Estamos invitados a tomar el té

Foto análogica de Ana Paula Ponce

Como la canción de María Elena Walsh, en el libro álbum “Un juego de tazas” sus autoras toman la ceremonia inglesa para contar una historia cotidiana donde se desata algo fantástico. 

El sábado 23 de julio se presentó en Santa Fe Un juego de tazas, un libro álbum de la escritora Melina Barrera y la ilustradora Yuyis Morbidoni, editado a mediados del año pasado por la editorial Periplo.

Yuyis es una ilustradora santafesina que desde hace tiempo explora los formatos del libro álbum y libro objeto y la ilustración infantil. Es autora integral de My pets, libro interactivo publicado por Piboco (2020); e ilustradora de Una porción de Cielo (2020) y Te regalo un día (2021), ambos libros álbum editados y publicados por el Ministerio de Educación de Santa Fe.

Se recibió en la Accademia di Belle Arti di Bologna, en Italia, y entre otras experiencias fundamentales de su recorrido formativo, destaca su paso por las residencias culturales en El tríptico de la Imaginación y un periodo de intercambio Erasmus en Coventry University (Inglaterra).

Melina Barrera es una periodista y escritora de Buenos Aires. Comenzó su carrera en 1995 en Editorial Atlántida, donde trabajó en revistas de actualidad como Gente y Para Ti. Realizó cursos de cocina y se especializó en periodismo gastronómico, lo que la llevó a escribir en medios como Cuisine & Vins, JOY, TXT y El Gourmet. Desde 2005 y hasta 2014 fue editora de la revista Bacanal, publicación en la que escribió sobre restaurantes y tendencias gastronómicas, diseño, moda y turismo.

Entre 2007 y 2021 asistió al taller literario de la escritora Iris Rivera, especializado en Literatura Infantil y Juvenil (LIJ). Producto de más de una década de talleres y el doble de años en diferentes cocinas, en 2016 nació su primer libro, Diez gotitas de azar. Leyendas de recetas accidentadas, publicado también por Periplo y reimpreso a fines de 2018.

El catálogo de la editorial tiene tres líneas, que abarcan la literatura infantil, la cocina y la botánica. Aunque Un juego de tazas está dentro de la colección de libros infantiles, no es un libro escrito exclusivamente para niñas y niños. Es un libro para todas las edades, no sólo en el sentido del público al que está destinado, sino porque crea una oportunidad de compartir la lectura entre distintas generaciones, con una historia que abre la puerta para que broten de adentro los recuerdos de meriendas y olores, de preparaciones de abuela y de las distintas formas de disfrutar el tiempo con amigues.

La protagonista de la historia es Isabel, una mujer que se reúne todos “los jueves a las cinco en punto” con sus amigas para tomar el té. Todas se preparan para el ritual con los protocolos de un grupo de mujeres adultas que comparten una tradición como esa: se maquillan, eligen un chal o un sombrero, combinan zapatos y peinados.

Los otros personajes de la historia son Wilfred, el gato de Isabel, y Ana, su abuela. La abuela aparece sólo en el recuerdo, como la voz que recuerda el paso a paso de la ceremonia del té. “La cuchara se mueve despacio, sin golpear la porcelana”, escucha Isabel en su cabeza.

Las abuelas son un gran tópico de la literatura infantil y juvenil. Desde Caperucita Roja hasta hoy, las hay de todos los estilos y son un punto de encuentro entre lectoras y lectores, pues todes tuvimos una abuela, buena, mala, bruja, cocinera, jardinera o exploradora, que amamos o que temimos, que vemos los domingos, que vive con nosotres, que nos contaron cómo era o que ya no está. Por puro gusto podemos nombrar algunas abuelas de la LIJ argentina, como la de Las hadas brillan en la oscuridad (Norma, 2010) de Graciela Cabal, que ayuda a su nieto con un hada que aparece en el patio; y la de Mi bisabuela Ana enfrenta a los demonios de Ana María Shua en Cuentos con fantasmas y demonios de la tradición judía (Alfaguara, 2000), un cuento cuyo título adelanta todo. Y la abuela medio bicha, bastante sabia, que hace rancho aparte con su nieto para resolver un conflicto familiar en el cuento Cómplices de Lydia Carreras.

