El debate sobre la nocturnidad volvió al Concejo después de 13 años de reglas confusas, controles laxos e incumplimientos. Los vecinos, los trabajadores y el público se sienten perjudicados, todos por igual. 

Históricamente, salir de noche en la ciudad de Santa Fe se parece mucho al juego de “Elige tu propia aventura”. Por muchos años, cuentan algunas generaciones, se podía andar sin mucho cuidado, se iba y se volvía caminando: “Nadie te molestaba”. Plástico, Acrópolis, Exeun: los nombres de las discotecas y los pubs brillaban en las zonas céntricas, se podía bailar en un bar como en una vecinal. Así fue hasta principios de los 2000, más o menos.

Más tarde, con el crecimiento de la población santafesina, los bailes empezaron a cortar cada vez más tickets y, sobre todo en la Recolecta, adolescentes y jóvenes vivían las noches con una intensidad que escalaba y que se volvería ingobernable. El fin de semana del viernes 16 y el sábado 17 de octubre de 2009, Las Ruinas, el pool Speed Game y el mítico Passage, fueron clausurados y ya nada volvería a ser igual. Puñaladas con un muerto y heridos graves y un fallecimiento por sobredosis prendieron todas las alarmas y le dieron pie, al entonces intendente Mario Barletta, para decretar la tristemente célebre “Emergencia nocturna”, luego regulada a través de la ordenanza N° 11.622.

Santa Fe puso en discusión su política de nocturnidad: ya se realizó una audiencia pública y hay borradores de una nueva ordenanza.

Desde ese momento, una noche de diversión o dispersión en Santa Fe resultó un cambio de vida inimaginado para los locales, increíble para los turistas y foráneos. ¿Cómo puede ser que después de las 2 no se pueda entrar? ¿A las 5 te cortan la barra? ¿Correr la silla para bailar? Olvidate.

El juego de “Elige tu propia aventura” se puso en Modo Dios y desde ese momento fue preferible armar una fiesta en casa que salir, porque durante la intendencia de José Corral se llegaron a prohibir hasta los cumpleaños en las vecinales.

De vuelta en agenda

Entre octubre de 2009 y septiembre de 2022 hubo dos audiencias públicas en el Concejo Municipal para tratar el tema nocturnidad: en la primera, realizada en 2009, el eje fue la relocalización de los boliches, que ya tenían renegando a los vecindarios por los ruidos molestos y la incontinencia urinaria de los fiesteros ante sus puertas y paredes; en esta segunda audiencia, el pasado 1° de septiembre, actores y actrices de todas las esferas (empresarios, vecinalistas, artistas, público en general) se inscribieron para dar su punto de vista en el recinto y avanzar en un acuerdo que deje más o menos satisfechas a todas las partes.

La convivencia es, por lo menos para la concejala Laura Mondino, la cuestión más urgente a resolver: “Hoy conviven las juventudes y el público en general que sale a tomar algo, a bailar, a relajarse, con vecinos y vecinas que viven en esos barrios y reclaman con justicia su derecho al descanso y con empresarios/as que apostaron al desarrollo de la ciudad”, le dijo a Pausa.

En este sentido, la perspectiva de Mondino no solamente contempla la intervención del Estado, que “tiene la función de controlar, pero también la de planificar sobre escenarios futuros”, sino también la responsabilidad de los privados de “generar propuestas diversas, aptas para los distintos públicos que hoy coexisten en la noche santafesina”.

En concordancia con esto, fue destacable la intervención de Florencia Alegre, otra de las expositoras que habló el 1° de septiembre. Florencia es activista gorda y aprovechó sus cinco minutos de micrófono para pedir por espacios más accesibles para todos los cuerpos, por puertas bien abiertas, lugares cómodos y mesas menos amontonadas. Con estadísticas del INADI en mano, expuso también que en Santa Fe "la mayor discriminación se da por cuestiones estéticas, la segunda por personas gordas y la tercera por situación de pobreza". Esta distinción no solamente existe en el momento de dejar ingresar o no a una persona, sino también como posible trabajadora del lugar.

Muy probablemente, los borradores de la normativa que se estuvieron manejando previamente no contemplaban el acceso de las personas gordas, como tampoco la ordenanza 11.622 contempló la afectación que su letra implicó para el ambiente artístico.

