El sábado pasado, El Birri vibró con la quinta edición del Festival Repelente. Bajo el sello de la autogestión, las bandas de la ciudad siguen demostrando que aun existen recitales por fuera de las stories, y que Santa Fe suena mejor que nunca.
Por Victoria Gómez Walter y Octavio Gallo.
Quizás debido a la superpoblación de mosquitos en territorio santafesino, solemos asociar el término “repelente” con el producto que aplicamos sobre la piel para disuadir a los insectos de posarse en ella, mejor conocido por su nombre comercial Off. Repeler, en este caso, refiere a la acción de “rechazar, hacer retroceder o apartar lejos de sí”, lo que, por efecto transitivo, permite asociar el adjetivo “repelente” a sus sinónimos “repulsivo” y “repugnante”.
Sin embargo, el diccionario entrega otra acepción de “repelente”: “que arroja, lanza o echa de sí algo con impulso o violencia”.
Hoy, en el Centro Cultural y Sensacional El Birri, hogar de todas las fantasías de esta ciudad, cientos de cuerpos sienten en simultáneo una energía esencial, arrojando de sí con impulso o violencia algo a la vez que esa misma fuerza se disuelve, se recompone, de afuera hacia adentro, de adentro hacia afuera, una y otra vez. El fenómeno acontece –sigue aconteciendo - en uno de los planos del infinito, mientras afuera el viento brama, la noche se tiñe de violeta y anuncia una tormenta que nunca llega.

Tire cinco, tire dié
El sábado pasado tuvo lugar la quinta edición del Festival Repelente en el Centro Cultural Birri. Y hablar solo de la noche del sábado es no hacerle justicia al trabajo arduo y colectivo que, durante meses, tuvo involucrados a los artistas encargados de su organización.
Repelente Discos nace en el año 2011 como sello que nuclea a músicos de la escena alternativa de la ciudad. A lo largo de estos años, además de discos, difusión y presentaciones, ha organizado de forma casi bienal el festival que condecora todo el laburo realizado: el Festival Repelente.
Esta, la quinta edición, guardó similitudes con las anteriores. El festival contó con un “lado B” en el hall del Birri, en el que encontramos una feria de editoriales independientes, emprendimientos gastronómicos, prendas con personalidad de la mano de Tinta, afiches de películas por el cine América, CDs y vinilos por parte de Dylan Disquería y La Grieta Discos. Y, además, el merch del propio Repelente: remeras, pins, stickers, discos, fanzines, todo coronado con una caricatura de Milei gigante a la que se le pueden tirar dardos. Claro que los feriantes tienen algo en común entre sí, con El Birri y con Repelente: la resistencia y la reinvención de lo autogestivo, lo extravagante, lo original, lo contracultural.
En el lado B también hubo proyecciones especiales y allí se anunciaron los avisos previos a las presentaciones de las bandas en los interines que hubo entre ellas. Esta forma divertida de resolver los baches la han bautizado Antena Repelente. Las proyecciones también acompañaron la musicalización con curaduría de Santiago Candioti —repelente de la primera camada— y de Somos Rapto, revista cultural rosarina.

Un fuego
Los encargados de abrir la noche fueron Emmanuel Bayúgar Trío, un electro trío que nos hizo entrar en clima en lo que prometía ser un nochón. Los últimos serán los primeros y los primeros también serán los primeros, como Emmanuel Bayúgar, y su osadía de capturar nuestra atención en la apertura a través de sonidos del avant pop y dub rock.
En los intervalos que se dieron entre banda y banda, aprovechamos para comprar bebidas y algo para comer. El buffet, como siempre, estuvo a cargo de la gente del Birri, con precios absurdamente baratos y populares para darle un poco más de alegría a una noche especial.
Luego, Zorro de Estrellas y su electro pop nos mantuvieron alienados y danzantes. Un trío talentoso con melodías que te transportan junto a la increíble voz de Valeria Andelique.

