El rechazo opositor a la reforma de la Constitución pone en cancha a Bonfatti como potencial candidato a gobernador por el Frente Progresista. Sin posibilidades de un segundo mandato al hilo, Lifschitz analiza su propio Plan B. La oposición hizo causa común contra la reelección.

La reforma de la Constitución provincial deberá esperar. La Legislatura no acompañó el proyecto del gobernador Miguel Lifschitz y en el Frente Progresista ya se activaron las estrategias para 2019, ya sin la posibilidad de reelección. Antonio Bonfatti aparece como número puesto para regresar a la Casa Gris, pero la decisión la tomará el socialismo en forma orgánica.

Los tres bloques opositores de la Cámara de Diputados (PJ, Cambiemos e Igualdad) rechazaron el tratamiento sobre tablas del proyecto enviado por el Ejecutivo para declarar la necesidad de la reforma y lo devolvieron a la Comisión de Educación, donde seguirá siendo analizado. Así las cosas, no hay chances de que Lifschitz pueda competir en 2019 por un segundo mandato.

Tras la votación, el miércoles 29 de agosto en sesión extraordinaria, Lifschitz publicó un breve texto en su cuenta de Twitter donde agradeció “a los diputados que le dijeron sí a la reforma de la Constitución, porque ganaron el debate”. Allí el gobernador cargó contra la oposición sin hacer distinciones: “Del otro lado quedaron las excusas y la falta de argumentos. Ahora vamos por nuevos desafíos porque solo así  la democracia tiene sentido”.

El ministro de Gobierno, Pablo Farías, trató de bajarle el tono a la cuestión de la reelección, que fue el principal motivo del rechazo: “El gobernador planteó muchas veces que ese no era un obstáculo para tratar la reforma de la Constitución. No está en discusión el futuro electoral de Miguel Lifschitz. Me parece que ese es uno de los errores permanentes en los que ha caído la oposición: tratar de llevar esto a una especulación electoral”.

De todos modos, Farías no eludió el tema: “Me parece que los diputados de la oposición están preocupados por las elecciones del año que viene y no tanto por la Constitución que nos rige, ni por mejorar las herramientas legales. Insistentemente pasaron a la cuestión electoral; pareciera que es lo único que le preocupa a la oposición”.

No a la reelección

La falta de consenso político entre el oficialismo y la oposición, la decisión del Frente Progresista de acelerar los tiempos del debate legislativo y la inclusión de la reelección del gobernador entre los puntos a reformar sellaron la suerte del proyecto remitido por Lifschitz a la Legislatura el pasado 16 de abril.

La iniciativa había sido girada por los presidentes de bloque a cinco comisiones. Solo obtuvo dictamen favorable en la primera (Asuntos Comunales) y luego quedó estancada en la Comisión de Educación, donde la oposición tiene mayoría. A principios de agosto, el Frente Progresista pidió una sesión extraordinaria para que los 50 diputados se expresen: el resultado fue negativo y el proyecto volvió a comisiones.

En todos los discursos de los referentes opositores quedó sobrevolando la idea de que el verdadero objetivo del gobernador Lifschitz, al acelerar los tiempos del debate, era lograr la reforma para poder competir el año próximo por un segundo mandato. En esa línea se expresaron –entre otros– los justicialistas Luis Rubeo, Héctor Cavallero y Leandro Busatto, los macristas Sergio Más Varela, Germán Mastrocola y Alejandra Vucasovich y los representantes del interbloque Igualdad Rubén Giustiniani y Carlos Del Frade.

La votación del tratamiento sobre tablas del proyecto terminó con 24 votos a favor (todo el Frente Progresista a excepción del diputado radical Alejandro Boscarol, alineado con el intendente de Santa Fe José Corral) y 25 votos en contra de los integrantes de los interbloques del PJ, Cambiemos e Igualdad.

En medio de la sesión extraordinaria, el oficialismo jugó la última carta y propuso retirar del texto el artículo de la reelección. “Si le tienen miedo a la reelección, retiramos el artículo 64 que permitiría la reelección, pero vayamos por más. Este es el momento”, arengó el diputado socialista Joaquín Blanco. Ya era tarde.

Motivos del rechazo

En la votación del tratamiento sobre tablas de la reforma constitucional, los diputados del PJ, de Cambiemos y del interbloque Igualdad coincidieron en rechazar el pedido del Frente Progresista. Y coincidieron también en los argumentos: por un lado, remarcaron la intención reeleccionista del gobernador Lifschitz; por otro, cuestionaron el apuro del oficialismo por saltear el debate previo y llevar el tema directo al recinto, aun cuando no tenía dictamen de cuatro de las cinco comisiones a las que fue asignado por los presidentes de bloque.

