La aristocracia del barrio, la mechera y el Messi

No sé si será cierta la anécdota o si fue inventada con fines didácticos, ojalá sea lo primero, recuerdo un diálogo de la película Asesinato en el Senado de la Nación. Lisandro de la Torre practica esgrima en un club, alguien (no recuerdo quién, y es un olvido más o menos importante) se acerca y lo increpa diciéndole que le sorprende verlo en un club aristocrático a él que es un traidor a su clase. Lisandro de la Torre responde que lo sabe y que puede dormir con eso y le retruca a su interlocutor preguntándole si él puede dormir sabiendo que es un traidor a su patria.

Noticias de ayer y de siempre. Hoy que Florencia Kirchner pasó de ser prófuga a víctima de su madre. Recordé que hace unos meses, apenas confirmada la esperada condena judicial a Cristina por alguna de las mil causas, muchos posteos hablaban de La mechera de Tolosa o la chorra de Tolosa, repetían la fórmula con placer infantil, casi con excitación intelectual o poética, repetían relamiéndose. No justamente la gente más blanca ni más ilustrada, ni pudiente, pero eso ya se sabe. La gracia, fácil de entender, les parecerá semejante a la ironía o un atisbo al abismo de la metáfora. Se trata, claro está, de una forma elegante de decir negra de mierda, de decirlo sin decirlo, pongamoslé.

En definitiva, cada quien es feliz como puede y como quiere, el tema es que esa repetición es también la necesidad de tirar la propia piedra, nombrando la culpa, el delito o al menos la causa. Ser una negra de mierda, pretender asumir a una clase que no le corresponde legítimamente. Algo así pero de manera más burda dijo poco tiempo antes Beatriz Sarlo, sin ponerse colorada y renunciando para siempre a su inteligencia u honestidad intelectual y política.

La fiesta ajena, se llama un gran cuento de Liliana Heker, la protagonista, la hija de una empleada doméstica es invitada al cumpleaños de la hija de la patrona de su madre. Su madre se opone a que vaya. Ella va y la pasa genial, se siente protagonista, ayuda en todo. Cuando termina la fiesta, en vez de recibir la sorpresita como el resto, le dan plata. La madre angustiada le reprocha querer cagar más alto de lo que le da el culo. Eso mismo es lo que reprocha Sarlo a Cristina, insistentemente. En cuanto a dónde vive, a cómo se viste y a su actitud irreverente

Las quizás ya olvidadas críticas de Clarín y La Nación a Messi, -antes de ganar la final y pasar al halago irrestricto- tuvieron menos que ver con el ya legendario andá payá bobo, que con su postura desafiante y las orejas de gigio, que supo hacer Riquelme a Macri. No sé si fueron desahogo o advertencia pero, creo, van en consonancia. Sarlo fue una gran intelectual, que asumió lecturas y posturas clasistas, en el sentido marxista del término, ahora, quizás moderada por la sociología de la cultura, sigue haciéndolo, pero en sentido político opuesto al de antes. La Nación se sabe, más que nunca, comisión directiva del club, Clarín, su mayor aportante. Si querés que te reconozcamos como ídolo y representante, no actúes como un negro de mierda, si no tenés clase, al menos disimulá. En ambos casos, claro está, no es una cuestión de color, ni de sangre, ni de plata, "de qué lado estás" dicen, "éstas son las reglas de este club", dicen. Quienes miran de afuera, con admiración, con devoción y aunque sepan que no van a ser invitadxs, también saben aceptar su lugar, por eso repiten con energía, con desagravio, compran blancura y aplauden. Para esa gente hablan, igual que los nuevos monstruos, para la gente que mira de afuera y acepta conforme lo que sea que se les ofrezca con tal que se castigue a quien no cumpla su parte. A los pocos que están adentro no les importa nada de esto.

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