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Estas son las películas recomendadas por el presidente del CCSF, Guillermo Arch, para esta semana.
Una de las particularidades del cine, consustancial a él dada su calidad de registro de la realidad, es el documental; género –si se lo puede llamar así- que nace a finales de la segunda década del siglo XX y que representa buena parte de la producción que se realiza anualmente, aunque esta no cuente con la misma visibilidad en la industria comercial. Y esto es así, justamente, porque las motivaciones que lo motorizan son tanto estéticas, como éticas y políticas en lugar del mero lucro (apartemos aquí a los que buscan extraterrestres de vieja prosapia o a Hitler debajo de una baldosa). En general se aprende cine registrando la realidad y el documental también tiene su propia historización, desde la exigencia de veracidad y cierto grado de cientificidad hasta la incorporación de técnicas narrativas surgidas en la ficción. Con el advenimiento de la imagen digital se problematiza nuevamente ya que todo puede ser mostrado o editado y quizá por ello la actividad del documentalista hoy necesita de una heurística particular, de buscar y hallar, o de filmar eso que un día se encontró y se pensó que valía la pena documentar.
143 rue du désert entra en esta categoría ya que su director, el argelino Hassen Ferhani, conocía a Malika, la protagonista de su película y su particular lugar en el mundo: un parador en la carretera nacional 1 de Argelia en medio del desierto del Sahara. El paisaje desértico acompaña en este caso a una serie de personajes y situaciones que por más mínimas que sean dan cuenta de una diversidad humana particular y lo más increíble: la llegada de la globalización allí donde solo hay arena y cielo. Esta película ha sido reconocida con el premio al mejor documental en los festivales de Locarno y Montreal.
DeSvelado
No sabemos si She dies tomorrow fue pensada y producida antes que se desatara la pandemia, pero basta leer lo que se ha escrito de ella para que resuene el último año en su propuesta. Película que se ubica en el género de terror (pero que invita a repensar las categorías o si todo debe ser categorizado) está dirigida por Amy Seimetz, actriz que firma su segundo largo y que es una abonada al género. Entre una fotografía de luces de neón y el réquiem de Mozart transcurre este contagio que más que por microrganismos (aunque hay alguna imagen de microscopio) es de actitudes frente a la vida… o al día de mañana.
Cine Estudio
Dos hombres en Manhattan de 1959 es la cuarta película de Jean-Pierre Melville y uno de esos ejemplos donde el tiempo hace más bien que mal. En su momento fue considerada un ejercicio con muchos errores de los que aprender por su propio creador, y no muy valorada por la crítica. Hoy vemos una maravillosa película epocal, film noir francés filmado en el corazón del cine negro, protagonizada por el propio Melville en el año del despegue de la nouvelle vague en el festival de Cannes (a esa edición del festival se la conoce como la del coup d’État –golpe de Estado- de los jóvenes realizadores cuando Los 400 golpes de Truffaut gana el premio al mejor director). Melville era reivindicado por este movimiento y cuando vuelve de filmar esta película en EEUU participa como actor de la ópera prima de otro los enfants terribles que acompañaban a Truffaut: À bout de soufflé de Jean Luc Godard.
Cine Infantil
Wolfwalkers es la tercera película de Tom Moore y seguramente estamos hablando de un director que quedará en la historia de la animación infantil. Con un sello personal en el aspecto formal y narrativo de sus creaciones sumado a su fértil reinterpretación de los mitos célticos y druidas de su Irlanda no para de ganar premios a nivel internacional. Aquí una joven cazadora aprendiz y su padre viajan a Irlanda para ayudar a acabar con la última manada de lobos. Pero todo cambia cuando se hace amiga de una chica de una tribu misteriosa que se rumorea que se transforman en lobos por la noche.
Cortometrajes
Esta semana vamos con dos cortos, uno de los primeros trabajos de Christopher Nolan, Doodlebug de 1997 y el multipremiado corto inglés Room 8 de James W. Griffiths de 2013. Dos obras que dan pie a revisitar el debate sobre la cita y la originalidad, y también a una reflexión borgeana sobre la circularidad del tiempo y el espacio.