El paro que no salió en el diario

Cintia Mignone, la autora del libro, en la presentación junto al secretario general de la Asociación de Prensa de Santa Fe, Pablo Jiménez

La periodista Cintia Mignone investiga en su libro “Pararon las rotativas” la masiva huelga de trabajadores de El Litoral en 1968 y cómo fue derrotada a manos de sus dueños.

En términos generales, es escaso el conocimiento sobre la historia de los medios de comunicación. El público los conoce por lo que publican y dicen sobre los hechos sociales, políticos y económicos que suceden, pero poco se sabe sobre cómo es la cocina de la información: las condiciones laborales, la elección de temas noticiosos, la relación con las fuentes y las formas de financiamiento.

Al respecto, la comunicadora Cintia Mignone siempre intentó echar algo de luz al respecto. Su último libro Pararon las rotativas. Periodistas y gráficos contra El Litoral narra los avatares de un conflicto que paralizó al vespertino local durante 20 días en 1968.

Mignone trabajó como periodista durante muchos años y actualmente es la secretaria de Prensa y Derechos Humanos de la Asociación de Prensa de Santa Fe. Se ha especializado en la reconstrucción de la historia del periodismo en nuestra ciudad: “Toda mi vida fui juntando papelitos sobre los medios de comunicación, escribí mucho sobre medios de siglo XIX y XX”, detalla. Ha publicado sus investigaciones en los blogs Páginas Colaterales e Historias Colaterales y en el libro Del apostolado al sindicalismo. Una historia de los gremios de prensa de Santa Fe, publicado en 2010.

En diálogo con Pausa, comentó los aspectos más relevantes del conflicto y reflexionó sobre la influencia del vespertino centenario en la política y la cultura local.

—¿Cómo surge la idea de hacer este libro?

—Cuando comencé mi militancia gremial, conocí compañeros que decían por lo bajo “en El Litoral ya no se hacen paros”. Entonces empecé a preguntar por qué pasaba eso y me encontré con la historia de una huelga muy grande de periodistas y gráficos en 1968. La historia me interesó muchísimo y consulté a varias personas, porque no había nada escrito sobre el tema. Hice toda la investigación hace 10 años y quedó ahí. Pero hace poco comenté entre amigos y amigas que tenía este material y ellos me impulsaron a publicarlo.

—El libro trata sobre una huelga de 1968, ¿por qué se desencadenó ese conflicto?

—Los gráficos tienen, a diferencia de los periodistas, una historia combativa más larga y rica. En esos días, los gráficos en El Litoral venían con conflictos porque la patronal quería cambiar el convenio colectivo. Recordemos que en ese momento gobernada el dictador Juan Carlos Onganía y que dos meses antes se había constituido la CGT de los Argentinos, con impronta opositora al gobierno. En Santa Fe tanto los gráficos como los periodistas formaban parte de esa central gremial y proponen hacer una asamblea para ver cómo la CGT iba a manifestarse en el aniversario de los dos años de la asunción de Onganía. El diario prohíbe la asamblea, pero se hace igual. Como respuesta, despiden a dos periodistas y dos gráficos que tenían participación gremial, por lo cual se declara una huelga y se hace una asamblea conjunta. Así comenzó la huelga. En ese marco, la empresa decidió despedir al 90% de su personal, por lo que el diario no tenía posibilidades de salir. La patronal comenzó a buscar periodistas en pueblos y ciudades cercanas. Todo fue muy vertiginoso. Mientras tanto, la huelga se fortaleció, y surgió la idea de editar un diario propio. Se llamó Prensa Gráfica; era matutino, tuvo muy buena repercusión. Sin embargo, con el correr de los días, la huelga se empezó a debilitar. El Litoral convenció a algunos de que vuelvan a trabajar y, de a poco, se fue rearmando. Tras 22 días, el diario volvió a salir, aunque de forma precaria. Con la vuelta a la calle, la huelga empezó a declinar.