Adentro la sala también vibra bajo luces violetas. Emma despliega sus sonidos laberínticos y hace el aire zigzaguear como una serpiente en el desierto. La serpiente desaparece y aparece el zorro, como en El Principito, Zorro de Estrellas sobre la arena tecnológica. “Quizás si hiciéramos un fuego”, se pregunta Valeria, y Mogulex responde con un ruido tan potente y espléndido que lo quema todo.
Como de costumbre, la única parte en la que se entiende la letra es cuando Eme de Melissa sube al escenario. Hace un rato le compré un numerito para el sorteo, y al mismo tiempo en la pantalla pasaba el videoclip de Artemisa; la autogestión es un poco eso, todos haciendo un poco de cada cosa, todo el mundo haciendo todo y al mismo tiempo.
Me cuelgo mirando las remeras, los fanzines, los discos, los vinilos que no voy a comprar. Le tiro un dardo a Milei y le erro por mucho. Después tira Cande, que cuando entramos disoció y pensó que sorteaban un repelente, y le da un poco más cerca. Después tiro yo de nuevo y le clavo el dardo en el ojo: aunque el blanco (que es rojo) no estaba ahí, igual estoy contento con el resultado. Un ratito después una chica da en el blanco de una: es la primera que acierta.

Música del futuro
Difícil poner en palabras el punto de inflexión que significó Mogulex. Con una furia avasallante comenzó su presentación y no dejó cuerpo sin interpelar. Danza y noise; noise y danza. Diversión asegurada capitaneada por este dúo poderoso que sumó invitados a algunas canciones, hizo guiños y chistes al público y sacará su primer disco —por el sello discográfico Repelente, más bien— muy pronto.

La cuarta banda anfitriona de la noche fue Ex Boquita. Este power trío vive en una suerte de metamorfosis —antes fueron “Boquita"— y no deja de reinventarse. Su propuesta, una entretenida fusión de pop y electrónica. Ex Boquita es música pero le interesa explotar lo conceptual, crear su propio lenguaje. Sus tres integrantes llevaban chombas del supermercado Delca: uniformados como un divertido gesto de lealtad a quienes se hacen eco de las propuestas culturales de la ciudad.
La última banda de la noche, Anajunno, fue una justa forma de dar cierre al festival con sus canciones de dream pop y shoegaze interpretadas por las encantadoras voces de Victoria Rittiner y Alexis Hohnstein.
Y fue con Anajunno también que reflexionamos sobre algunas cuestiones. La mayoría de sus integrantes tienen otros proyectos musicales en simultáneo. La esencia de Repelente está atravesada por lo gregario, por yuxtaposiciones, por formas distintas de habitar la música, los espacios, las grupalidades de Santa Fe.
Disfrutamos ser parte de estos festivales porque hay una conciencia colectiva y una corazonada de estar viviendo un gran momento en lo que a la cultura respecta. Victoria, la vocalista de Anajunno, lo dijo con claridad al cerrar el festival: “Aguante la autogestión, aguante la familia repelente y la mucha gente que bancó cuando hay cosas intensas sucediendo hoy en la ciudad”.

Un festival sin stories
EXBOQUITA se escribe en mayúsculas porque suena en mayúsculas: poderoso, etéreo, efervescente como una Estambul de vidrio. “La efervescencia de un momento extraordinario”, decía la remera de Estambul que tenía puesta el Santi más temprano, ahora están todos vestidos con ropa del Delca. Hace un rato compartimos un porro con el Fran, me contó de una película que quiere hacer, me dijo que estoy re loco y yo le dije que él también y hablamos de la identidad y de hasta qué punto uno se diseña a sí mismo y ahora mi mente vuelve a ese momento antes de que toque EXBOQUITA, que yo ya sabía cómo iba a sonar, pero no, porque cada vez es distinto, el futuro nos hará resplandecer, y cuando termina el show yo justo estoy filmando al Santi que se tira al suelo y se levanta y le da un beso a Gero en la cabeza y mientras empiezan a agradecer yo hago un acercamiento y termino en la lata de birra que está en el piso al lado del micrófono y pienso que yo también acabo de hacer una película que dura 40 segundos y se ve para la mierda.
Es el único video que grabé en toda la noche. Casi no se ven celulares grabando, la gente cierra los ojos y baila. Todavía es posible un festival en vivo y no en diferido, todavía es posible vivir por fuera de la story, todavía es posible vivir con los ojos cerrados. Con los ojos cerrados Anajunno suena aun mejor, un dream-pop intangible que se desliza en los oídos como la miel en la tostada, como la luz del día en la habitación a la mañana. Mañana a la mañana voy a escuchar Anajunno, pienso, el próximo festival tiene que ser a la mañana, pienso, el próximo festival tiene que ser mañana, pienso, el próximo festival tiene que ser mañana, el próximo festival tiene que ser mañana, el próximo festival es mañana.
El próximo festival es mañana.








