Un estudio reveló altos niveles de contaminación en cursos de agua que desembocan en el Río Paraná. El arroyo Las Conchas presenta la concentración de glifosato en sedimentos más alta en toda Sudamérica. Dialogamos con Ana Cuzziol Boccioni, una de las investigadoras.
Un estudio realizado por especialistas del Conicet, la Universidad Nacional del Litoral, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y el Instituto Nacional de Limnología reveló niveles récord de contaminación en arroyos de Santa Fe y Entre Ríos que desembocan en el Río Paraná.
El informe reveló la presencia de agroquímicos y efluentes cloacales e industriales en los arroyos Las Tunas, Espinillo, Crespo y Las Conchas. Este último presenta la concentración de glifosato en sedimentos más alta en toda Sudamérica, con 5002 microgramos por kilo. Ensayos realizados con renacuajos del sapo Rhinella arenarum en muestras de Las Tunas y Crespo dieron cuenta de una tasa de mortalidad del 100% en 24 horas, además de aguas con coloración negra, olor pútrido y niveles de escherichia coli miles de veces por encima de los valores permitidos.
Para los investigadores, el estudio demuestra la "alarmante degradación ambiental" producto de la actividad agrícola e industrial y la necesidad de "prácticas sustentables y controles gubernamentales severos para proteger y restaurar" los arroyos.
La investigación fue publicada el 20 de junio pasado en la revista científica Water Environment Research y se titula “Impacto ecotoxicológico de la agroindustria en los arroyos de una cuenca sudamericana: renacuajos anfibios como indicadores de salud ambiental”. Participaron de la misma Ana Cuzziol Boccioni, Rafael Lajmanovich, María Rosa Repetti, Andrés Attademo, Cristina Zalazar, Agustina Manassero, Karen Russell-White, María Lancelle, Ayelén Muchiutti, Evelina León, y Paola Peltzer.
Una sorpresa no tan sorpresa
En diálogo con Pausa, la doctora en Ciencias Biológicas Ana Cuzziol Boccioni, una de las investigadoras que produjo el estudio, puso de manifiesto el carácter alarmante de los resultados y la urgencia de que las distintas instancias gubernamentales tomen cartas en el asunto.
—¿Cuándo y cómo se desarrolló el estudio?
—El trabajo surgió desde el Laboratorio de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la UNL, e implicó el trabajo no solo del equipo de laboratorio, sino de varios profesionales de otros laboratorios y otras áreas de la universidad y del Conicet. Fue un muestreo que hicimos a fines del año pasado e incluyó cuatro arroyos de la cuenca que terminan desembocando en el arroyo Las Conchas, de una zona con áreas cultivadas y también industrial. Las Conchas alberga el Parque General San Martín o Parque Rural Enrique Berduc, que está en vistas de ser declarado un sitio Ramsar, una reserva natural que uno espera que justamente reúna toda las condiciones para proteger nuestra fauna y flora. Y nos encontramos con esta sorpresa, no tan sorpresa.
—Eso te iba a preguntar, ¿les sorprendieron los resultados, o ya los esperaban?
—No, la verdad que el resultado más alarmante son estas concentraciones súper altas de glifosato en sedimentos, no lo esperábamos. Sí encontrar muchos otros resultados en los otros arroyos, uno va al lugar y ya hay un olor nauseabundo, coloración bastante anormal. En el Crespo la coloración es rojiza, algo para nada natural, que debe estar asociado a todos los desechos de las industrias, de los feedlots que que están alrededor. En Las Tunas también la coloración es negruzca, las fotos hablan por sí solas. Así que en esos arroyos uno ya esperaba encontrar algo rar, por las propiedades organolépticas de las muestras.
—¿Vos decís que esto también tiene que ver con desechos de las industrias?
—Sí, la realidad es que no medimos desechos industriales en sí mismos; sí evaluamos otros parámetros físicoquímicos asociados, por ejemplo, a la concentración de amonio, pH, oxígeno disuelto, que dan cuenta de cómo está el agua. Para estos parámetros hay valores estándares que son considerados óptimos para la protección de la vida acuática, y la mayoría de los arroyos están por fuera de esos límites. Así que si bien no detectamos cosas puntuales de las industrias, dos más dos es cuatro: están cerca y están arrojando cosas ahí.
—¿Qué consecuencias puede traer esto para la vida, la biodiversidad y el ambiente?
