Peligran las abejas, peligra la humanidad

Son esenciales para la salud y la biodiversidad y están en peligro. Advierten que los desmontes y el modelo agroindustrial afecta gravemente a la fauna polinizadora.

Primero los desmontes. Después, los monocultivos y los millones de litros de venenos con que se fumigan los campos. Así, en las últimas décadas, se puso en jaque a las abejas, las principales polinizadoras del mundo, de las cuales dependen más de la mitad de los cultivos alimentarios y casi todas las especies florales silvestres.

La polinización es un proceso vital en los ecosistemas terrestres. “La gran mayoría de las especies de plantas floríferas solo producen semillas si los animales polinizadores transportan el polen de las anteras a los estigmas de sus flores”, explica la FAO (organismo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación). Sin esta acción, muchas especies desaparecerían, entre ellas, el 75% de los cultivos alimentarios. Sin los polinizadores, no habría tomates, manzanas, café, cacao, almendras, cebollas, arándanos, pepinos, calabazas, frutillas. La lista sigue y es larga.

El asunto es tan grave que hasta organismos internacionales que suelen ser conservadores y cuidadosos con los intereses corporativos en este caso no dudan al señalar responsables. Apuntan en forma directa a la agricultura industrial, los monocultivos, los pesticidas y al cambio climático (cuyos principales motores son la quema de combustibles fósiles y la deforestación) como las causas de la desaparición de abejas y otros polinizadores. Y recomiendan prácticas agroecológicas y de producción sostenible para revertir la situación.

“Las abejas, pequeños héroes alimentarios, están disminuyendo de manera alarmante debido a prácticas agrícolas intensivas, un uso excesivo de productos agroquímicos y temperaturas más elevadas asociadas al cambio climático”, advierte la FAO en su mensaje por el Día Mundial de las Abejas, que se conmemora el 20 de mayo. El día se dispuso en 2018 para “sensibilizar sobre el papel esencial de las abejas y otros polinizadores en la salud de las personas y del planeta”.

Los desmontes y el modelo de producción agroindustrial no sólo afecta a las abejas melíferas, que crían los apicultores, sino a todos los polinizadores silvestres, entre los que se incluyen más de 20 mil especies de abejas, algunas especies de moscas, mariposas, polillas, avispas, escarabajos, tisanópteros, aves, murciélagos, y otros vertebrados.

Cuatro de cada diez especies de abejas están amenazadas en distintas regiones del mundo, según un informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes, por sus siglas en inglés). “Sólo en Europa el 9% de las especies de abejas y mariposas están amenazadas y las poblaciones están disminuyendo en un 37% en el caso de las abejas y un 31% en el de las mariposas”, advierten.

Más acá, la situación es similar. Organizaciones sociales, de apicultores y de derecho ambiental de distintos países de Latinoamérica se preparan para presentar ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), este 20 de mayo, una compilación de estudios científicos sobre el impacto del modelo agroindustrial sobre las abejas. Acompañaron el informe con un reclamo para que los Estados tomen medidas urgentes, entre ellas, la prohibición de insecticidas neonicotenoides y el fipronil –letales para las abejas– de los cuales varias formulaciones ya fueron restringidas o prohibidas por la Unión Europea.

“Es una problemática que tiene implicancias no solamente para las abejas en sí mismas, como sujeto de derecho que son, sino también en el ambiente, en la biodiversidad y que repercuten en las personas humanas, en esa relación de equilibrio que tenemos con las abejas”, señala Fernando Cabaleiro, abogado de la ONG Naturaleza de Derechos, que participó de la presentación ante la CIDH. “Gracias a las abejas tenemos gran parte de los alimentos que consumimos y son las que aseguran la biodiversidad. Se vinculan con muchos de los derechos humanos”.

En este sentido, la FAO precisa: “Los productos alimentarios que dependen de los polinizadores contribuyen en gran medida a las dietas y la nutrición de las personas. Abarcan muchos cultivos de frutas, vegetales, semillas, nueces y aceites, que suministran importantes proporciones de micro nutrientes, vitaminas y minerales en la dieta humana”.

