El último baile de Locomotora

El documental Locomotora se estrenó el pasado 25 de marzo en el cine América de Santa Fe; también se presentó en Rosario. Foto: Not Momma

Un film producido en Santa Fe cuenta la historia de la campeona mundial de boxeo Alejandra Oliveras.

Alejandra Marina Oliveras tenía alma de guerrera antes de ser boxeadora. Así lo dice ella misma durante un pasaje de la película Locomotora, una producción de Not Momma que tuvo sus funciones de estreno en Rosario (Cine El Cairo) y en Santa Fe (Cine América). En menos de 90 minutos de metraje, el documental registra el trabajo de Alejandra de cara a su última pelea como profesional, que, al mismo tiempo, tiene la premisa de ser la primera en su tipo: dos boxeadoras, a 12 rounds de tres minutos, “como los campeones”.

La motivación no es un capricho sino marcar una nueva parada en una lucha que todavía sigue abajo del ring, la de la igualdad de oportunidades para deportistas mujeres.

Y es que la vida de esta séxtuple campeona mundial está llena de etapas de resiliencia y superación ante el maltrato de turno: cuando era chica no fue abanderada porque su ropa no era “presentable”; cuando fue adolescente, su pareja la golpeaba; cuando se convirtió en una de las peleadoras más destacadas del país, la Federación Argentina de Boxeo le sacó la licencia. Coronada con el máximo cinturón en cuatro categorías distintas, nunca pudo vivir del deporte que ama, lisa y llanamente porque a las mujeres no se les paga lo mismo que a los varones.

Jujeña de nacimiento, Alejandra echó raíces también en Córdoba, en Junín y en Santa Fe, mientras que hoy es vecina de Santo Tomé, donde en cualquier momento te puede pasar por al lado mientras está trotando: “Esta provincia tiene siete campeones mundiales y en esta ciudad se respira boxeo. Santa Fe me encanta y la gente me adoptó con muchísimo cariño, por eso me quedé”, le cuenta a Pausa a la salida del estreno en el Cine América en la noche del viernes 25 de marzo. Como es habitual, viste con ropa deportiva, sí, pero atención: también es muy común que se maquille antes de entrenar y hasta que lo haga recién salida de la peluquería.

Determinada y atenta al detalle, su historia de vida y su personalidad atrajeron enseguida a los dos máximos realizadores del documental, Mayo Vernetti (dirección) y Leandro Alloatti (fotografía). “Alejandra es una persona arrolladora, con una energía extrema que contagia, y además tiene un motivo de lucha por las injusticias que vivió. No podíamos dejar pasar la oportunidad de hacer este documental. Conocer a La Locomotora no tiene vuelta atrás, y quienes la conozcan o vean el documental van a saber de lo que hablo”, repite Vernetti con genuina fascinación aun habiéndola conocido hace ya un par de años.

Segundos adentro

La película empieza con Alejandra llegando con salamines y morcilla a visitar a su papá, Luis, que es una de las voces en off que durante los 83 minutos nos hablará de su hija: “En la escuela ella ya competía y peleaba contra los varones, porque a las otras mujeres no les daba ni para empezar. De una naturaleza muy fuerte fue ella siempre”.

“Yo creo que la falta es lo que me ayudó a reconstruirme para pelear por mis sueños, porque no quería dejar que me hundan en un pozo toda mi vida, ese es el mensaje que quiero dar con esta película y con todo lo que hago. Yo de chica pasé frío, hambre, discriminación en la escuela porque llegaba con mi ropa sucia de trabajar en el campo. Pero eso no importa si vos te convencés de que ser pobre no es ser menos que nadie y de que es posible ser quien vos quieras ser”, asegura hoy a sus 44 años.

La boxeadora Alejandra Oliveras junto al equipo de producción de "Locomotora". Foto: Not Momma

De vuelta en Santa Fe, vemos a la protagonista en distintas jornadas y encuentros de distinto tipo, sea una charla motivacional en la que alienta a que cada persona pelee por lo que sueña o una clase de aerobox con las que hace un mango extra. Y no es todo. Mientras hace todo eso también se encarga de cuidar cada detalle de “La pelea del siglo”, la defensa de su título del mundo de la WPC contra la mexicana Lesly Morales. Atendiendo entrevistas, reuniéndose con la modista, apurando el despacho del ring y comiendo lo justo para dar el peso.

Cada día es un round del que hay que aprovechar cada segundo y las cámaras bien consiguen documentarlo acompañándola hasta en los ratos muertos tirada en un banco del vestuario o de sobremesa, mientras junta un revuelto de zapallito con una tostada de arroz. En la heladera, una fuente con bifes chiquitos cortados en las porciones justas y media fruta, que es su ración diaria y a la que mira con un gestito de tristeza. Literal es que antes de cumplir sus sueños pasó hambre, a veces voluntariamente, a veces a la fuerza.

Próxima parada

De levantar bolsas en el campo a alzar títulos mundiales, Alejandra llegó a cumplir su sueño de ser como Mike Tyson, pero en ese momento se dio cuenta de que ni su récord Guiness por haber sido campeona en tres categorías distintas le iban a alcanzar para sentirse reconocida: “Al otro día de perder el título mundial, todos se olvidan de vos. Si sos mujer es peor, porque no terminás como los boxeadores hombres, que se pueden comprar su casa, su auto y vivir tranquilos. El machismo es tan fuerte que hasta las propias mujeres del boxeo son machistas, eso va a cambiar cuando nos podamos unir todas y pelear por el respeto y la igualdad que merecemos”.

Cada expresión suya, se nota, está cargada de pasión y de entusiasmo. Se la nota transparente en pantalla y en persona, siendo entrevistada o animando a otras mujeres a empoderarse. En 2021 fue candidata a diputada provincial y juntó más de 70 mil votos, número más bajo que el piso para asegurar una banca. Durante la campaña, centró su discurso en la empatía y en el rol del Estado como principal herramienta para mejorar la vida de las personas. Hoy, con otras formas (como lo es este documental de 83′), sigue enfocada en su deseo de ayudar: “Mi sueño es aprovechar el deporte para sacar a chicos de la calle y llenarles el corazón con un sueño. Si naciste pobre, no importa, la vida no está escrita y del barro pueden nacer flores”. El grabador paró, pero sigue contando que, dentro de pocos días, espera terminar de tramitar los permisos municipales para inaugurar una escuelita de boxeo en Barrio Alfonso.

Dejar respuesta

Por favor, ¡ingresa tu comentario!
Por favor, ingresa tu nombre aquí