También está la abuela de Árboles de pan (Comunicarte, 2021) de Julia Rossi y Nicolás Arispe, un libro álbum que cuenta cómo una abuela amada por los pajaritos a los que alimentaba se va un día, volando, con ellos. Por su parte, Cecilia Moscovich publicó en Gliptodonte gigante y otros cuentos de mi abuela (Quipo, 2006) el cuento de La Abuela Musculito, que tiene los brazos más musculosos del universo y no duda en segundo en marcarle los puntos sobre las íes al abuelo.

En el catálogo de Periplo hay otra abuela en una historia de cocina, la de El membrillo (2018) de Clau Degliuomini, un libro álbum con una propuesta estética muy poética con los colores de la fruta que lo nombra, en donde abuele y niete son dos zorros que preparan dulce de membrillo con los frutos del árbol familiar.

Como sucede maravillosamente en los libros álbum, la historia de Un juego de tazas es una sola y es muchas a la vez. La narración se construye en conjunto entre el texto y las ilustraciones, que están llenas de puntos de fuga, como todo lo que hace Wilfred mientras sigue a Isabel y unas hormiguitas que recorren el libro con su propia prerrogativa. Hay muchos guiños que se salen del cuento e invitan a encontrar nuevas interpretaciones en cada lectura. También hay detalles que respetan la ceremonia del té inglés, de manera fiel a la abuela Ana, como que los sándwiches -y no sanguchitos- son de salmón, pepino y queso, con forma de triangulitos.

El texto de Barrera está escrito de manera muy precisa, sin ninguna sobrecarga, siguiendo la preparación de Isabel y la llegada de las amigas, colocando un sombrero por aquí y unas hebras de té negro y lavanda por allá. Las ilustraciones, además de consolidar el mundo del cuento, lo llenan de ritmo y tensión con cada movimiento de página, que trae una pequeña sorpresa en la escala y la composición de la imagen.

Es para celebrar la edición de un libro álbum con autoría santafesina, porque no hay actualmente en la ciudad producciones independientes de ese tipo ni tampoco muchas editoriales que se dediquen a ello en la provincia o el interior del país. Entre las pocas que apuestan al libro álbum y se dan estrategias para publicarlos, está Libros Silvestres en Rosario, con un catálogo cada vez más reconocido en Argentina.

La historia fluye con delicadeza, como la ceremonia que narra, hasta que a Isabel le empiezan a picar las ganas de salirse del guion de todos los jueves, y se acuerda, como si fuera un conjuro, de que cuando le regaló el juego de té de porcelana su abuela le dijo: “Hará de tus meriendas algo especial”.

Aunque hay una abuela, aunque hay té, no es un libro sobre eso, sino sobre el juego y la comida como práctica cultural, dos grandes mundos que tienen sus raíces en la infancia, y a los que podemos visitar por un rato a través de la fantasía de este juego de tazas. Es también un libro sobre diversión, sobre sostener los encuentros y sobre poder jugar toda la vida, ya se escribiendo, dibujando o tomando el té.

Para seguirla

La presentación se hizo en la Casa de los Gobernadores, donde se montó además una exhibición de bocetos del proceso creativo de la obra y los intercambios entre las autoras, con las idas y vueltas de personajes, gestos y colores. Allí mismo, en Bulevar Gálvez 1274, este domingo 31 de julio de 16 a 18 se realizará el Taller de ilustración: ¡A jugar con las tazas!, de manera gratuita. Será coordinado por Yuyis para niñas y niños “menores de 130 años” que quieran encontrarse a jugar y dibujar explorando la magia a través de la historia del libro.

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