Una fábula musical en la voz de Amorela

cintia amorela bertolino
Foto: Aldana Mestre

Cintia Bertolino debuta como solista con “Fábula Blanca” un trabajo versátil e impecable, que destaca por su sonido natural, su canto cálido y su exploración de sonoridades tradicionales y contemporáneas.

No sería feliz decir que “Fábula blanca”, el primer álbum solista de Cintia Amorela Bertolino, es un trabajo que la cantante le “debía” al público, así que nos quedamos con asegurar que es algo esperado por la audiencia desde hace tiempo. Como vocalista de Barro y del proyecto dirigido a las infancias que resumimos como Paquito, y también como invitada recurrente de prácticamente toda la escena santafesina, Cintia Amorela es una artista recontra probada que ahora también se manifiesta como líder y compositora.

“Amorela es un gran anhelo de mucho tiempo: dar a conocer las canciones que se me han manifestado, algunas hace más de 8 años, paralelamente a otros proyectos. La participación en diversos grupos musicales, teatrales y escénicos en diferentes propuestas artísticas colectivas ha sido siempre mi gran fuente de aprendizaje”, comenta la artista.

Algo muy presente y que cuadra muy bien con el perfil artístico de Amorela es la referencia a, digamos, “lo natural”. De hecho, “Por el espiral” es una apertura que nos ubica casi inmediatamente en un paseo por algún bosquecito y mucho de lo que ella nos va contando con su canto tiene que ver con el nacimiento de la vida silvestre (“nace” es la primera palabra que se pronuncia), con la danza del viento, con el rastro de un cometa en el cielo negro.

Sin miedo a errar, aseguramos que es un debut a la altura de lo que de ella se esperaba: con un sonido personal, técnicamente impecable y demostrando un canto versátil, cálido y, sobre todo, espectacular, que puede agrandarse hasta ocupar un teatro y achicarse hasta ser como el tintineo de una cucharita golpeando un pocillo. Tal y como lo hace en “Se pasa", que se va desarrollando desde el punto de vista de la mente de la propia cantante, en la que su voz interior parece estar divagando mientras sirve el té.

Buena parte del crédito se lo lleva el registro de Sonorámica, un estudio bastante conocido por los artistas santafesinos ubicado en Traslasierra, lugar ideal para grabar la Fábula Blanca. El piano, una voz que también se torna protagonista, no se encuentra en ningún estudio de la provincia, así que ese poroto también sumó a la hora del traslado. “Plegaria humedal” es el apartado en el que las teclas más se destacan.

Todas las canciones son inéditas, que no es poco. Las compuso Cintia Amorela Bertolino y las arregló su compañero de décadas, Franco Bongioanni, volviendo a destacarse por su versatilidad, por la exploración de sonoridades de instrumentos tradicionales pero también de chorros de agua y cucharitas, quebrando casi canción a canción con los barrotes de los géneros musicales. A todo esto, es importante también recalcar que el proyecto pudo concretarse gracias al Plan Fomento del Ministerio de Cultura de la Provincia de Santa Fe, convocatoria en la que resultaron ganadores.

“Hoy” habla sobre los efectos de una rutina “asfixiante” digitada por deadlines en el calendario y por las publicidades que nos saltan a los ojos todo el tiempo desde el celular y que, también, un poco nos van marcando qué será lo próximo que vamos a consumir. La instrumentación es clave en la construcción del clima tenso de fraseos trabados primero y de una liberación después muy palpable en el oído. Es como si los sonidos bailaran. Si el grupo no bailó mientras interpretaba esta canción, es que son más ilusionistas que intérpretes.

Así como marcamos lo “natural” como motivo de muchos de sus momentos, también están presentes la cotidianeidad y los asaltos existenciales, esos que durante los tiempos muertos del día nos invaden y nos hacen colgar la mirada hacia cualquier punto fijo parecen haberle dado marcha a muchos de los versos de Fábula blanca.

Caminatas por la orilla, álamos de plata y un fuego salvaje son algunas de las postales más fuertes que Amorela se reservó para la mitad del camino, para el track que da título al disco. Cada detalle del mundo puede convertirse en canción cuando el artista vive con las antenas paradas. En este tema (“Fábula blanca”) la protagonista saca un poco de su faceta de actriz y dota de teatralidad el trabajo convirtiendo haciendo que, más que una canción, esos 6 minutos sean de una performance, de una puesta en escena que demanda y atrapa con la misma fuerza que una película en pantalla grande y que un poco funciona como una síntesis del espíritu del disco.

La banda

Además de las voces, Cintia Amorela Bertolino firma en caja y percusión, así como las guitarras y ronroco los tocó Franco Bongioanni. Bajo y violoncello por Pilar Ferrando, piano y teclados Luciano Stizzoli y las baterías, glocken y vibráfono estuvieron a cargo de Jorge Mockert. Toda la banda, además, coreó y enriqueció la amplísima gama de sonidos, que también se amplió en cuerdas (el violín de Victoria Diaz Geromet, Lucila Belén Gerelli en viola y Cristian Bórtoli como contrabajista) y vientos (saxos alto, tenor y barítono, por Camila Lencina, Agustina Cortés y Fernanda Lagger, respectivamente).

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