Con casi cuatro décadas de autogestión, fidelidad al vivo y letras que marcaron a varias generaciones, la historia de La Renga se escribe al margen del mercado y al calor de la ruta. Desde Mataderos a todo el país, su leyenda sigue sumando capítulos.
La historia de La Renga es, ante todo, una historia de convicciones. Desde sus su primera hora en el barrio obrero de Mataderos hasta su consagración como una de las bandas más influyentes del país, el trío supo mantenerse al margen del circuito comercial, apostando siempre a la autogestión, la mística del vivo y el contacto directo con su público.
Corría el año 1988 cuando Gustavo “Chizzo” Nápoli, Gabriel “Tete” Iglesias y Jorge “Tanque” Iglesias empezaban a quemar decibeles en bares, clubes y sótanos del conurbano bonaerense. El camino no fue inmediato, menos fácil. Durante años construyeron su base de seguidores a puro pulmón, en recitales donde el boca a boca valía más que cualquier campaña de difusión. A esa esencia se sumarían más adelante Gabriel “Chiflo” Sánchez (en su momento vientista de los Auténticos Decadentes) y Manuel Varela (discípulo de este), completando la formación que se transformaría en estandarte del rock argentino de fin de siglo.

Con títulos como como Despedazado por mil partes (1996),La esquina del infinito (2000) oDetonador de sueños (2003), la banda logró algo inusual: convertirse en fenómeno de masas sin pasar por los medios tradicionales. La historia de La Renga no tiene managers estrella ni portadas de revista: tiene ruta, tiene escenarios, tiene piel.
El vínculo con su público es otra de las marcas indelebles del grupo. En cada recital, ya sea en Capital, el interior del país o ciudades limítrofes, La Renga convoca multitudes sin más respaldo que su propia trayectoria. No hay gira sin caravana, no hay caravana sin canciones que sirvan de manifiesto: “Panic Show”, “Veneno”, “El final es en donde partí”, “La razón que te demora”… clásicos que no solamente acompañan sino que, muchas veces, guían la filosofía de vida de los mismos de siempre.
Lejos de anclarse en su época de grandes hits, siempre siguieron trabajando en material nuevo. Su más reciente álbum, Alejado de la red (2022), es prueba de una banda que aún tiene algo para decir, sobre todo porque no se desentiende ni reniega de la realidad que la circunda. Grabado de forma independiente -como siempre- y distribuido por canales propios, el disco mantiene viva esa lógica autogestiva que marcó toda la historia de La Renga.
La coherencia también se expresa en sus decisiones fuera del estudio. A lo largo de los años, la banda supo plantarse y rechazó contratos que ponían en juego su libertad artística, ha defendido la gratuidad de ciertos eventos masivos, y ha sido crítica del rol de algunos medios en la demonización del rock y su cultura. No por nada sus recitales suelen cerrar con un mensaje claro: “El que no salta es un botón”.
A punto de cumplir 40 años como grupo, La Renga no detiene su motor, como les estará dictando el Carpo (uno de sus grandes compinches) desde algún lugar de la eternidad. La gira Totalmente Poseídos, que recorre el país y acompaña el lanzamiento del documental del mismo nombre, reafirma que el proyecto sigue en movimiento. El próximo recital en Santa Fe, el 31 de mayo, será parte de ese nuevo capítulo.
Pero para entender lo que ese show significa, hay que mirar el recorrido. La historia de La Renga es también la de miles de personas que encontraron en sus letras una forma de entender el mundo. Una historia de guitarras, de resistencia, de comunidad.
Una historia que —sin pedir permiso— se convirtió en leyenda.
La Renga en Colón
La banda se presentará el sábado 31 de mayo a las 21 h en el Estadio Brigadier López del Club Atlético Colón, en la ciudad de Santa Fe. Las entradas están a la venta en entradas.arteinfernal.com y en puntos físicos seleccionados. Se recomienda adquirirlas con anticipación, ya que se espera una convocatoria masiva.