Hugo Suppo: “Silvia tuvo un coraje extraordinario”

    A 14 años del asesinato de Silvia Suppo, víctima, testigo y querellante en causas por delitos de lesa humanidad en Santa Fe, su hermano la recuerda como una mujer valiente, que siguió su conciencia y buscó justicia.

    Con un documento falso, Hugo Suppo salió del país a principios de junio de 1977. Semanas antes se había escapado del Hospital Cullen, de Santa Fe, a donde los represores lo habían trasladado después de haberlo torturado. Se exilió en Brasil y nunca más volvió a vivir en la Argentina. Se doctoró en Historia, en Francia, y desde hace más de 20 años es profesor e investigador en la Universidad Estadual de Rio de Janeiro. En 2010, su hermana Silvia tenía el pasaje comprado para ir a visitarlo a París cuando la mañana del lunes 29 de marzo la mataron en su local comercial, en el centro de Rafaela. “Tuvo un coraje extraordinario. Habló y contó. Hizo lo que era necesario y nunca pensó que la iban a matar”, recuerda Hugo.

    En su adolescencia, Silvia y Hugo Suppo militaban con sus compañeros de la Escuela de Comercio, de Rafaela. En mayo de 1977 fueron detenidos y trasladados a Santa Fe, donde ambos sufrieron torturas. A Silvia la violaron, la dejaron embarazada y la obligaron a abortar. Décadas después, su testimonio, junto al de otras mujeres, sirvió para demostrar que la violencia sexual fue un delito de lesa humanidad en el marco del terrorismo de Estado durante la última dictadura cívico-militar. Silvia fue, además, testigo en la causa en la que se condenó al ex juez federal Víctor Brusa por crímenes contra los Derechos Humanos, en 2009. Y querellante en la Megacausa Rafaela, en la que se condenó a cuatro expolicías de Santa Fe, en 2018, en un juicio oral que no llegó a ver.

    Por el asesinato de Suppo la Justicia Federal condenó a prisión perpetua a dos jóvenes que lavaban autos en el centro Rafaela: Rodolfo Cóceres y Rodrigo Sosa. Los jueces consideraron que a Silvia la habían matado para robarle algo de plata y unos pocos elementos de su local comercial. Sin embargo, todavía falta juzgar y condenar a los autores intelectuales. La causa que investiga el móvil político sigue abierta, pero sin avances en el juzgado federal Nº 4 de Rosario, a cargo de Marcelo Bailaque.

    Desde Río de Janeiro, donde coordina el Centro de Estudios Internacionales Brasil-Argentina (Neiba), Hugo quiere hablar de Silvia. Porque le duele su ausencia y porque le duele la impunidad. Porque le da mucha bronca que le hayan arrebatado así a su hermana –su única hermana– y porque quiere que no pase nunca más. Pero también quiere hablar del futuro y de cómo hacer para salvar la democracia.

    —A 14 años del asesinato de Silvia, ¿qué pensás y qué sentís? 

    —En términos personales, como hermano, continua todo igual. Son cosas que uno no olvida ni perdona. Es triste porque hubo impunidad. Todos sabíamos que los sospechosos eran de la Policía provincial. Cuando fue la democratización se limpiaron algunas instituciones, como el Ejército. Pero no las Policías provinciales, que hacían el trabajo sucio. Los que nos secuestraron a nosotros eran policías provinciales, los canas de Rafaela. No era ningún coronel ni general. Es triste que no se haya llegado a los verdaderos culpables. (La Justicia) no devuelve la vida de Silvia, pero al menos es una compensación. Quizás estos tipos ya murieron y la vida se ocupó de ellos, pero yo preferiría otro final.

    —¿Creés que la impunidad en este y otros casos contribuye a que hoy tengamos un gobierno como el de Javier Milei?

    —Esto está pasando en todo el mundo. La democracia liberal está enferma en todo el mundo. Y hay que salvarla. El problema es la estrategia, cómo hacemos. La gente no cree más en las instituciones.

    —¿Y qué hacer ante eso?

