Los policías llegaron rápido. Aseguraron ver armas, pero nadie más pudo dar testimonio sobre esto. Tampoco pudo probarse que los daños a los patrulleros ubicados detrás del tren fueran causados en esa ocasión. El resultado fue una represión a mansalva, que terminó con la muerte de los adolescentes Mauricio Ramos y Franco Almirón, y en las graves heridas ocasionadas al sobreviviente Joaquín Romero.

Por los de ayer y los de hoy

“Quería hacer algo con ese sustantivo abstracto, que es la pertenencia, y hacer algo por el barrio. La pregunta fue de qué modo hacerlo, ya que no tenemos cancha, no tenemos sede y no podemos cumplir con ese rol social de un club de barrio, y fue ahí cuando se me ocurrió homenajear a personas que dejaron la vida por la democracia, que lamentablemente fue el hito más importante que tiene José León Suárez. Esta idea fue propuesta en una reunión de Comisión Directiva, y rápidamente fue aceptada, pero me dijeron que no había que olvidarse de los pibes de la masacre de La Cárcova”, dijo el ideólogo del homenaje en diálogo con Pausa. Sobre este tema destacó que “la última cancha que tuvo Central Ballester se perdió hace 20 años, fue ocupada y luego hicieron casillas; esa cancha la tuvo en el barrio de Cárcova, así que este homenaje mutó un poco y fue más abarcativo”. El joven diseñador gráfico y dirigente señaló que “sirvió para que los pibes se enteren lo que pasó, y lo que está pasando”.

El entretiempo del 8 de junio sirvió para condenar la violencia institucional y poner bien alto a todas esas víctimas, las de ayer y las de hoy. Pero también sirvió para que los familiares presentes de algunos de los caídos de 1956 recibieran la camiseta con sus apellidos en la espalda. Entre familiares y amigos, la emoción se agigantó cuando el mismísimo “fusilado que vive” (frase que da origen a Operación Masacre), Juan Carlos Livraga, recibió la camiseta de Central Ballester, que en su espalda lucía: “LIVRAGA”, con el 4 en el centro.

También las víctimas de violencia institucional de 2011 recibieron la camiseta con su apellido. Los familiares de Almirón y Arce Ramos estuvieron presentes, y Joaquín Romero en persona confesó ser “un nuevo hincha de Central Ballester”, y prometió llevar la camiseta del club con tanta dignidad como con la que lleva los tres agujeros de bala que la policía le tatuó para siempre el 3 de febrero de 2011.

 

El mensaje

Luego de sembrar la semilla de la memoria el muchacho de prensa, el motor de todo esto, aseguró: “Estamos muy contentos porque el homenaje llegó a quien tenía que llegar, a los hijos y familiares de las víctimas, a los dos sobrevivientes y también por haber mostrado la violencia institucional. El club tiene representatividad en barrios muy carenciados”.

Más adelante, habló sobre la utilidad del deporte: “El fútbol, que es un deporte absolutamente popular y masivo, te da la posibilidad de agarrar una camiseta para darle un contenido, y desde ese momento te puedo dar un mensaje popular y masivo. Eso me permite construir desde el fútbol. Quizás lo nuestro sea un poco ambicioso, tratándose de un club como Central Ballester, que está cómodo en la última categoría de AFA, pero si cada uno se hace cargo y construye desde lo que tiene no estaríamos sufriendo tantos problemas”.

Sobre el final del diálogo, Ezequiel dijo que “en el camino de este homenaje hubo muchas cosas gratas, una de esas las recibí cuando volví de la cancha (del homenaje). En la página de prensa de Central Ballester recibimos un mensaje de un grupo de ajedrecistas que nos mostraba los logros que habían obtenido a nivel provincial y nacional, y además nos pedía representar a Central Ballester en la copa de ajedrez que organiza la AFA, ya que la única manera que tienen de participar es representando a un club de AFA. Y nos decían que nos querían representar por los valores que transmite el club. Esas son las cosas que te dan una palmada en la espalda para poder seguir adelante en un camino de tanto esfuerzo como para poder mantener un club tan humilde como el nuestro”.

Palabra de Bayer 

El escritor Osvaldo Bayer apoyó la movida del equipo y el club por el barrio: “Los fusiladores y los fusilados quedarán en el recuerdo. La injusticia siempre va a quedar en el recuerdo”.
El escritor Osvaldo Bayer apoyó la movida del equipo y el club por el barrio: “Los fusiladores y los fusilados quedarán en el recuerdo. La injusticia siempre va a quedar en el recuerdo”.

La movida cultural de este humilde club de la “D”, que comenzó a principio de año y culminó en el homenaje a los familiares y sobrevivientes presentes en la cancha de J.J. Urquiza (donde Central Ballester hace de local), contó con algunas personalidades que se vieron sensibilizadas e involucradas afectiva e ideológicamente, como fue el caso de Osvaldo Bayer: “Esto es la tristeza eterna, sí. Pero también es el consuelo de que el futuro los va a premiar siempre con el recuerdo de haber muerto inocentemente, de haber sido muertos por el prejuicio de los que querían el poder. Siempre van a vivir en el recuerdo de la gente. Los fusiladores y los fusilados quedarán en el recuerdo. La injusticia siempre va a quedar en el recuerdo”.

La camiseta de Central Ballester une las dos masacres, algunas de las víctimas del 56 eran militantes, otros sólo se juntaron a escuchar una pelea de box. Unos pocos sabían que el objetivo era escuchar la proclama que daría instrucciones sobre cómo apoyar el levantamiento contra el gobierno de Pedro Eugenio Aramburu, máximo responsable de la proscripción del peronismo desde el año anterior. Los masacrados y postergados de este nuevo milenio sólo se acercaron al tren para buscar algo para comer o para poder vender.

Todos, los de 1956 y los de 2011 murieron acribillados por aquellas y estas fuerzas de seguridad del Estado argentino.

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