Con un show en Tribus, Parteplaneta arrasó los tímpanos. Foto: Federico Ferreyra.

Parteplaneta anunció un impasse y despidió a su público santafesino.

“No te puedo creer que esta banda no toque más”, dijo un pibe transpirado hasta la barba cuando los músicos ya habían bajado del escenario. Veintidós canciones antes, una medialuna rellena de gente ya estaba entrada en calor gracias al show de Huevo, grupo rosarino que viene agrandando su rumor por los bares y otros lugares menos fisura del país a pasos de tranco largo. Julián Baglietto, frente cuidada por visera, hizo prácticamente de local con el público a su favor cantando las canciones, haciéndolo alzar las manos y bajando a hacer pogo. Las sillas y mesas de madera oscura repartidas irregularmente en el espacio que la gente parada permitía estaban, en su mayoría, desocupadas. Seguramente, como síntoma de la ansiedad por ver el último show de Parteplaneta.

Hace nueve años, el Tano Luciano Farelli con su guitarra y sus letras y su voz, Manuel Cena dominando la batería y Fernando Romero Bucca en las veces de bajista y corista, se formaron atrás de ese nombre que prometía venir a romper la música terrícola partiendo de bandas con las que se criaron, como La Cruda y Pobre Vaca. De hecho, Camilo Hormaeche (cantante de la segunda) participó en su primer disco. La influencia del rock doméstico estuvo siempre presente en su consideración y lo dijeron cada vez que les preguntaron.

En 2009 cargaron los instrumentos, la ropa y se mudaron a Buenos Aires. Ahí no solamente la remaron fuerte para conseguir lugares donde tocar (a causa del efecto Cromañón), sino que se agregaron otros proyectos artísticos como la producción musical o cuestiones relacionadas con la fotografía. En ese “abrirse paso” en la más grande de las ciudades argentinas, hubo también un laburo intenso de su manager, Chengo Altamirano, que los siguió a Buenos Aires y a todos lados.

En 2010 salió su primer disco, La identidad, en el que empezaron a definirse por su inquietud constante, por el recurso tecnológico tanto usando sintetizadores y samplers como pedaleando la Fender Jaguar del Tano o el bajo de Fernando, un Precision Bass negro de la misma marca.

Para 2012, ya tenían bastante más aceitada la máquina de girar abarcando todo lo que podían entre Buenos Aires y su Santa Fe con otro disco caliente en mano: el tiempo de El nuevo proceso no solamente les consiguió nuevos y más lejanos destinos adonde ir a tocar (la gira los llevó hasta Paraguay y Chile), sino también la compañía de otras bandas ascendentes que opacaron el fulgor stone de la primera década del siglo XXI, como Todo aparenta normal, Bigger, Eruca Sativa.

Medios nacionales, medios especializados y otros músicos mismamente se hicieron eco del transcurrir de Parteplaneta en estos nueve años. También lograron componer “su” público, ese que quedó huérfano después del show en Tribus, anunciado como el definitivo en esta ciudad antes de una pausa de tiempo incierto, según el comunicado difundido por su cuenta de Facebook el 26 de junio.

Llegando a la medianoche de ese viernes llovido no hubo ni visuales ni pistas para hacer tiempo de acomodarse en el escenario, la lista se empezó a cumplir con “Expandir la voz”, de Arcos, su tercer y último disco que presentaron en ese mismo lugar el 12 de septiembre de 2015. En algunos momentos del show, y como pasó en el último tiempo de la banda, Farelli pudo dejar la guitarra para dedicarse exclusivamente al micrófono, gracias al apoyo del guitarrista Lucas Delacroix (que se integró en abril de 2016).

Aunque la costumbre del músico que charla mucho entre tema y tema está venida a menos entre las bandas jóvenes, no hubo mucha más interacción que el agradecimiento y un dejo de tristeza entre sus gestos. Así y todo, la música sonó durante dos horas ininterrumpidas de show, casi que hamacando las canciones, como quien intenta relajar a un nene para que se quede dormido. Pero también quedó un público huérfano, que cantó, bailó y “cabeceó los cortes”, como dice Julián Baglietto, que subió a cantar “Vendrá”, el anteúltimo de la lista.

“Una bola de energía que se va agrandando con una disposición muy sofisticada” habíamos dicho en una vieja nota de Pausa acerca de esta banda que trabajó muchísimo y cargó esa energía en cada cosa que hicieron: desde que las canciones se estaban escribiendo, hasta las tapas y la calidad del sonido de sus discos y videoclips, todos los cables bien ataditos y prolijamente unidos para llevar sangre y electricidad desde los dedos propios hasta los oídos de los otros. El Día del Amigo los va a tener tocando por última vez, en la nave del CCK. Será jueves, será para celebrar.

 

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