    —No tengo la respuesta. Hay que buscarla, por eso estamos tan perdidos. Pero sé lo que no hay que hacer. Por ejemplo, usar conceptos antiguos para problemas nuevos. Eso es malo (…) Por ejemplo, caracterizar a Milei como fascista o de extrema derecha es incorrecto desde el punto de vista teórico. Milei es un populista. Y, como todo populista, no tiene una ideología clara. ¿Dónde viste un tipo de extrema derecha que use la palabra libertad en todo momento? ¿Dónde viste un tipo fascista que quiera abrir la economía y no tener ningún control del Estado? Es un ultraliberal en esas cosas. Entonces estos conceptos no sirven, nos confundimos todos. Por eso la izquierda pierde poder en todo el mundo y estos populistas están dominando. (…) Y los populistas de izquierda no han ayudado porque utilizan el paternalismo. Siempre de arriba para abajo, siempre asistencialismo. ¿Es necesaria la ayuda social? Sí, claro. ¿Pero no es mejor que la gente salga de esa situación?

    —Mencionaste la falta de cambios en la Policía, ¿cuánto considerás que pesa eso en la crisis en la que estamos hoy? 

    —Cuando uno ve, por ejemplo, la situación de Rosario, con la violencia y el narcotráfico, lo mínimo que podemos decir es que la Policía continua corrupta. Y una Policía corrupta se presta a cualquier cosa: a apoyar una dictadura, a hacer lo que sea necesario, porque es un Estado paralelo. Y en el fondo no hay ni siquiera ideología. Es una mafia. Y eso también es un tema de la democracia. Democratizar el control de la sociedad sobre estas instituciones es esencial. Sin Policía correcta no hay seguridad jurídica.

    —Como historiador, ¿qué lugar tiene la memoria social o colectiva en este intento de “salvar” la democracia?

    —La historia es siempre una historia de tiempo presente. Y uno va a buscar en el pasado respuestas a los problemas que tenemos hoy. Por ejemplo, siempre hubo mujeres, ¿pero por qué antes no se estudiaba su historia? Porque siempre hay un tiempo presente que nos lleva al pasado a buscar algunas respuestas. Vos hablaste de la memoria social...yo no creo mucho en eso, ¿existe eso en la cabeza de la gente? No sé, habría que estudiarlo mejor. ¿Qué están pensando hoy los argentinos? Bueno, por la forma en que votaron, me parece que quieren olvidarse del pasado y quieren ir para el futuro. No estoy juzgando si es correcto o no. Estoy intentando entender qué pasa por la cabeza de las personas. Sobre todo, de muchos jóvenes que votaron eso. ¿Por qué hay jóvenes que votaron un proyecto delirante como fue la campaña de Milei? Tenemos que hacer propuestas para el futuro porque hablar siempre del pasado no tiene eco.

    —¿Pero no creés que es necesario construir y mantener la memoria? 

    —Sí, claro. No estoy proponiendo olvidar. Es la obsesión con el retrovisor lo que me molesta. Eso no quiere decir olvidar. Estos hechos, como el de Silvia, hay recordarlos porque no pueden repetirse, nunca más. Pero tenemos que hacer propuestas para el futuro porque la gente está insensibilizada. Y el eco lo vamos a encontrar al proyectar hacia el futuro. Ahora bien, ¿cómo hacemos esto? Bueno, tenemos ejemplos históricos en el mundo y en la Argentina. Ya fuimos mejores. Por ejemplo, la escuela pública. La escuela a la que yo fui (en Rafaela) era muy buena. Pero hoy la escuela es un caos. Entonces, ¿cómo hacer para que sea buena de nuevo, si ya lo conseguimos una vez?

    —Volviendo a Silvia, ¿cómo quisieras recordarla?

    —Silvia era una chica fantástica, que cuando tuvo los hijos ya crecidos quiso librarse del peso enorme de no haber contado lo que le había pasado. Y tuvo un coraje extraordinario. Habló y contó. Hizo lo que era necesario y nunca pensó que la iban a matar. Ella con su conciencia y su coraje se enfrentó a estos tipos y pagó con la vida.

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