El primero en argumentar el rechazo fue el justicialista Leandro Busatto: “Lo que acá está en juego es la posibilidad de entender para qué queremos reformar la Constitución. No pedimos nada nuevo, sino un tratamiento parlamentario como lo acordamos en Labor Parlamentaria (donde se decidió girar el proyecto a cinco comisiones). Queremos discutir las reformas, hacer aportes, pero lo que intenta el oficialismo no tiene nada que ver con los consensos”.

Busatto criticó el método elegido por el oficialismo para dar el debate: “No se hace una reforma imponiendo mayorías. La reforma de la Constitución necesita acuerdos básicos y consensos al cubo: consenso, consenso y más consenso. ¿Hay necesidad de abordar un tema como este sobre tablas? ¿Hay necesidad de imponerlo?”. Y añadió: “Se necesitan acuerdos políticos y parlamentarios; no conozco constituciones que hayan prosperado en el tiempo sin acuerdos parlamentarios”.

Luego, el jefe del bloque justicialista, Héctor Cavallero, aclaró que su espacio no rechaza la reforma: “Queremos que siga la discusión en comisiones de todos los proyectos como acordamos en su momento”. Cavallero criticó, entre otros puntos del proyecto oficial, la elección de convencionales sin primarias, ya que a su entender va a contrapelo de la legislación electoral vigente y de los estatutos de los partidos políticos. Y por último señaló que “el consenso se hace con los que están en contra, no con los aliados. Es como un proceso de paz: no se logra con los amigos sino con los enemigos”.

Reforma: casi una misión imposible

El justicialista Luis Rubeo reiteró que su partido es reformista pero agregó: “Estamos aquí porque se agotan los tiempos del gobernador para competir por una eventual reelección”. Rubeo –autor de un proyecto alternativo de reforma– añadió que el intento del oficialismo “es una necesidad política del gobernador que solo quiere la reelección y presenta esta Constitución enlatada cuando sabe de antemano que fracasará el tratamiento sobre tablas”.

Desde Cambiemos, el principal orador fue Sergio Más Varela: “La dinámica de generación de leyes requiere consenso. Y la norma máxima, superior, que es la Constitución, requiere de un consenso máximo”. El legislador macrista planteó los “vicios de origen” del intento oficialista al remarcar la falta de consenso al momento del ingreso del proyecto, en abril: “Todos los que estamos acá lo intentamos subsanar a través del trámite parlamentario. Pero cuando determinadas formas de encarar los procesos políticos no se disimulan, nos encontramos con un anticipo del rechazo”.

Desde el interbloque Igualdad, Carlos Del Frade dijo que “la reelección del gobernador Lifschitz está lejos de ser progresista”. El diputado criticó las políticas económicas del gobierno provincial, la decisión de Lifschitz de firmar el Pacto Fiscal con el presidente Mauricio Macri y remató con una frase dirigida a todos los partidos del oficialismo: “Alguna vez el progresismo tendrá que hermanarse con la palabra valentía”.

Rubén Giustiniani –también integrante del interbloque Igualdad– cuestionó la decisión de apurar el debate “desconociendo el acuerdo político” por el cual el tema fue asignado a cinco comisiones y dijo que la sesión extraordinaria “fue un error político” del Frente Progresista. En el final de su intervención, Giustiniani citó un libro de Oscar Blando –el funcionario del Ejecutivo a cargo del proceso de reforma– en el que se desaconseja incorporar la reelección del gobernador de turno en una eventual actualización constitucional. Presente en el recinto, Blando tragó saliva y siguió consultando su celular.

El futuro del Frente

Cancelada la reforma, en el oficialismo aparece como potencial candidato a gobernador el actual presidente de la Cámara de Diputados Antonio Bonfatti, quien condujo la Casa Gris entre 2011 y 2015. Bonfatti ya avisó –antes del debate por la reforma– que acatará lo que decida el Partido Socialista, que él preside a nivel nacional.

En cuanto a Lifschitz, se barajan dos opciones que no son excluyentes entre sí: la primera; que encabece la lista de diputados provinciales del Frente Progresista, como hizo Bonfatti al dejar el gobierno en 2015; la otra, encabezar o participar de un armado progresista a nivel nacional para las elecciones presidenciales de 2019.

“Nunca se puede descartar una candidatura”, dijo el gobernador cuando le preguntaron por la segunda opción. “Estamos entrando en tiempos electorales y comienzan las especulaciones, pero yo tengo un fuerte compromiso con la provincia. Me queda un año y medio de mandato”. Sin embargo, acotó: “Nunca se puede descartar una posible candidatura. Es como si a un jugador le preguntan si quiere ir a la Selección. ¿Quién no va a querer?”.

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