—¿Qué circulación tenía Prensa Gráfica?

—Según los que hicieron ese diario, llegaron a tirar 20 mil ejemplares. Era un matutino distribuido por los mismos canillitas. Pero cuando volvió El Litoral, esos canillitas que tenían acomodada su vida, con trabajo de mañana y tarde, se volcaron nuevamente al vespertino.

—¿Cómo fue la reacción social con respecto a este paro?

—Por lo que pude reconstruir, el año 1968 fue muy convulsionado. Había muchos actos relámpago: se juntaba un grupito en una esquina, hablaban con megáfono y huían, porque la policía era brava. Entonces, por un lado hubo apoyo de los gremios a la huelga. Y por otro lado, otro grupo de la sociedad, las llamadas “fuerzas vivas”, querían que vuelva el diario a la calle porque estaba a punto de cumplir 50 años y se estaba organizando un festejo. Esos sectores querían demostrar su apoyo al diario, que ya era un actor político importante para la ciudad.

—¿En ese momento El Litoral era el único diario de la ciudad?

—Como producto periodístico, era el único diario que había en ese momento. Estaba circulando una revista llamada Tiempo, que era de Marcos Bobbio, el propietario de Canal 13.

—¿Y no hubo otros conflictos gremiales después del 68?

—Uno de sus ex-dueños, Néstor Vittori, dijo en un documental que hicieron por sus 100 años, que la huelga del 68 había sido tan importante que luego de eso el diario no volvió a tener conflictos gremiales durante 40 años. Lo cual es cierto. No hubo conflictos hasta el 2012 y eso se debe al miedo que generaron. Porque cuando el diario logró volver a salir después de 20 días, reincorporó algunos trabajadores, pero dejaron afuera a los que ellos llamaron “revoltosos”. Así, quedó afuera gente muy valiosa: periodistas y escritores que siguieron carrera fuera del ámbito periodístico. El diario siempre usó esta huelga como una amenaza. De hecho, después del paro de 2012 Vittori dijo en una asamblea de trabajadores: “Nosotros no los necesitamos para hacer el diario”. Aquella huelga dejó mucha huella en los trabajadores y los dueños de la empresa.

—¿Por qué en estos 100 años no hubo otro medio que haya podido competir con El Litoral?

—Dejando de lado el caso reciente del diario Uno, creo que hubo dos diarios que en estos 100 años le hicieron sombra: El Orden (1927-1955) y El Nuevo Diario (1968-1976). Le pudieron disputar lectores e hicieron otro periodismo. Si se analiza un mismo hecho político-social en un diario o en otro, es impresionante la diferencia: hay otra edición y otra actitud de los trabajadores. Pero no lograron mantenerse. El Litoral logró lo que no pudo hacer ningún medio gráfico en Santa Fe: construir una identidad y sostenerla en el tiempo. Se constituyó como actor político pero prescindente de los partidos políticos. Es decir, logró construir una identidad de prescindencia del sistema partidario, pero no del sistema político. Alguno puede decir que siempre estuvo con un gobierno u otro. Es verdad. Pero ha construido una imagen pública, hacia afuera, que lo muestra por fuera de los partidos, incluso del radicalismo, al que estuvo asociado en sus inicios. Ninguno de los otros diarios lo logró, incluso haciendo mejor periodismo.

—Desde tu lugar como miembro de Prensa, ¿cuál es tu visión sobre los medios en la actualidad, especialmente en Santa Fe?

—Desde el lado sindical estamos pasando una de las peores etapas. Los trabajadores de prensa aún no pudieron cerrar su paritaria, por un ofrecimiento irrisorio de la patronal. El panorama es complicado. Además, a nivel nacional, estamos arriba de los 3500 despidos en los últimos dos años y medio. En Santa Fe no hay despidos en ese nivel, pero sí hay muchos retiros voluntarios: los medios se van vaciando de periodistas por goteo.

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