7 de cada 10 norteafricanos vienen del mismo tata

Una de las grandes deudas de los estudios demográficos es determinar quiénes y cómo eran las primeras personas que habitaron el planeta después de la extinción de los dinosaurios, hace como 66 milones de años. Así fue que a investigadores de la Universidad Pompeu Fabra –UPF - y el Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona –IBE- se les ocurrió analizar una variante del cromosoma Y (que se transmite de padres a hijos) para conocer hasta dónde podían rastrear los orígenes de la población del Magreb, el norte africano.

Mano momificada hallada en Tenerife: el gen también se encontró en momias guanches, señalando al norte de África como la región de origen más probable de los aborígenes de las Islas Canarias.

La muestra fue de algo más de 200 varones de África del Norte, Oriente Medio y también de la península Ibérica, que tras ser estudiado concluye en su artículo publicado por la revista Scientific Reports que el 70% de los varones magrebíes tiene un antepasado en común, un tata que vivió hace 2500 años más o menos.

“Esta fecha indica un origen extremadamente reciente, sobre todo si tenemos en cuenta la gran cantidad de personas que comparten el linaje”, dijo Francesc Calafell, jefe del grupo de investigación en Genómica de la Individualidad del IBE. “La datación de esta variante ha sido controvertida para la comunidad científica, ya que investigaciones anteriores sugerían que origen de la población del Magreb debía remontarse a tiempos del Neolítico, hace 4.500 años, o incluso hasta el Paleolítico, hace más de 12.000 años atrás”.

70% de las muestras a unos 200 varones arrojaron similitudes en cuanto a un mismo antepasado que vivió hace 2500 años.
Fenicios, romanos, bizantinos y vándalos, apenas algunos de los pueblos que en algún u otro momento eligieron el Magreb para instalarse, así de diversa quedó genética de esta buena gente: “Aproximadamente 2.000 años atrás, el norte de África era una de las provincias romanas más ricas, y dada la coyuntura, la variante E-M183 del cromosoma Y pudo haber experimentado un notable crecimiento demográfico”, comenta Neus Solé, autora principal del estudio.

 

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