—Es complicada la respuesta porque hay muchas cosas que considerar. Lo que hicimos en el trabajo es evaluarlo a nivel de laboratorio. Tomamos las muestras reales que tienen un montón de cosas, no solo los pesticidas, y todo ese cóctel lo evaluamos en anfibios que, son considerados indicadores de la salud ambiental porque tienen ciertas características que permiten detectar tempranamente los problemas que pueden estar ocurriendo también en otras especies; y son también modelos ecotoxicológicos, porque son fácil de criar en laboratorio y se pueden observar los cambios a un tiempo considerable. Lo más alarmante que encontramos es la letalidad del 100% usando muestras puras de los arroyos Crespo y Las Tunas. Para hacerlo más gráfico: estos renacuajos se mueren, o sea, en el sitio es imposible que puedan estar viviendo. Es es una realidad bastante fuerte, ves el color de la muestra y es difícil que algo esté viviendo ahí: prácticamente pareciera una zanja, un desagüe. También vimos otros efectos subletales como alteración de las hormonas tiroides, que modulan la metamorfosis en anfibios; efectos a nivel neurotóxico, hay alteraciones de enzimas claves en la transmisión del impulso nervioso; también genotoxicidad, a nivel de daño de ADN; y a nivel cardiotóxico alteración del ritmo cardíaco.
—¿En qué instancia te parece que falla el control estatal frente a estas prácticas del agronegocio? ¿Es una cuestión que tiene que ver con la normativa, con la implementación, o con ambas?
—El principal tema es que este es un problema silencioso y a largo plazo, entonces quizás no se le da la importancia porque no están viendo realmente el efecto, y es complejo, porque incluye actividades que son el sustento de la población. El agro y la industria son actividades muy fuertes. Pero me parece que es necesario rever las regulaciones para la industria en cuanto al tratado de desechos y los límites de aplicación de los pesticidas. Y también hacerlas cumplir, no solo instaurar leyes o reglamentaciones que después no se cumplan. Es un poco de las dos. Esto está afectando a la salud, no solo de los animales, sino del ambiente en general y de la misma población humana. Porque recordemos que en estos arroyos hay gente pescando. Imaginemos que esos peces están recontra cargados de pesticidas y se están consumiendo. La gente está en la playa nadando, remando, está en contacto directo con esta agua.
Hallaron glifosato y otros agroquímicos en los peces muertos en el río Salado
—El agua que se consume, ¿también tiene algo que ver? ¿O no proviene de estos lugares?
—No, las tomas de agua pueden estar alejadas, si bien esto puede confluir hacia cauces más grandes que estén asociados. Nos pasó en un estudio previo acá en Santa Fe, en el arroyo Los Troncos hay un canal que está asociado a varias industrias lácteas que arrojan desechos al canal. Allí medimos y vimos la presencia de varios herbicidas, pesticidas, insecticidas, fungicidas, y eso desemboca unos 600 metros arriba de la toma de agua de Desvío Arijón. No sería nada raro. Es algo plausible de seguir investigando.
—Sí, porque además si en toda la Pampa húmeda se dan estas prácticas del agro y fallan las instancias de control, podría inferirse esto también.
—Exactamente, es una zona con mucho impacto agroindustrial y el hecho de encontrar esta concentración en una misma reserva nos da cuenta de cuán grande es la contaminación difusa que hay, porque no es que se esté arrojando y aplicando todo ese glifosato dentro de la reserva, sino que todos los alrededores van escurriendo y terminan llegando a ese lugar.
—¿Cuán oscuro es el panorama que enfrenta la población si estas prácticas no cesan, y si estos estudios siguen siendo ignorados?
—Lamentablemente es una bola de nieve, o una bola de de pesticidas, si se quiere, porque la aplicación en el campo tiene sus repercusiones sobre los mismos cultivos. Mientras más se aplican herbicidas, hay muchos muchas plantas que ya son incluso resistentes al glifosato. Entonces se empiezan a desarrollar más productos con más resistencia resistencia apilada a glifosato y a glufosinato, por ejemplo. Hicimos un trabajo que demuestra que el glufosinato es mucho más tóxico que el glifosato y la mezcla de ambos es aún peor. Esto representa un riesgo mucho más prominente para toda la comunidad, para todo el el ecosistema.
—¿Han tenido diálogo con alguna instancia gubernamental a raíz de este estudio?
—No, no. El estudio salió hace muy poquito y generalmente estas cuestiones tardan en trascender. Lamentablemente no creo que se acerquen a mostrar interés en solucionar algo. La idea no es crear alarma, pero entristece muchísimo encontrar este dato tan terrible en una reserva que se está tratando de declarar sitio Ramsar. Encontramos esto para que se tomen cartas en el asunto, para que se tome acción no solo en la reserva, sino en todo lo que hay alrededor. No queda otra, estamos complicados.