Con la plata de los argentinos se le pagan a millonarios tasas impresionantes con riesgo cero. Así funciona el inútil plan social para los amigos que instrumentó desde enero de 2016 el Banco Central con las lebacs. Ya se pagaron sólo en intereses 377 mil millones de pesos: el presupuesto de la ciudad de Santa Fe por 65 años.

¿Qué son 377 mil millones de pesos? Son todos los gastos del Estado de la provincia de Santa Fe –salarios, obras, pagos a proveedores– durante muy poco menos de dos años. Otra medida: 65 años de presupuesto de la ciudad de Santa Fe, o el presupuesto de 65 ciudades iguales a Santa Fe. No hay tantas ciudades con ese tamaño en nuestro país.

Toda esa guita ya se repartió acaso entre menos de 15 mil personas (y apenas unos 450 como máximo fueron quienes se llevaron la parte grande de la torta). El trabajo que hicieron para obtener esa recompensa, el esfuerzo que tuvieron que entregar fue ninguno. La riqueza generada fue cero. Entre enero de 2016 y abril de 2018 el Banco Central de la República Argentina (BCRA) desató una fiebre especulativa que hoy se volvió no sólo una burbuja gigante de deuda, sino que además ya tuvo un costo contante y sonante. En poco más de dos años, el BCRA pagó en intereses a los compradores de lebacs en pesos un exacto total de $377.431.117.263. Trescientos setenta y siete mil cuatrocientos treinta y un millones ciento diecisiete mil doscientos sesenta y tres pesos.

Papelitos

Las lebacs son pagarés que ofrece el BCRA a quienes los pueden comprar: firmas financieras –bancos, compañías de seguros, fondos de inversión, por ejemplo– y agentes de bolsa. El resto de los mortales tenemos que pasar a través de esas instancias para poder comprar lebacs. El trámite es sencillo, hasta se puede hacer por teléfono en cualquier entidad. Sin embargo, por la operación se suelen cobrar fuertes comisiones: los bancos prefieren que el dinero de los ahorristas vaya a sus productos –como un plazo fijo– antes que verlo pasar y que sea absorbido por el BCRA. Y los agentes de bolsa aprovechan que otros cobran comisión. El resultado real entonces es que pocos, muy pocos jugadores ingresan a esa timba.

La complicación es que los bancos usan dinero real –el de los depositantes– para comprar estos papelitos del Banco Central. Luego, si el BCRA no responde por esos papelitos, los bancos no pueden responder a sus depositantes. 

Uno de los días en que más personas (humanas y jurídicas) entraron a comprar lebacs a 35 días –significa que el BCRA paga en 35 días la plata que pusiste más un interés– fue el 17 de mayo de 2016: 11.033 tipos pusieron $64.396.992.961 (64 mil millones) y a los 35 días les devolvieron su dinero y le pusieron arriba unos $2.269.320.039 (dos mil millones). Le pusieron: el BCRA, el Estado, les puso esa parva de “la plata de los argentinos”, con un instrumento financiero que pagó una tasa de 36,7% anual ese día.

Actualmente, el BCRA vende lebacs (las licita, en rigor) una vez al mes. Durante 2016 y comienzos de 2017 lo hacía una vez por semana. Estos pagarés se pueden pagar entre el mes y los siete meses. El ofrecimiento de tasas más altas es por las lebacs que se pagan al mes, como en el ejemplo anterior. El pico fue la licitación a 35 días del 15 de marzo de 2016, cuando la tasa alcanzó el 38% anual. En la última licitación, el 17 de abril de 2018, pagaba el 26,3% anual a 28 días. Ya se espera que para la próxima licitación, el 15 de mayo, el BCRA tenga que ofrecer tasas que ronden el 38% para contener la corrida del dólar.

Se trata de intereses altísimos, muy por encima de los que se pueden obtener en la economía real, sea como ganancia por producción de mercancías o aumento salarial. También encarecen los créditos: los bancos esperan obtener más por arriesgar plata de lo que obtienen con las segurísimas lebacs.

—¿De dónde sale la plata que paga esos intereses?

—La paga la producción del país. Son los intereses del país. En algún momento prendés la maquinita y lo vas pagando con los pesos. Ese es el problema de un país cuando se vuelve tan financiero.

—Pero… ¿no es como tener la maquinita de imprimir pesos, pero imprimiendo pagarés?

—Exactamente. En algún momento vas a tener que responder por eso. Vas a tener que salir a responder.

El diálogo es con un operador bancario de una firma nacional mayor. Está describiendo cómo funcionan las licitaciones de lebacs, cómo se compran y venden estos pagarés.

La burbuja

Con el cambio de gobierno, el operador vivió la fiebre de las lebacs desde adentro. Ahora está calmada, afirma, pero también se preocupa por el volumen que tomó el asunto. La entrevista fue anterior a la corrida que se largó en los últimos días.