En Argentina

A nivel nacional, desde hace años, la Sociedad Argentina de Apicultores (Sada) señala que sólo en la provincia de Buenos Aires, en los últimos 10 años se redujo en un 50 por ciento la cantidad de apicultores y colmenas. “Hubo un deterioro de las poblaciones de abejas porque la Argentina optó por un sistema agroindustrial que fue corriendo la frontera agrícola, produciendo grandes desmontes, la implantación de monocultivos y la siembra directa con organismos genéticamente modificados”, explica Pedro Kaufmann, integrante de la Sada. “Eso hizo que desaparezcan los ambientes propicios para las abejas (bosques y ambientes con diversidad de flores) y que se produjeran mortandad por el uso de fitosanitarios, especialmente insecticidas, que son altamente tóxicos para las abejas”.

Hay casos en que la mortandad es tan grande que llega a las portadas de los medios de comunicación. En febrero pasado, por ejemplo, medios de Salta publicaron la denuncia de una apicultora que perdió 130 cámaras de cría de abejas debido a la aplicación de agroquímicos en un campo cercano, a pocos kilómetros de la ciudad de Pichanal. En Córdoba, en el valle de Traslasierra, 70 millones fueron las abejas muertas en 2018 por los agrotóxicos.

Los estudios disponibles explican que no sólo los insecticidas las afectan. También lo hacen los herbicidas, como el glifosato, que se aplican sobre cultivos transgénicos, ya que eliminan a todas las plantas excepto al cultivo modificado. Eso hace que se reduzca de manera drástica la variedad de alimento disponible, lo que las debilita y en muchos casos, también mata.

Horacio Aira, presidente de la cooperativa de apicultores Coproa, de la localidad santafesina de San Vicente, apunta: “Por la agricultura, desde hace 15 o 20 años, acá no hay más enjambres en los árboles. Hay que ir de San Cristóbal hacia el norte, donde todavía queda monte, para encontrarlos. Acá ya no tienen comida”.

Alternativas

Para revertir la situación, la Sociedad Argentina de Apicultores hizo reclamos ante el Gobierno y el Poder Judicial. “Pedimos que vuelva el equilibrio y la armonía en el campo, que se reduzcan las aplicaciones de los fitosanitarios que son altamente lesivos para las abejas y que haya zonas limitadas donde no se pueda aplicar”, explica Kaufmann. “Zonas con prácticas agroecológicas que no usan químicos o lo hacen a una escala mucho menor.” Y remarca: “Pedimos que al menos este tema entre en la agenda de discusión de los organismos como el Senasa y la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia, que aprueba los transgénicos)”.

En el reclamo ante la CIDH, las organizaciones también plantearon caminos posibles. Piden que “se declare a las abejas melíferas y meliponas (nativas sin aguijón) patrimonio natural por constituir la polinización una actividad esencial en la Preservación de la diversidad biológica y en consecuencia, a garantizar el Derecho Humano a una Alimentación Adecuada”. Y al mismo tiempo, que se evalúe declararlas especies “en peligro de extinción”. También, que los Estados tomen “medidas concretas de promoción de la biodiversidad  y protección de hábitats favorables para ellas y toda la fauna polinizadora”.

A nivel internacional, el Programa para el Medio Ambiente de la ONU, junto con la FAO y otros organismos, recomiendan:

  • Una transición hacia una agricultura más sostenible y la reversión de la simplificación de paisajes agrícolas (monocultivos).
  • Tomar las prácticas basadas en conocimientos indígenas y locales como fuente de soluciones: diversificar los sistemas de cultivo, favorecer la heterogeneidad de los paisajes y jardines, utilizar indicadores estacionales (por ejemplo la floración) para la adopción de medidas como la siembra, distinguir entre una amplia variedad de polinizadores, proteger los árboles nidales, así como otros recursos florales y polinizadores.
  • Reducir el uso de pesticidas, procurando formas alternativas de control de las plagas.

3 Comentarios

  1. En un todo de acuerdo con lo expresado. A través de las organizaciones debemos reclamar u cambio urgente de política ambientales y seguir creando conciencia de la problemática a la ciudadania

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