De un momento a otro, muchísimos escenarios se borraron del mapa céntrico porque también molestaban a los muchos sanatorios que funcionan en la zona de la Recoleta. Se enviaron los boliches a la ruta 168, mientras que el Puerto iba a ser el lugar para que puedan actuar, pero eso “evidentemente, no pasó”, como dijo Maximiliano Schweizer, secretario de Santafesinos Unidos por la Música Autogestionada (SUMA) y primer orador de la audiencia.

El efecto Cromañón

Después de la Tragedia de Cromañón, recordó Schweizer, la actividad musical quedó muy afectada y con la reglamentación de 2009 nuevamente se empujó a los grupos a actuar principalmente en lugares clandestinos. Diversidad cultural, buen descanso de los vecinos y condiciones justas para quienes invierten en el desarrollo fueron los puntos clave que dedicó el representante de SUMA, que culminó su intervención asegurando: “Las ciudades están vivas, respiran, transpiran y también generan sonido”.

Artistas locales también luchan por su derecho a escenarios y condiciones dignas de trabajo en la ciudad.

Allá lejos, cruzando el puente, los sonidos retumban y cruzan la laguna si hay viento este. Al costado de la ruta 168, de frente a la Universidad Nacional del Litoral, cientos de jóvenes andan librados a su suerte, tambaleando al costado de la calzada. Para los empresarios del rubro, el Estado también faltó a su palabra. Gustavo Mercante, abogado del boliche Roll and Rock (la ex Pirámide), ventiló que los distintos Ejecutivos municipales no acompañaron sus inversiones: "Nunca cumplieron con lo prometido tras el traslado compulsivo, faltan desagües pluviales, iluminación pública, cloacas, veredas peatonales, mantenimiento de espacios verdes, hay basurales y acopio de escombros que obligan a los jóvenes a caminar por la cinta asfáltica".

Los bailes en los barrios

Si se pregunta por los bailes en la ciudad, el presidente de Villa Dora Adrián Ramseyer remarca la importancia económica de lo recaudado en los 60 bailes que celebran por año: "Le damos de comer a mucha gente, no solo a los grupos que van, los bailes son el 90% de los ingresos que tiene el club para llevar toda sus actividades".

Por su parte, Gerardo Zamaro fue el representante enviado por los vecinos autoconvocados de barrio Sargento Cabral, que apuntó a las complicaciones derivadas de los bailes de los domingos por la noche en Villa Dora: "Todos los lunes a la madrugada sufrimos gritos, peleas, amenazas de los cuidacoches, picadas, bocinazos, motos con el escape preparado para hacer ruido, necesidades fisiológicas en la vereda y heridos de armas de fuego".

República del Oeste, desde la cabina. Foto: Mauricio Centurión.

Jorge Tira, de la vecinal de barrio Roma, también apuntó contra las consecuencias de la inseguridad que se vive a la salida de los bailes en República del Oeste. Puntualmente, narró que hay vecinos atemorizados por algunos cuidacoches y que no quieren usar la alarma comunitaria porque "quedarían en evidencia ante el trapito quién fue el que los denunció y luego podría haber represalias".

Si bien empezó asegurando que estas fiestas que se hacen los sábados a la noche en Avenida Freyre son parte de la identidad "de mi querido barrio", expuso que el cansancio sufrido por los "ruidos molestos, vandalismo, obstaculización de tránsito, peleas violentas y música a un alto volumen, hacen que la noche se convierta en una pesadilla".

Hacia una nueva ordenanza

La audiencia en el Concejo duró unas diez horas durante las cuales hablaron 100 expositores que, una vez que iban saliendo, recibían sin mucho agrado la noticia de que ya había borradores previos a la audiencia. Se incorporarán, seguramente, algunos puntos que contenten en alguna medida a todas las partes. Durante las discusiones poco se destacó la situación de informalidad de trabajadores de la industria nocturna. ¿Se exigirán mejoras a los empleadores en la nueva ordenanza? Es justo y necesario. ¿Seguirán los bares ocupando más espacios públicos, más plazas, más veredas?

Mientras este texto se termina, un fin de semana nuevo se acerca. Es difícil saber si el lugar al que elijamos ir tiene habilitación municipal, si tiene matafuegos o si hay peligro de que hacia su patio empiecen a tirar botellas de hielo, como ocurrió en un bar de Bulevar Gálvez, en el corazón de barrio Candioti.

Para que la letra de la nueva ordenanza valga, tiene que haber control. Para que esta normativa sea cabal, tiene que establecer reglas claras. Para que salir sea seguro, no culpes a la noche.

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