El stock de lebacs (la cantidad de pagarés que hay dando vueltas) equivale según el último dato de marzo de 2018 a $1.145.582.602.438, un billón ciento cuarenta y cinco mil quinientos ochenta y dos millones y algo más de pesos. En enero de 2016 ese stock era de 337 mil millones de pesos, creció un 339% (por eso se dice que es una burbuja). Esa burbuja equivale hoy al 92% de las reservas del BCRA, o al 112% de todo el dinero circulante en la economía, incluso el depositado en los bancos. Se debe casi toda la tarasca que el Estado tiene como reserva, o más de todo lo que tenemos en los bolsillos.

Con la estrechez propia de una teoría económica caduca, el BCRA entiende que la inflación se produce porque hay un exceso de moneda en manos de sus habitantes. En lenguaje vulgar, porque el kirchnerismo le dio a la maquinita de imprimir pesos. “Alta nominalidad heredada”, le llamaba el BCRA en su comunicación sobre la licitación de lebacs del 19 de abril de 2016. Lo que las lebacs buscaban era justamente sacar pesos de circulación y, al mismo tiempo, ofrecer a los timberos una rosca más segura y atractiva que la de irse al dólar. Podría ser algo virtuoso, excepto porque hay  condiciones extra: en Argentina la salida y entrada de capitales quedó totalmente desregulada de facto. Entonces, se armó una bola gigantesca de dueños de una deuda en pesos que, en cualquier momento, pueden cobrarla, pasarse al dólar y, encima, rajarse del país. En el camino, o el dólar se va a las nubes o el BCRA quiebra. “Si el Banco Central no paga estamos en un país que está zozobrando por todos lados, volvemos al 2001 si el Central no sale a pagar”, resume el operador. “Si el Central no paga hay default; tampoco ningún otro banco te va a pagar nada de nada. Es una locura pensarlo, que te esté fallando la casa madre de todos los bancos”, pondera.

—Pasó.

—Pasó, sí, pasó. En 2001 –sentencia el operador bancario–. Pero había una gran pequeña diferencia, que eran los depósitos en dólares. Esto es en pesos. El Central no fabrica dólares, fabrica pesos, a los dólares los tiene que traer de afuera. El Central puede prender la maquinita. ¿Qué pasa si todos esos pesos el Central los paga? Si un cliente no renueva Lebac para irse al dólar para el país es malo. Le va a meter una presión al dólar terrible, por eso la mantienen competitiva a la tasa en pesos. Sería bueno que no renueven Lebac para meter una nueva empresa, otro super, producción. Eso sería importante para el país. Ahora, para simplemente cambiar de instrumento financiero no es lo bueno y es lo que está pasando acá. Hoy a estos niveles de tasa te conviene quedarte en los instrumentos financieros, no en la producción. Tasas normales son del 4%, 6%, y estamos pagando 25% o 26%. Es muchísimo.

¿Quién fija esas tasas? El BCRA. Pero no tanto.

Mis amigos

“Está muy consensuado el tema”, explica el joven encamisado, sentado a una mesa de vidrio dentro de una habitación blanca. “Los grandes jugadores vienen acompañando. Anses, los bancos, vienen acompañando el proceso”, aclara. “No vienen a decir que quieren cobrar ya y no renuevan. Es algo que deciden los pocos que renuevan en el tramo competitivo, los grandes jugadores. Bancos, compañías de seguros, fondos de afuera que venían con dólares, que pasaban a pesos, la bicicleta financiera, que anda dando vueltas, que la gran mayoría en mayor o menor escala la viene haciendo. No le deja nada al país eso. No es que viene una fábrica. Un mercado abierto con este nivel de tasa de interés sólo sirve para eso”, dice.

El BCRA no “vende” lebacs, sino que las licita. El sistema de licitación es determinante para la fijación de la tasa de interés. Primero se diferencia entre quienes tienen un millón de pesos para jugar y quienes no. Los que tienen menos son “no competitivos” y van a la zaga de los no más de 450 que entran al “tramo competitivo” y que fijan la tasa que vale para todos. Y ni tantos: un tramo competitivo con muchos jugadores fue el del 12 de abril de 2016 y apenas llegaron a 424.

Guiados por las tasas que se pagan en el mercado secundario de lebacs (donde se compran y venden estos pagarés entre licitación y licitación) y sus propias ganas (o no) de presionar, los más que millonarios le van pidiendo al BCRA que pague determinada tasa. Dicen, supongamos “si me das una tasa de 26% yo compro diez millones de pesos en Lebac”. Otro dice “yo pongo dos palos si me das una tasa del 27%”. Y así, uno por uno, estos grandes jugadores proponen tasas. Y el BCRA decide: si pone una tasa de 26%, deja afuera al de 27%, si pone una de 27%, los incorpora a los dos. Esa decisión implica tanto dejar (o no) de absorber dinero (emitiendo deuda) como inyectar (o no) pesos en manos de los especuladores (que pueden irse luego al dólar) como capturar (o no) el dinero que se va en el pago de las lebacs viejas que vencen al día siguiente. Porque las lebacs vencen el día siguiente a la licitación, entonces los especuladores pagan lo que licitan con lo mismo que ganan por haber licitado tiempo atrás.

