Algunos eran muy simples, pero otros eran verdaderas maravillas interactivas con animaciones, material detrás de escena o comentarios de los directores. Una página web los recopiló a todos para la posteridad.

Hoy en día, la vida sin las las plataformas de streaming y su contenido on demand nos parece casi inimaginable. Sin embargo, hasta no hace mucho tiempo, elegir en treinta segundos qué película vamos a ver mientras tu pareja va a recibir la pizza de manos del delivery no era una posibilidad.

Ya se trate de un VHS o del más moderno DVD, ya sea una copia oficial o una versión pirata comprada en la vieja Plaza Alberdi con la portada impresa en Comic Sans, ir a alquilar una película era una experiencia en sí misma. Luego de repasar minuciosamente el catálogo disponible, y tras una instancia a veces tensa de negociación intrafamiliar, elegías la película y la llevabas a tu casa como un tesoro.

Una vez allí, mientras escuchabas cómo el maíz pisingallo empezaba a explotar, ponías el DVD en el aparato y aparecía algo que los centennials ya no conocieron: el menú de inicio. Algunos eran muy simples, pero otros eran verdaderas maravillas interactivas con música, animaciones, material detrás de escena o comentarios de los directores.

Una página web los recopiló a todos para la posteridad. Claramente no están todos, pero sí muchos, una cantidad inmensa de menúes de DVD's recopilados para que vos y yo podamos colgarnos tres horas un domingo a la tardecita mientras Sturzenegger repasa en su casa qué empresas del Estado va a vender a precio vil la semana siguiente.