Crean un ataúd “viviente” y ecológico hecho a base de hongos

¿Sabías que los seres humanos contaminamos aún cuando fallecemos? Para darle respuesta a esta problemática, una empresa holandesa creó un sistema de cajones biodegradables a los que llaman "féretros vivientes".

Factos: nuestros ritos mortuorios contaminan el planeta. Sin ir más lejos, el ataúd convencional tarda años en desaparecer y sus materiales generan que el cadáver alojado en su interior expulse una serie de toxinas al descomponerse que son contaminantes.

Según la empresa holandesa "Close the Loop" (en español, "cerrá el ciclo") es posible hacer una buena acción a favor del planeta incluso después de la muerte al optar por un “féretro viviente”, hecho a base de hongos, que facilita la descomposición rápida del cuerpo en su interior.

En ese ataúd, los mortales se convierten en abono para la naturaleza y se posibilita el enriquecimiento de la tierra gracias a los beneficios del micelio, una parte vegetativa de los hongos. Esto es una primicia mundial, según Bob Hendrikx, inventor del “Living Cocoon” (el primer protoripo de ataúd viviente), una idea que surgió en su laboratorio de la universidad tecnológica de la ciudad de Delft.

“Se trata de un ataúd que es de hecho un organismo fabricado con base en la estructura vegetativa de los hongos, los mayores recicladores de la naturaleza”, explica.

El féretro fue utilizado por primera vez en 2020, elegido como último habitáculo por una señora de 82 años cuyo cuerpo pasó a estar totalmente descompuesto en un lapso de 3 años. Ese mismo proceso dura más de una década en un ataúd clásico de madera. Y de hecho el ataúd viviente se descompone aún más rápido, entre 30 y 45 días, frente a los más de 10 años que necesitan las partes barnizadas y metálicas de un ataúd clásico para desaparecer.

La caja a base de hongos posibilita que el cadáver “siga el ciclo de la vida” sin “contaminar el medioambiente con las toxinas presentes en el cuerpo y todo lo que se coloca adentro”, precisa a la agencia AFP Hendrikx.

“Debido a nuestro estilo de vida moderno, el cuerpo humano promedio contiene 219 sustancias químicas que pueden poner en peligro los ecosistemas. Los métodos actuales de entierro pueden provocar la degradación del suelo y la contaminación de aguas subterráneas. En algunos cementerios, la calidad del suelo se puede comparar con la de un vertedero”, explica Loop en su página web, que se abre con un gran título que dice: “Seamos parte del ciclo de la vida”.

En cambio, con su invento, los hongos “descomponen nuestro cuerpo en nuevos nutrimentos para que la naturaleza se expanda”, señala el inventor.

“El micelio y los muchos microorganismos que se encuentran en el interior acelerarán el proceso de descomposición y neutralizarán las toxinas en la tierra, en nuestro cuerpo y enriquecerán la naturaleza”, agrega. Los desarrolladores afirman que ellos “no producen, sino que cultivan” ataúdes. El micelio crece por sí mismo hasta tomar la forma de un ataúd, en apenas siete días. Luego se seca de manera natural. El diseño es liviano y resistente y soporta hasta 200 kilos. La descomposición comienza cuando el capullo toma contacto con la humedad subterránea.

Hasta ahora, Loop se ha asociado a dos compañías funerarias holandesas de La Haya para la fabricación (o más bien cultivos) de estos féretros. Cada uno de ellos cuesta unos 1.250 euros (unos 1.500 dólares), pero se espera que los precios bajen en cuanto crezcan la producción y la demanda, de acuerdo con lo informado por el medio holandés Metronieuws.

Let’s enrich nature

El “Living Cocoon” tiene las dimensiones y la apariencia de un ataúd clásico, pero trae el color blancuzco característico del micelio. En el interior se coloca una capa de turba, desecho biogénico, para recibir el cuerpo del difunto y a los insectos. El invento de Hendrikx no es el resultado de una oscura fascinación por los ataúdes o el abono humano, sino simplemente el fruto del azar. Fascinado por los beneficios vegetativos de los hongos, construyó antes una “casa viviente” a base de micelio para su proyecto de fin de estudios.

Cuando un curioso le preguntó qué pasaría con el cuerpo de su abuela si lo dejaba dentro de esa casa viviente, Hendrikx reflexionó y tuvo la idea de un ataúd viviente. Y a la vez se dio cuenta de que era una forma de ganar algún dinero.

El próximo proyecto es crear un "Loop Forest": un parque que funcione no sólo como un cementerio para estos cajones, si no que reflexione acerca del ciclo de la vida y reinvente el vínculo de los seres humanos con los ritos mortuorios. Como para ir a tomar mates, ¿no?

Loop Forest™

 

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