Una empresa santafesina exportó inteligencia artificial a Japón. Se trata de una aplicación que detecta efectos secundarios indeseables en personas bajo tratamiento médico.

El Parque Tecnológico del Litoral Centro está compuesto por empresas dedicadas a la producción de productos y servicios de alto valor agregado. Desde allí salen el 30% de las exportaciones de la ciudad de Santa Fe. Novartek es una de las empresas que fueron incubadas en dicho parque.

Esta empresa, partir de una licitación de una empresa japonesa, ha desarrollado recientemente una aplicación para teléfonos móviles que puede detectar consecuencias no esperables en personas bajo tratamiento médico. Este desarrollo de inteligencia artificial funciona a partir del análisis del comportamiento de los pacientes.

Pausa dialogó con el ingeniero Ignacio Rintoul, uno de los socios fundadores de Novartek, para conocer de qué se trata esa aplicación y cuál es la situación de este tipo de empresas en un contexto de crisis.

Sobre la empresa

—¿Cómo comenzó Novartek?

—Novartek ya tiene varios años. Comenzó con el proyecto de producir microcápsulas que liberan hormonas e inducen la ovulación de las vacas. El grupo inicial de desarrollo estaba conformado por científicos y las instituciones participantes eran el Conicet, la Universidad Nacional del Litoral y el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna. Así es como nació la idea de incubar una empresa de base tecnológica. Hasta que en 2010 recibimos el premio “Apuesta por el Tricentenario” de la Bolsa de Comercio. Y bueno, a partir de ese premio, esa tecnología empezó a tomar relevancia. Entonces, entre los socios decidimos que lo mejor era protegerla intelectualmente mediante una patente a nivel global y licenciar () la tecnología a una gran empresa. Y así se hizo; nos fue muy bien. Pero esa acción tan valiosa fue básicamente el certificado de defunción de la empresa. O sea esa incubadora tecnológica murió antes de nacer. Con lo cual, para 2015 nos quedó un laboratorio pero no teníamos desarrollos. Así que en 2016 pensamos en refundar la empresa.

—¿Y cuáles son los proyectos actuales?

—Esta nueva Novartek utiliza la estructura que nos dejó la anterior para hacer proyectos a medida. Hacemos diseño industrial por demanda. Realizamos diseños y prototipos de insumos industriales. Hacemos trabajos on demand. Trabajamos a partir de necesidades específicas. Actualmente nos llegan demandas muy variadas. Y así fue también como llegamos a la licitación con una empresa japonesa que buscaba alguna forma de gestionar los efectos secundarios de medicamentos.

Inteligencia artificial y salud

—¿Y cómo funciona este nuevo desarrollo?

—Bueno, todos sabemos que si leemos el prospecto de cualquier medicamento, nos encontramos con sus efectos secundarios. Entonces nosotros desarrollamos una aplicación para teléfono celular que monitorea el comportamiento de una persona: cómo se mueve en el espacio, cómo escribe, cómo habla. En ese caso, analiza si un medicamento te induce comportamientos de confusión, ansiedad, insomnio u otros cambios. De modo que si la máquina detecta que el estado de tu voz o la velocidad con la que hablas cambian, envía un mensaje con una señal de alerta al médico, a un familiar o a vos mismo.

—¿La aplicación va evaluando tu comportamiento mientras caminas y escribís en tu celular?

—Hay que decir en la aplicación de qué medicamento se trata, cuántas dosis tenés que tomar e indicar sus efectos secundarios. Esta receta a su vez está ligada a un profesional médico y a un diagnóstico. Entonces toda la información (el comportamiento, el medicamento, su dosificación, el diagnóstico y los criterios del profesional) se conjuga en esa aplicación. Por ejemplo, si se indica que el medicamento puede generar, como efecto secundario, estados de ansiedad, el programa evalúa si la persona tiene acciones consecutivas y recurrentes. Con lo cual, si detecta patrones de comportamientos ansiosos, puede alertar al médico con un mensaje: “este paciente tiene cierta probabilidad de sufrir un estado de ansiedad”.

—Y los datos son analizados mediante inteligencia artificial.

—Claro. El punto es que muchos de estos medicamentos son para enfermedades crónicas que uno desarrolla en el tiempo. Entonces, esa aplicación va aprendiendo de sí misma y de la persona. Siguiendo con el ejemplo, hay personas que naturalmente chequean el celular todo el tiempo, pero no por ansiedad sino por su trabajo u otro motivo. Entonces ese comportamiento no debería considerarse. ¿Cómo sabe eso la aplicación? Tiene que ir aprendiendo de las actividades de la persona.

El software en Argentina

—¿Qué opina de la situación de la industria nacional del software?

—Cuando uno se remonta a la historia de la Argentina, a principios del siglo XX el país exportaba lana, trigo y cueros, y después carnes saladas. Mientras tanto, otros países estaban pensando, por ejemplo, en la fabricación del automóvil, la aviación, el efecto fotoeléctrico. Yo creo que hoy el software es como la lana de principios del siglo XX. Mientras no encontremos una forma de llegar a un producto final, siempre vamos a hacer insumos “para”.

—¿Cómo sería eso?

—Por ejemplo, nosotros desarrollamos esta aplicación y se la otorgamos a una empresa japonesa, que la va a unir con el resto de la producción. Obviamente que para nosotros fue un éxito vender esta pieza a una multinacional. Pero hicimos una pieza de un rompecabezas. Son otros los que arman ese rompecabezas. El software es una materia prima de muy alto valor, pero no deja de ser un insumo para algo mucho más superador. Hoy en Argentina el software es como la carne salada del siglo pasado. Por supuesto que es mejor vender software que carne salada. Pero la lógica sigue siendo la misma: son insumos para algo más.

—¿Y en los últimos años empeoró la situación?

—Sí, en general empeoró, porque las empresas locales dependen mucho del mercado interno. De hecho nuestra salida a Japón fue una necesidad imperiosa de suplir las carencias internas. Ellos salen a buscar afuera cuando realmente no encuentran quién lo pueda fabricar en su país. Es notable la cultura de cooperación y desarrollo interno que tienen. Por el contrario, recientemente en Argentina se sufrió un proceso de apertura de importaciones muy desmedido. A eso se le suma la cultura del industrial argentino, que concibe que la tecnología es un insumo que se compra llave en mano. No piensa que se puede desarrollar acá. Al contrario, si viene de otros países, con garantía de funcionamiento, mejor. Creo que el industrial argentino tiene que aprender a apostar y valorar las tecnologías que desarrollamos localmente.

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