Hoy en el mercado secundario las lebacs se andan transando por el 38%. El 15 de mayo es un día clave para esta timba. Una suerte de "all in" del póker.

Quizá no se observe lo siniestro del asunto. Cerca de 400 jugadores tienen agarrado del cuello al BCRA. Eso significa “consenso”. Dominan la política monetaria del país y, a la vez, la levantan en pala. Pueden obligar a que se pague la tasa que ellos quieran: si el BCRA los deja afuera con una tasa muy baja, no renuevan lebacs y, al otro día, cobran las lebacs y se van al dólar… que el propio BCRA entrega.

Balance en rojo

Este “vamo y vamo” del sector financiero y el BCRA no dio los resultados prometidos. Se suponía que las lebacs iban a bajar la inflación y a contener el dólar, lo cierto es que sigue siendo probable que 2018 siga cerrando con la misma inflación que 2015, descontado el 40% de 2016. En el camino, el dólar pasó de $9,70 el 10 de diciembre de 2015 a los actuales 23 pesos y chirolas. Ni chicha ni limonada.

Mientras tanto, vencimiento tras vencimiento crece el stock de lebacs, de promesas de pago. Y los intereses, que sirven tanto para licitar más lebacs que antes como para, si se desea, convertirlos en ganancia purita, superaron los 377 mil millones de pesos. Eso ya está efectivamente pagado o convertido en más Lebac. Como sea, eso ya se quemó. Si tu salario es de 20 mil pesos al mes, toda esa plata quemada es el salario anual, con aguinaldo, de 1.572.628 personas, más vos. Alto plan social para los ricos, para nada.

—¿Cómo desarmar la burbuja?

—Tenés que bajar la inflación, por un lado, y tenés que ir desarmando la tasa. Que la tasa sea siempre atractiva y que no le meta presión al dólar, que no se te den vuelta y se te vayan al dólar.

—¿No era que las lebacs servían para bajar la inflación?

—No han podido. Intentan bajar lentamente la tasa. Se va a desarmar con tiempo y confianza en el país. Que en lugar de ir a otro instrumento financiero se invierta. Para que se dé eso, los empresarios señalan que hay cargas tributarias y patronales muy grandes. Qué te pregunta un empresario: “¿Qué otro instrumento financiero hay para asegurarse?”. Son pocos los que piensan en ampliar la fábrica o tomar más empleados. Si vos ponés una tasa en pesos menor que la inflación, olvidate: se te van todos al dólar. No es simple desatarlo a todo esto.

El operador no sólo cuenta la historia de la asignación universal por rico, también profetiza el futuro de tu bolsillo. A fin de cuentas, la única política que queda en pie para bajar la inflación es bombardear el poder adquisitivo y enfriar la demanda: tirar las paritarias a la baja todos los años, tanto que ahora es una victoria conseguir la cláusula gatillo. Pero parece que no sólo eso es necesario. Todavía falta sacarle más impuestos a los ricos. Y también flexibilizar las relaciones laborales. Todo eso para desinflar esta increíble bola de deuda que los mismos ricos crearon y en la que se revuelcan como cerdos en la mierda.

 

$1.145.582.602.438

Stock de Lebacs en marzo

En enero de 2016 ese stock era de 337 mil millones de pesos, creció un 339%. Equivale hoy al 92% de las reservas del BCRA, o al 112% de todo el dinero circulante en la economía.

 

$377.431.117.26

Sólo en intereses pagados

Entre enero de 2016 y abril de 2018 el BCRA pagó ese monto a los licitantes de Lebacs en todos sus tramos. Todos los meses, con cada vencimiento, esa cifra crece. Entre otros datos, el BCRA notifica en cada licitación de Lebac cuántos millones de pesos se adjudicaron en Lebacs, cuánto se pagó de tasas y a cuántos días son los vencimientos. A partir de esos datos, y teniendo en cuenta que la tasa es implícita, se calculó el monto del interés en cada licitación y para cada vencimiento, desde enero de 2016 hasta marzo de 2018.

No se incorporó el cálculo los intereses pagados por las Lebacs en dólares, discontinuadas en 2017.

 

38% y 20,6%

Tasa máxima y tasa mínima

Esos porcentajes pagó en intereses el BCRA en sus licitaciones a 35 días del 15 de marzo de 2016 y a 210 días del 18 de abril de 2017, respectivamente. La tasa repuntó ante los infructuosos esfuerzos para bajar la inflación y llegó a 26,3% a 28 días en la licitación de abril último. Por la presión del mercado secundario, es esperable una tasa del 38% en la crucial licitación del 15 de mayo.

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