Desde 2013, la Liga Infantil de los Barrios trabaja por el derecho a la salud, a la alimentación y al deporte de niñas y niños de la ciudad.

La Liga Infantil de los Barrios va camino a los diez años de vida. Pibes y pibas juegan organizados para el club de su barrio, pero el espacio también ofrece trabajo, cultura, comida, educación y salud.

En la ciudad de Santa Fe existe un fenómeno social y deportivo sin precedentes en las diferentes urbes de nuestro país: se trata de la organización social Liga Infantil de los Barrios. Esta institución tiene como objetivo hacer “clubes en los barrios donde no los hay” y “construir un nuevo modelo de club social para los barrios periféricos del siglo XXI”. A lo largo de los años Pausa fue testigo del crecimiento y trabajo hecho desde la Liga para contener a cientos de niños y niñas de Santa Fe.

Hoy, en el comienzo de la décima temporada, las personas que construyeron este proyecto reflexionan sobre todos estos años de trabajo y lucha para generar nuevos espacios en el plano deportivo y cultural. “En los últimos 50 años las ciudades fueron creciendo en términos demográficos y la desigualdad creció en todas sus dimensiones de forma estructural. Los barrios periféricos son la consecuencia de malas políticas públicas y de un sistema de concentración que expulsa a grandes contingentes de personas a formar barrios de emergencia en las periferias de las ciudades”, señalan desde la LIB. “Estos barrios, levantados en las últimas décadas de manera no planificada e informal, no cuentan con la infraestructura y los servicios básicos como cloacas, gas, pavimento y centros de salud. Tampoco cuentan con clubes sociales y deportivos que brinden una oferta popular para las infancias, adolescencia y juventudes”, afirman.

A partir de esta realidad, en la ciudad de Santa Fe se fue gestando un fenómeno entre vecinos: la Liga Infantil de los Barrios. “Es la respuesta de vecinos y vecinas de los barrios periféricos al no contar con una oferta deportiva y cultural en su barrio”, aseveran los responsables de la Liga.

La historia de construcción deportiva y social es simple y contundente: los vecinos empezaron a realizar prácticas de fútbol en terrenos abandonados, en su mayoría fiscales o privados, donde armaron una cancha de once o “potrero”. En estos espacios comenzaron a gestarse escuelitas de fútbol o clubes barriales.

Durante los años previos al 2013 estas expresiones del deporte barrial fueron encontrándose para jugar, ya que compartían la misma problemática y empezaron a realizar partidos amistosos, encuentros y torneos. Con el correr del tiempo estos clubes lograron encuadrarse en una red de clubes de los barrios periféricos fundando una instancia que une estas experiencias sociales y les da un marco organizativo.

En 2013 fueron ocho clubes o escuelitas barriales los que fundaron la Liga Infantil de los Barrios: Cebollitas de Loyola Sur, Los Canarios, La Casita de Santa Rosa de Lima, Belgrano de Santo Tomé, Pinina Yedro, 7 Jefes, Atletas de Cristo y Barcelona Juniors.

Durante los años siguientes otros vecinos y vecinas de barrios populares fueron armando una oferta deportiva para los niños y niñas en sus barrios, sumándose y consolidando la Liga Infantil de los Barrios como organización social.

Con el tiempo, además del fútbol se fueron agregando otras actividades de índole social como copas de leche, comedores comunitarios, talleres culturales, talleres de oficios, espacios productivos y espacios de reflexión. “Se construyó una visión o modelo de club que los barrios populares necesitan en el siglo XXI: clubes que den herramientas y respuestas a las problemáticas de lo cotidiano y que sean lugares donde los niños, adolescentes y jóvenes puedan construirse un proyecto de vida”, manifiesta Giuliano Carnaghi, actual presidente de la institución.

Multiplicando esfuerzos

Hoy la Liga cuenta con 29 clubes y más de diez escuelas barriales que conforman esta red deportiva, social y cultural y contienen a más de 6000 niñas y niños de Santa Fe, Santo Tomé, Sauce Viejo y Recreo. De estas 39 organizaciones solamente tres cuentan con salón de usos múltiples y baños: una infraestructura mínima donde se desarrollan las diferentes actividades.

El resto de los clubes practican en su cancha de once a la intemperie, sin baños, sin salones de usos múltiples, sin resguardo, donde niños y niñas deben orinar al aire libre. Tampoco allí llega la red de agua potable ni la luz eléctrica.

Momentáneamente existen cinco salones pequeños en construcción y están hechos con palos de eucalipto para la estructura, carpeta, paredes de bloques de cemento y techo de chapa que servirán para dar la copa de leche, talleres y espacios de reunión y organización.

Estos clubes comienzan a transitar un camino hacia la formalidad. Constituyen su personería jurídica como asociación civil y van dando todos los pasos administrativos y burocráticos para ser reconocidos por los diferentes niveles del Estado. “Pero con muchas dificultades y trabas, ya que los diferentes Estados no tienen un proyecto de escala que contemple los clubes creados en las periferias y la misión de la Liga Infantil de los Barrios”, asegura Carnaghi.

