Digresiones sabaleras

Foto: Gabriela Carvalho

Al Horacle, que debe estar brindando y alguna vez dijo:
“No intento transferir una noche de caravana o un sueño de parado”.

Digresión I

Me olvidé de sacar la basura a horario. El descuido no es ansiedad previa a la semifinal, podría decir que es un hábito constante. Es probable que parte de la culpa la tengan Leo Maslíah y haber vivido en el cuerpo la aplicación de las políticas neoliberales en mi adolescencia. Habré tenido diez años la primera vez que vi a una persona comer con la mano unos fideos desde una bolsa negra. En realidad, debe ser de colgado nomás y que siempre tengo algo más importante para hacer que sacar una bolsa de basura. El partido terminó. Entre bombas y gritos, escucho que el camión de basura estacionó en la esquina para comprimir las bolsas que terminarán en el Monte Zapatero. Cierro la bolsa y corro. De chico quería ser basurero, en este caso la culpa la tienen los Les Luthiers. Al llegar al camión, tiro la bolsa y al pasar le digo al basurero: “Mirá, con la delicadeza del Pulga”. Él grita “¡Vamos Negro!” y se va cantando.

Digresión II

Cábalas, altares y promesas. Mensajes de amigos que me cuentan sueños. Un Morfeo sabalero que llega a través de audios, revisa los afectos ligados por lo efímero de unos colores. Intento ser lo más racional posible y charlo con el Gauchito. Le hice una promesa porque el correntino es popular y no le veo mucha cercanía con la Academia. Coppola dijo: “Art never sleeps”. Birri le contestó: “Pero sueña con los ojos abiertos”. Hace un tiempo que me abracé a una frase: “Ata tu arado a una estrella”. Sí, también era colonista.

Un amigo tatengue me dice: “El finde vas a estar embriagado de gloria”. Le aclaro que no lo intenté, que invoqué a fuerzas ancestrales. El Lic no para: “Pensar que están especulando con cuánta gente llevarían a la final si no hubiera pandemia, pero si no hubiera pandemia hubieran descendido. Ya eso es suficiente para declararlos inmunes. El Covid no lo inventó Bill Gates. Ahí tenés otra columna”. Enciendo la vela y le sirvo un vaso de porrón al santo.

Digresión III

La estrella se dibuja en el pecho. Me abrazo a mi compañera. Todo es un delirio. Es domingo y las bocinas siguen. Veo todo rojo y negro. No entiendo de razones. Sé que es efímero. Quiero abrazar a mucha gente. El cuerpo dice que es una fiesta. No se puede explicar. No hay nada más bello que sentir cómo se vive un sueño. Sí, Horacle… no solo del hambre vive el pan.

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