Los Palmeras siguen sumando presentaciones en formato pandemia: por streaming o televisión, los más grandes de la cumbia se acomodan a la situación para seguir trabajando. Pausa estuvo con ellos y entrevistó a Cacho Deicas.

Mientras carga los paquetes de fideo en el Renault 12, se decide. Va a aceptar la invitación de Marcos y Chani, va a probar con esta orquesta. Ese mismo año, es 1978, graba no uno sino dos discos: Morenita cumbiambera y Basta de orgullo. Entre una cosa y otra, deja el laburo de proveedor y agarra un puesto de metalúrgico, en una fábrica de instrumentos de laboratorio. Al tiempito, llegó un viernes en el que Rubén Héctor Deicas salió por última vez de la fábrica para renunciar y comprometerse con Los Palmeras para siempre. Él no lo sabía, pero esa decisión iba a marcar no solamente su vida, sino también las nuestras.

“Tuve que elegir, porque los lunes vivía llegando tarde, empezaba la semana fulminado”, le cuenta a este medio en un mano a mano antes de ponerse la camisa y cantar por televisión, para todo el país, desde el Centro Cultural Provincial Francisco Paco Urondo. Solo, sentado en una de las butacas, Cacho se refriega las manos recién rociadas con solución desinfectante, saluda y ve cómo trabaja el staff de plomos, que tienen barbijos negros bordados con la marca del grupo.

Es domingo al mediodía, Gerardo Rozín y Jésica Cirio presentan en La peña de morfi un plato de rabas y los trabajadores de cámara, sonido y luces en el Paco Urondo hacen saber, chistes mediante, de las ganas que tienen de probar esos aros de pescado rebozado. En la mesa, algunos sanguchitos, masitas y café.

El staff del grupo, unas quince personas con los músicos incluidos, demoró apenas una hora en tener todo listo para la prueba de sonido: instrumentos y equipos montaron los plomos; luces, cámaras y pantallas los técnicos; sus camisas los artistas. Según Marcos Camino, tienen un catálogo con más de 40 modelos. ¿Cómo hacen para coincidir? “Hice imprimir una carta con todos los modelos numerados, se avisa cuál hay que llevar para cada salida y listo”. Esto se lo contó el líder palmera a Pausa en 2018.

Como está pensado solo para sonar en la tele, en el lugar se escucha distinto a como se acostumbra, básicamente porque no tiene sentido amplificar para 20 personas: “Se extraña el calor del público, que también hace su parte en cada espectáculo”, aclara el cantor. El show, no obstante, se estaba montando desde el jueves y el motivo era promocionar un nuevo recital por streaming para el 11 de septiembre: “En las últimas horas conocimos las noticias respecto a la situación del coronavirus y como empeoró todo, decidimos posponer para octubre”.

No importó que el show se haya frustrado, como ya estaba todo en marcha, no recularon y cambiaron el mejor momento de la semana para descansar por trabajo. A sus 68, Cacho está más activo que nunca: “No me puedo desconectar- admite-. A pesar de que tenemos bastante tiempo ahora que no tenemos más shows ni viajes seguimos produciendo canciones para que, cuando se pueda, grabar un álbum nuevo.”

—El retiro ni se te cruza por la cabeza, entonces, Cacho.

—¿Retiro? ¡No! Si ahora estoy viviendo los mejores momentos.

Un colaborador se acerca desde atrás y le avisa que Marcos lo está llamando y a su encuentro va, como desde hace 42 años. Su amistad es previa a su sociedad, de cuando se cruzaban en los bailes fijos de aquellos años que también fueron sus primeros escenarios: Centro Gallego, Almacenero, Sargento Cabral, Alto Verde, Santo Tomé. La voz de Santa Fe explica algunas de las claves que cree importantes para sostener su empresa durante tanto tiempo: “La organización interna, el respeto por el público y por la obra que uno va haciendo, cuidando por ejemplo que no haya dobles sentidos en las letras… es muy importante tener ese cuidado en cada detalle y, sobre todo, la conducta”.

A minutos de las 14, sobre calle Junín el sol entibia, el tránsito no suena más allá de las ráfagas esporádicas de una chata con catarro, de una moto sin aceite, el zumbido de un Toyota blanco nuevísimo con ventanillas polarizadas. Adentro, el timbal es el que más retumba por los pasillos. Como si disparara con el redoble y chistara con los platillos, Darién Grenón lo toca con sentimiento particular, pues a su derecha estuvo durante ocho años su papá Jorge, el Gringo, que falleció en 2019 y fue guitarrista y tecladista por 20 años en el grupo. Hoy ese puesto doble lo ocupa Exequiel Enrique, el músico número 44 que se anota un poroto en Los Palmeras.

Errático, el conductor de televisión intenta hacer cambiar “sabalero” por “canalla” en el estribillo del hit con el que la cumbia conquistó el mundo, el 9 de noviembre de 2019. Por momentos, Cacho canta con los ojos cerrados, como si no estuviera en una sala vacía y sí con los 40 mil colonistas allá en Asunción. Si se le pregunta por otras canciones que lo emocionen al cantar, dice que “hay algunas en especial que por ahí se destacan porque tienen reconocimiento amplio, como Olvídala y el Bombón”.

No es casualidad que destaque estos temas, los que los ayudaron a tomar impulso para crecer. De hecho, al charlar con cualquiera de los dos líderes de la “orquesta”, como acostumbran a decir ellos, va a dejar en claro que, más allá del talento y el esmero, para trascender hay que tener una visión estratégica: “En Santa Fe hay muchísimos grupos, grandes autores y todo, pero siempre llega un momento en el que uno tiene que decidirse a progresar, invertir y a arriesgarse. Mientras uno se prepare, mejor, obvio, pero el grupo debe conocer el paño, saber aggiornarse e incluso saber adelantarse a los cambios que se van dando”.

—¿Cómo hacen para estar a la altura de desafíos cada vez más grandes, como el show en el Obelisco y en la final de la Sudamericana?

—Con cada momento bisagra uno se va levantando la vara, te profesionalizás más y, sinceramente, no te das cuenta del todo. Por ahí, si lo programás de esa manera no te va a salir. Nosotros le fuimos encontrando la forma sobre la marcha, aprovechamos los buenos momentos y llegamos a grabar canciones que son del gusto popular, pero la verdad es que nos tiramos siempre al vacío y después, resolvimos.

—¿Qué sueños te quedan por cumplir con la música?

—Ahora estamos muy enfocados en producir una difusión en Miami, quiero hacer una gira por Estados Unidos, estamos haciendo contactos en España también. Esperamos el momento a que mejoren un poco las cosas y podamos viajar.

—¿Lo más lindo que ganaste con tu trayectoria?

—El vínculo con la gente, que a cualquier parte del país que vayamos sabemos que tenemos amigos. Y también los reconocimientos que van llegando, como los Premios Carlos Gardel, que ayudan a mantenerse incentivado para seguir trabajando.

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