Tres representantes de la asamblea de los habitantes permanentes del camping comunican al dueño que la reciente votación decidió casi por unanimidad la expulsión definitiva del Tuca, el Chiqui y el Flaco por innumerables motivos entre los que se destacan: hurto, ruidos molestos, uso de drogas, exhibicionismo y actitud antisocial. El dueño del camping escucha impaciente y, cuando el mensaje concluye, responde a gritos. El dueño del camping se pone tartamudo cuando está nervioso así que su respuesta es enfática pero lenta, hecha con palabras sueltas y muchos insultos. En resumen, repite, que eso ya no es un camping ni él es su dueño, que en un camping la gente va por unos días y después vuelve a su casa o va a otro lado y que además pagan por estar ahí, también dice que hace rato que eso es una villa y no un camping y que él está ahí solo porque no tiene otro lugar adónde ir, y pide que por favor dejen de romperle un poco las pelotas que ya demasiados problemas tiene. La mujer del dueño del camping, que se sumó a la ronda cuando su marido empezó a contestar, agrega que cuando decidan echar gente van a empezar por ellos tres, por inútiles, pelotudos y alcahuetes. Los representantes de la asamblea se retiran en silencio, arrastrando los pies y negando con la cabeza, se trata del Gordo Duro, el Gordo Blanco y Don Cheto, de quienes no se dirá nada más por hoy.

Por lo pronto los tres imputados, excepcionalmente, están trabajando. El cantante de ópera tiene una camioneta y, cuando consigue nafta y tiene suerte, trabaja como fletero. Ahora realizan una mudanza de un viejito que enviudó y se va a vivir con una de sus hijas. Cuando terminan de cargar las cosas el Flaco piensa que la camioneta lleva una casa desnuda. El Chiqui, acurrucado entre cajas, señala una pc, todos sonríen con una mueca que más bien es de pena. Por supuesto, recuerdan el día 404, cuando se terminó Internet, pero ninguno quiere volver a hablar de eso, con todo lo que pasó después parece un tiempo lejano y extraño. El Tuca es el que menos usaba la red pero recuerda ese día porque un rato antes del 404 lo echaron del supermercado en el que trabajaba y se boxeó con el encargado.

A menos de 15 minutos de viaje la camioneta se detiene al costado de la ruta, el cantante se baja y grita “se nos murió el viejo y la recontra mil cajeta de la lora”. Rápidamente deciden continuar el viaje, el cantante pide que alguno se sume adelante para no ir solo con el muerto. El Tuca accede.

Al llegar a destino, luego de las condolencias de rigor, el cantante solicita otra tarifa, argumentando que la anterior era por mudar cosas y que mudar un muerto además de ilegal es mucho más caro y así. La hija del viejo paga lo acordado y luego de un rápido inventario y de juntar dos cajas, agrega como pago la carga de la camioneta aclarando que es lo único que puede ofrecer. El cantante no dice una palabra y hace señas a los otros para que suban. Sabe, que en una de las cajas hay un fax que parece nuevito y siente que la revolución está un poco más cerca.

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