“La misión de la LIB es hacer clubes en los barrios donde no hay clubes, garantizar el derecho gratuito al deporte y la cultura de los menores de edad en los barrios periféricos”, agrega el entrevistado. También indica que “la idea desde un comienzo es dotar de las condiciones dignas de infraestructura para el desarrollo de los clubes en los barrios populares”.

Estado ausente

La Liga Infantil de los Barrios no cuenta con sede social para organizar encuentros de formación, organización y planificación para el crecimiento de los clubes y los encuentros deportivos y culturales. Su presidente Giuliano Carnaghi le dijo a Pausa que “hace varios años esta organización ha elaborado una serie de proyectos para disminuir la desigualdad deportiva y cultural, pero lamentablemente no forma parte de la agenda de los gobiernos. No es una prioridad y muchas veces los funcionarios públicos no comprenden de forma cabal el trabajo que se hace con las infancias y en el territorio”.

En esta misma línea, Carnaghi manifestó: “Los referentes de los clubes consideran que el proyecto de la Liga debería ser política de Estado y dotar de instrumentos y financiamiento para que estos ámbitos nacidos en la informalidad puedan funcionar con la dignidad que se merecen todos los niños y niñas de los barrios humildes. Esto debería ser una prioridad dado el nivel de vulnerabilidad de la población participante”.

Cultura del trabajo

Para resolver los problemas de infraestructura la Liga Infantil de los Barrios junto al Club El Apache de Barrio Santa Marta montaron una cooperativa de bloques de cemento o “una bloquera” para brindar trabajo a jóvenes del club y además producir bloques de cemento a precios accesibles para los clubes de la Liga. La misión: resolver los problemas de infraestructura. Los cinco salones que se están en construcción son levantados con ladrillos producidos en la “bloquera”. Sobre esta cuestión, el titular de la LIB dice que “es un círculo virtuoso que se retroalimenta”.

Por otro lado, la Liga Infantil de los Barrios junto al Club Hipódromo Las Flores montaron una panadería para abastecer a las copas de leche de los clubes. El objetivo es elaborar alimentos más saludables para las meriendas, unir la instancia deportiva con un alimento nutritivo para el niño o la niña y generar otra fuente de trabajo.

Otro punto de acción de la LIB es el Frente de Salud de la Liga. Aquí se trabajan dos líneas de acción que están conectadas; hay un grupo de profesionales de la salud que se encargan de hacer relevamientos médicos en los clubes para obtener datos sociodemográficos, nutricionales y detectar factores de riesgo (hipertensión y diabetes). “En ese trabajo también está el desafío de acercar a las personas con problemas de salud o vacunación incompletas al centro de salud correspondiente, para fortalecer la unión de la comunidad y las instituciones del barrio e incrementar la salud comunitaria”, manifiesta Carnaghi.

Al mismo tiempo, el grupo de profesionales de la salud trabaja en la creación de diferentes dispositivos para la prevención e intervención en situaciones de consumos problemáticos.

Objetivos 2022

Cuando comenzó este año los y las integrantes de la Liga se propusieron profundizar las actividades que venían realizando y sumar otros aspectos que hacen a la mejora en los barrios más necesitados de nuestra región.

Entre los puntos que se destacan como objetivos de 2022, la Liga Infantil de los Barrios se propone continuar con el torneo de cada domingo, en el que participan 29 clubes de nueve categorías; continuar con los Encuentros de Fútbol Infantil gratuitos pensados para escuelitas de fútbol con pocos niños y niñas, copas leche y organizaciones que no participan de ninguna oferta deportiva; ampliar el servicio de copas de leche a más clubes; hacer cinco nuevos salones en cinco clubes que no cuenten con infraestructura; profundizar el trabajo del Frente de Salud con relevamientos médicos, prevención y promoción de la salud y abordajes en consumos problemáticos; abrir nuevos talleres de oficios en clubes que no tienen esa oferta; desarrollar actividades de índole cultural como murgas y comparsas, clases de cumbia santafesina y folklore.

En pocas palabras: “pulir” el diseño del nuevo club social que necesitan los barrios periféricos en el siglo XXI.

Hoy

Todos los clubes están listos para comenzar con los partidos el domingo 20 de marzo, mientras que en la primera semana de abril arrancarán los Encuentros de Fútbol Infantil.

Vale destacar que en los barrios Real Adelina, Varadero Sarsotti, Coronel Dorrego y Las Lomas se están terminando obras. Y con respecto a los talleres de oficios desde la organización informan que siguen funcionando a muy buen ritmo, en la bloquera y en la panadería.

En un tiempo no tan lejano la organización de la LIB está por lanzar una Feria Popular, en Matheu y Aristóbulo del Valle.

Por un barrio justo

Esta institución, que tiene como lema “que no quede ningún barrio sin club”, va por sus diez años de trabajo organizado. Es una década de esfuerzos por más justicia social para niños y niñas en condiciones de vulnerabilidad, fortaleciendo los lazos básicos de deporte, cultura, alimentación, trabajo y salud que el Estado nunca estructuró.

Desde la LIB lo destacan año tras año: “No somos fútbol solamente, somos comedores comunitarios, somos copa de leche, somos talleres de oficios y actividades culturales, somos una red de organizaciones comunitarias que tratan de hacer de su barrio un lugar más justo”.

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