Hermenéutica

 

El Flaco encontró un mapa que no se entiende bien y el Tuca soñó que encontraban un canuto de los narcos o de los saqueadores. El Flaco encontró el mapa revolviendo basura, le llamó la atención el plateado del tetrabrik dado vuelta y cocido con hilo choricero, el papel cartulina estaba enrollado en unos trapos. Parece el camping mismo pero las referencias son ambiguas, imprecisas o indescifrables. Lo más raro es la palabra aporía al lado de un dibujo de un perro de cuello largo o una jirafa.

El Tuca va con un machete por un cañaveral, mejor dicho está en medio de un cañaveral que desde adentro bien podría ser del tamaño de una carpa de circo, de un súper chino o de un continente, aunque, a ciencia cierta, la expresión “en medio de” no puede aplicarse más que de manera supersticiosa. Por ahora, a machetazo limpio el Tuca avanzó, o mejor dicho se abrió paso unos 6 o 7 metros. Al principio el ejercicio fue casi placentero, el Tuca sintió sus brazos potentes cada vez que una caña se partía, lenta y crujiente, algunas, las menos gruesas se abrían limpias como un silbido, como una cabeza guillotinada, las pesadas se desplomaban como una catarata de tambores. Pero a medida que la respiración se le fue descontrolando empezó a sentir los calambres, el encierro y el miedo.

Los 6 o 7 metros que el Tuca pudo moverse se ven como una leve marca, que con esfuerzo parece un pasillito muy angosto atravesado por cañas de distinto tamaño y a distinta altura. Entonces vuelve sobre sus pasos mejorando el camino y, más o menos en la mitad del pasillo, decide abrir un círculo, aunque no piensa en figuras geométricas sino más bien es un espacio que alivie esa cárcel de tacuaras. Al límite de su paciencia y de su fuerza logra una figura irregular de unos 2 o 3 metros de superficie dentro de la cual como un equilibrista consigue sentarse con las piernas estiradas. Entre puntas verdes, apoya las dos manos detrás de su espalda, mira el cielo, la traspiración le arde en los ojos. Piensa que en un rato cuando se mueva el sol va a poder ubicar los puntos cardinales, aunque rápidamente asume que esa información no le cambiará nada. Decide que después de descansar va a intentar seguir una dirección recta sin poder saber si no será peor que quedarse quieto. Llega la sed.

La voz del Chiqui lo arranca de la pesadilla, le muestra el mapa que encontró el Flaco que mira desde más atrás con cara de primero de la fila. Salen los tres con un machete y una pala a buscar un cañaveral.

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