Voy buscando un oasis donde nadar

Diego Frenkel, Hilda Lizarazu y Leo García actuarán juntos el sábado 6 de abril en Tribus. En la previa, charlamos con el exlíder de La Portuaria sobre su música y su preocupación por la actualidad política.

Tres voces inconfundibles, las de Hilda Lizarazu, Diego Frenkel y Leo García se van a conjugar en Tribus Club de Arte el sábado 6 de abril desde las 21 en lo que va a ser un espectáculo de cuatro actos: uno por cada uno de los cantantes por separado y uno final en conjunto. Las entradas están a la venta en la boletería de Tribus (miércoles a domingo de 18 a 00) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).

“Con Hilda nos conocemos hace un montón de tiempo, desde cuando ella era fotógrafa y con Leo, la verdad, no hace tantísimo. Quizás hace unos diez años más o menos, empecé a invitarlo a cantar canciones mías. Pero, así y todo, la idea de estos shows juntos vino de Nelson, un productor amigo, que nos cayó súper bien, así que ensayamos, hicimos los primeros shows, lo pasamos bomba nosotros y también el público, la verdad que se armó algo hermoso”, dice Frenkel charlando con Pausa sobre esta incursión colaborativa.

En 2005, nunca está de más recordarlo, el mismísimo David Byrne le puso voz a “Hoy no le temo a la muerte” del disco Río de La Portuaria. “¿A quién más se podría invitar a cantar?”, le preguntamos a Frenkel: “¡Todavía tengo muchos nombres pendientes! Kevin Johansen y Juana Molina, te puedo decir así rápido”.

¿Qué es “actual”?

Entre Clap, su primera banda, La Portuaria, Bel Mondo y su faceta solista, Frenkel acumula una discografía de más de 20 títulos. Si algo puede decirse que tienen en común todos ellos es que son distintos entre sí: New wave, R&B, electrónica y hasta música para bebés y un libro de crónicas autobiográficas, A través de las canciones (Planeta, 2017).

La entrevista es más una charla de viernes por la tarde entre dos personas que están redondeando la semana, así que se divaga entre cómo fue hecho aquel disco casi todo instrumental de 2006 llamado Música para bebés (“fue como una experimentación que arrancó en el embarazo de mi segundo hijo, al que ya nacido le tocaba el piano y lo iba observando reaccionar”), pasando por la reconfiguración de eje que apareja la paternidad (“...y la maternidad, claro, te dirigen la creatividad y la líbido en el avance de tu familia; recién cuando fueron creciendo recuperé la capacidad de volar artísticamente porque no estaba concentrado tanto en ese cable a tierra que es la crianza de un hijo”) y llegando hasta este momento en el que León, el más grande, lo saluda y se va: “él es guitarrista, hasta hace poco tocaba en mi banda, es muy grosso y después le sigue Ringo, que tiene 18 y con el que también escuchamos música juntos desde que era chiquito. Con ellos nos vamos retroalimentando y nos vamos pasando bandas que nos gustan. De las contemporáneas me copan Peces Raros, Bestia Bebé… que ya tienen varios años, ¿viste? por ahí te preguntan por ‘lo actual’ desde una perspectiva medio absurda”.

Casi sin querer, se entra a reflexionar alrededor del apuro por actualizar todo, por la idea del consumo cultural on demand como sustituta del goce artístico y demases: “Esa noción de ‘consumo’ necesita hacerte sentir que lo que tenés es viejo, que es una moda que hay que dejar atrás para que el mercado pueda darte algo ‘nuevo’. Y cuando pasa todo tan rápido hay menos variedad, menos matices, se produce una reducción de calidad, se vuelve todo muy superficial y se pierde ese tallado artesanal que, a contrapelo de esto que decimos, es lo que el público muchas veces demanda: repasar los hits, reforzar ese clasicismo que tiene que ver con escuchar las canciones que te emocionaron en algún momento de tu vida. Entonces, como artista, hay que saber moverse entre ese doble filo de mostrar lo nuevo que hacés, sin dejar de lado tu recorrido anterior y, a la vez, sin repetirte. Eso lo aprendí de Spinetta y Bowie”.

“No van a poder”

Desde la campaña presidencial de 2023 hasta ahora, Frenkel aprovecha cada oportunidad para mostrar su preocupación por el devenir del país en general y del arte en particular: “Venimos de años de opresión, pobreza, una pandemia y sumale a eso que la gente votó a un gobierno ultra fascista que profesa una libertad económica para los poderosos mientras que la presión sobre el pueblo es brutal. A días del 24 de marzo, encima, se da este ataque a una militante de H.I.J.O.S. firmado por los libertarios. Cuando la realidad se presenta de esta manera, ser artista se hace mucho más difícil que de costumbre”, razona. Y resulta lógico: cuando no hay trabajo, cuando las deudas te pisan los talones y comer es un desafío diario, ¿quién puede invertir en disfrutar de un recital, de una película o un libro? El recorte no es solamente material, también nos quieren vaciar de felicidad.

Cierra Frenkel: “A ver, en uno u otro escenario, yo me las voy a arreglar, pero mi preocupación viene por los que están viniendo, por mis hijos, por los artistas emergentes. Quiero que ellos también tengan la posibilidad de hacer feliz a la gente con su arte y, en el fondo, estoy seguro de que lo van a lograr porque tenemos un plafón cultural increíble. Este es el país de Los Gatos y de Manal, de Mercedes Sosa, Borges, Cortázar, de Piazzola, Marta Minujín, el tango, la ciencia, ¡las comidas riquísimas! Es increíble que los gobiernos pretendan todavía ponerse en contra de esa identidad nuestra. Pero no van a poder.”

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