Los mejores jugadores de la historia

Colón es el nuevo campeón y en Pausa cruzamos al plantel actual con las glorias históricas del Sabalero. ¿Cachorro vuela más alto que Batman Díaz? ¿Aliendro pasó a Motoneta López? ¿Pulga pica más que el Bichi?

Sin miedo al error, desde esta página aseguramos que el mejor equipo de la historia de Colón fue el que salió campeón el 4 de junio de 2021. Estamos de acuerdo. Ojo, tampoco es que la primera gloria borra la historia anterior. Todo lo contrario: el trofeo que levantó el Pulga Rodríguez está hecho de los sueños de todos los sabaleros que escribieron la historia desde el 5 de mayo de 1905 hasta la noche del campeonato. Dicho esto, si hay que hablar de jugadores, hay bastante que decir.

Hasta hace algunos días, la historia sabalera podía contarse a partir de sus orígenes, sus colores, sus estadios, Evita o, el más clásico, el partido contra el Santos de Pelé. Esa tarde de 1964, Motoneta López se desprendió del mediocampo gambeteando por derecha y le despachó un centro al Ploto Demetrio Gómez que, de cabeza al ángulo, selló una victoria en el barrio Centenario frente a uno de los mejores equipos del mundo. Ellos dos, conjugados en uno solo, prefiguraron al Christian Bernardi que silbando bajito la remó desde el Nacional B, se sobrepuso a lesiones y en las malas rachas se puso la ropa. Goles aportó siempre y muy importantes, para clasificar durante la Sudamericana 2019 y, claro, el de la final contra Racing.

Casi invencible también fue el Colón de 1975, dirigido por el Gitano Juárez que consiguió mantenerse 19 partidos sin perder. Hugo Villaverde, central de ese equipo y palabra mayor entre los defensores del fútbol argentino, hizo escuela en el pasado para que aparezcan defensores como Alcides Píccoli, Germán Conti y Facundo Garcés. Sentido de pertenencia, que le dicen, también arde hoy en los nombres de Santiago Pierotti, Nicolás Leguizamón o Facundo Farías, ascendiendo desde las inferiores y dejando el corazón en cada gesto.

Los arqueros legendarios de los 70 y los 90 no van a ser tomados acá como cosa pasada sino como piso para lo grande que se volvió Leonardo Burián con este campeonato ganado. Entre los 19 partidos que estuvo Raúl Costantino con la valla invicta en el Metropolitano 1975 a estos nueve partidos del Cachorro Burián sin recibir goles (sobre 16 jugados), se puede ubicar el subcampeonato de Leo Díaz en 1997. A Burián el peso de la historia no le jugó en contra en momentos decisivos, como el partido contra Talleres, en el que se lució durante los 90 y también en los penales; si bien los arqueros no acostumbran a preferir los penales, así fue como Burián se convirtió en el apellido que ya suena en cada canchita en la que se tapa una pelota: contra San Pablo, contra Atlético Mineiro y ahora contra Talleres, como antes Burtovoy contra Olimpia.

Nueve partidos (de 16) sin recibir goles, ganó seis de las ocho tandas de penales en las que participó y en siete de esas ocho tapó al menos uno (San Pablo, Atlético Mineiro y Talleres, las inolvidables).

También en aquel equipo de 1975 jugaron algunos históricos del medio como Raúl Zimmermann y el mismísimo Cococho Álvarez, hoy espejados en mística por Federico Lértora y Rodrigo Aliendro, subcampeones y campeones que van a ser adorados cada vez que vuelvan a Santa Fe. El lateral derecho de aquel equipo del Gitano Juárez también tuvo a un histórico como el Bambi Edgardo Araos, que empezó con una tradición de números cuatro bien icónicos: Ibarra, Bontemps, Vigo, desde hoy y para siempre comparables con Meza y Mura, que, con sus distintos estilos, guardaron la derecha mejor que nunca, aún alternando en el puesto.

En la delantera también hay nombres importantes, importantísimos, mejor dicho. La Chiva Edgardo Di Meola con sus 70 goles y el Bichi Esteban Fuertes con sus 134 serán inalcanzables por un buen tiempo en esos términos, mientras que los del Pulga, bastante menos, serán vistos también hasta el cansancio. ¿Quién se podría cansar de verlos? Goleador y asistidor, espontáneo, poético y popular, llegó con la modestia de los grandes y en apenas dos años lideró un equipo con tanta necesidad de gloria como él. Rellenó la número 10 rojinegra como ninguno antes y ya es estampita, tatuaje y fondo de pantalla, así como también llegará a ser mural, cancha auxiliar o, por qué no, nombre de tribuna o platea.

De vuelta: no se trata de unos superando a otros como ídolo ni mucho menos, lo que importa de todo lo pasado es que cada nueva corajeada debía ser más que las anteriores. Los ejemplos ofrecidos, apenas son una muestra de que Colón salió campeón como consecuencia de su propia historia. Los triunfos épicos, los subcampeonatos, las noches de copas y las multitudes de 10, 30 y 40 mil personas vistiendo ciudades lejanas de rojo y negro, fueron las cuotas de mística que abonaron este primer título del club. De ahora en más, la negrada no volverá a bajar la vista, porque sabe que no solamente del cielo de San Juan bajan las estrellas.

Dejar respuesta

Por favor, ¡ingresa tu comentario!
Por favor, ingresa tu nombre aquí