¿Qué tienen para decir las mujeres trabajadoras en este 8M? La respuesta estuvo, una vez más, en las calles.
Sobre San Jerónimo la multitud se acomoda para comenzar la movilización. En el centro de la Plaza del Soldado, la explanada solitaria da la sensación de que la convocatoria es reducida. Sin embargo, las personas apretujadas sobre el cemento indican algo diferente. 8M
Como no entran todas sobre el ancho de la calle, muchas permanecen sobre la vereda esperando que algún hueco microscópico les permita adentrarse en la columna que en minutos empezará a moverse. Por encima de la gente, banderas de diferentes organizaciones sindicales y movimientos sociales identifican a los presentes. Luego de reprogramar la manifestación por lluvia, Santa Fe marchó este lunes bajo la consigna "Hartas de Milei y Pullaro. Con nosotras y nosotres ¡NUNCA MÁS!”.
8M: Copar la calle
Como cada 8M la carteleada es abundante. “No me des un día. Dame mis derechos”, reclaman unas letras blancas sobre una pancarta violeta. “Nuestro grito viene de un corazón cansado de vivir con miedo”, se lee a lo lejos. “Sin trabajo no hay libertad”, ruega un tercer cartel.
Entre la gente, un guardapolvos se eleva colgado en un palo: “No llego a fin de mes”, dice en la espalda. Niñas, jóvenes, adultas y viejas, y algún varón que acompaña la moción, se reúnen en la calle para hacerle saber al gobierno de Javier Milei que no todo da lo mismo, que sobre los derechos conquistados no se retrocede y, sobre todo, que las mujeres y las disidencias no se quedarán calladxs.
Algunos minutos cerca de las 18, cuando el sol empieza a pegar ligero a la altura de las rodillas, la gente comienza a caminar en dirección a la Plaza 25 de Mayo. Una mamá lleva en brazos a una niña dormida, un corazón violeta adorna la mejilla regordeta de la infante. Unas chicas de entre 20 y 25 años sostienen letras que forman la frase “No pasarán”. En medio, una señora de sesenta y tantos baila entre risas, en su cuello un cartel dice “Soy jubilada”.
Entre los bombos, los silbatos y los bocinazos de aquellos impacientes indignados, las canciones de protesta no logran hilvanar sus letras pero encarnan el grito de la bronca de la marea verde y violeta. Cuando el reclamo individual adquiere matiz colectivo, el feminismo entiende la urgencia. Así se expresaría posteriormente en el documento consensuado por la Asamblea Ni Una Menos y leído durante el acto de cierre de la movilización, el cual denuncia la sistematización del ataque por parte del oficialismo a los derechos de mujeres y disidencias.
La presencia de los diferentes gremios docentes, de empleadas de la energía, de prensa, de trabajadoras del Estado, de obreras de correos y telecomunicaciones, de sanidad, así como de las diferentes cooperativas, marcan la esencia de un Día de la Mujer signado por la fuerza de la lucha de las trabajadoras.
Sofía, docente reemplazante y militante de Política Obrera, afirma: “Tanto en la provincia como a nivel nacional se está ejerciendo un ataque brutal a las condiciones de vida de las mujeres, de la disidencia y del conjunto de la clase obrera. El discurso de Milei es una cortina de humo hacia una política de ataque más integral”. Además, respecto a la gestión del gobernador Maximiliano Pullaro, agregó: “Vamos hacia una reforma constitucional que busca institucionalizar el ajuste e instaurar un régimen de ataque a los derechos laborales y sociales”.

No es lo mismo
Alrededor de las 19, la masa de gente se ve envuelta en un humo violeta que hace picar la garganta. De a poco, la caravana engulle la totalidad de la plaza. El escenario se ubica en frente de Casa de Gobierno y en el micrófono alguien advierte que aún falta gente por arribar a destino.
