Mulholland One: una historia sencilla

Foto: Mauricio Centurion

Hay días en los que pienso que nuestro país es un sueño de David Lynch filmado por Yorgos Lanthimos y producida por Amazon, una experiencia surrealista y absurda. Nuestra ciudad está cubierta de un manto de humo denso, generando una sensación de aislamiento y confusión.

Los personajes, productos del calor, son casi autómatas. Sólo desean llegar a su casa y prender el aire acondicionado o simular compras para usufructuar el aire de un comercio. Esto generaría una sensación de desconexión aún mayor. Hablan en frases cortas y entrecortadas: “quiero dos lisos” y sus rostros transpirados pero inexpresivos acompañan el ritual. La interacción entre ellos sería extraña e incómoda, con un subtexto misterioso e inquietante. En el fondo lo que quiere la chola es que bajen la inflación.

Todo transcurre en planos largos y fijos, el movimiento es mínimo y no se demuestra. La música es desconcertante, y subraya la tensión y la alienación. Aunque por problemas de presupuesto todos utilizarían auriculares.

En este universo alternativo, la obsesión por el dólar se volvería aún más desquiciada. La trama sería enigmática y confusa, con la realidad y la fantasía mezclándose constantemente. El protagonista podría ser un ciclista que se ve arrastrado a una conspiración incomprensible, o tal vez una fiscal que investiga crímenes sin sentido.

Tendríamos una sensación aún más surrealista y absurda. El fútbol podría ser una actividad prohibida, o quizás un ritual oscuro practicado por una sociedad secreta. Las ciudades podrían estar gobernadas por algoritmos oscuros con olor a agroquímicos, y lxs ciudadanos serían controlados por medio de técnicas de lavado de cerebro y ventas piramidales.

En este Argentum onírico, el San litio de las alturas no puede faltar. Sería la piedra angular de la economía argentina. Aunque las minas de litio se convertirían en templos sagrados, donde la gente iría a orar y pedir por un futuro mejor.

La locura comenzaría con la llegada del Comando Sur, la fuerza militar estadounidense encargada de "proteger la democracia" en el patio trasero. Con bases militares en nuestro territorio y una presencia constante en nuestras calles combatiendo a un grupo terrorista de monotributistas, el Comando Sur se aseguraría de que todos estén "a salvo" y que no se produzcan "disturbios" y de que lleguen los pedidos de comida a domicilio.
Por suerte solo es un sueño de Lynch.

Un solo comentario

  1. Hola!!!! Excelente nota!!! Tremenda comparación de la "Ciudad Citiada". Creo que también se le debería dar intervención a Beckett. Pocas de éstas leo. Lo más tremendo que ésto es solo la punta de iceberg. Lo que no queremos ni nos hacer ver. La ironía perfecta. Saludos.

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