Delante del obelisco enano de la 25 un grupo de tres señoras charlan eufóricamente. Dos de ellas llevan el pelo teñido de colorado oscuro, la tercera tiene una cabellera plateada que brilla con los últimos rayos de sol. Su ropa actúa en composé con la protesta, llevan camisas y vestidos coquetos en tonos violáceos y verdes. “Históricamente las mujeres estamos condenadas a las tareas domésticas y de cuidado. Negar eso es negar la realidad y ser un hijo de puta”, dice Patricia, jubilada docente, con “cuarenta años de aporte y todas las horas completas”, según afirma su amiga María Elena. La tercera de ellas no dice su nombre pero asegura: “Soy jubilada y tengo que seguir trabajando porque no me alcanza la plata, tengo hijas que son chicas y que están estudiando y no consiguen trabajo. Es muy difícil llegar a fin de mes, teníamos antes un sueldo que si alcanzaba y hoy ya no”.
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Al ser interpeladas sobre la razón por la que deciden asistir a la marcha, Patricia toma el mando de la respuesta y es tajante: “Vengo porque Javier Milei no me representa ni garantiza mis derechos. Pullaro, con una Constitución que él llama 'no garantista', tampoco me genera seguridad ni psicológica ni cívica. Feminicidio es feminicidio, no un homicidio común. A los varones no se les ponen a hacer una paja al lado en el colectivo, pueden caminar por la calle y nadie le va a meter la mano en el culo, no van a pasar y les van a decir ‘nena, que lindas tetas que tenes’. Entonces, no es lo mismo. Yo ya soy vieja, no quiero eso para generaciones futuras”.
Ser mujer trabajadora
Cuando la luz natural del sol desaparece por completo, son pocas las personas que aún continúan en la plaza. Los puestos de comida empiezan a desmantelar sus gazebos, los convocados toman asiento en los costados de la plaza y muchos encaran hacia la parada de colectivos. Como de costumbre, el himno de la resistencia durante este último tiempo, “Fanático” de Lali, retumba en los parlantes.
Emilia, docente universitaria y empleada de la salud, y Mercedes, profesora y sonidista, permanecen firmes en el centro de la explanada. “Trabajo en salud mental con jóvenes y se han agudizado muchísimo las problemáticas por el desamparo y la retirada del Estado, la desfinanciación de los programas y eso va en detrimento del cuidado de la población. Estamos viendo muchísimas situaciones que se han recrudecido”, cuenta Emi. Al ser cuestionada sobre la accesibilidad de las mujeres a su campo de trabajo, ríe sarcásticamente: “Los que llegan a puestos jerarquizados son los hombres, cuando la mayoría de personas trabajando en salud son mujeres”.
Por su parte, Mercedes narra que ejerciendo como sonidista, una profesión que durante muchos años era exclusivamente para hombres, tuvo que “aprender a convivir con injusticias, violencias y maltratos por el solo hecho de ser mujer”. Además, agregó: “En mi trabajo las desigualdades en el acceso al empleo son muy importantes y sustanciales. En general se convoca a los varones, mientras que nosotras tenemos que presentar un montón de estudios para dar cuenta de que sabemos lo que sabemos. A los hombres nadie los cuestiona”.
Los testimonios de la movilización evidencian las problemáticas laborales que atraviesan las mujeres, siendo una de ellas la necesidad de ejercer diferentes empleos en simultáneo para poder alcanzar una calidad de vida adecuada. Estas dificultades se profundizan en los barrios. Así lo sostuvo Julieta de Red Puentes quien afirma: “Desde el lugar en que trabajo lo veo muy en crudo. Las pibas viven en la villa, en lugares muy precarios y salir a buscar el mango les es muy difícil. Incluso para mi que laburo 12 horas, desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche sin parar es súper complejo”.
Por otro lado, Lucre Dora, trabajadora de la cooperativa de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) afirma: “El salario que nos pagan es el mínimo y no nos alcanza. En mi familia estamos todos en la misma situación y la mercadería tampoco es suficiente. Con mis compañeras queremos llegar a un trabajo fijo”.
El inicio de semana se ve acalorado por los indignados gritones que no han podido frenar la movilización en ningún momento. Ni aquel tipo malhumorado en chancletas, que con su hijo de la mano se encargó de soltar insultos al aire en contra de las manifestantes. Ante la violencia sistemática, el feminismo opone resistencia. Queda rebotando entre el humo y la batucada, las palabras enojadas de Patricia: “Que se guarden de las fuerzas de la tierra, porque es acá, en este plano, donde estamos pidiendo justicia e igualdad de derechos”.