Pablo Mainer y la representación de la comunidad LGBTIQ+ en el Concejo

pablo mainer

Con una agenda marcada por la defensa de la inclusión, la convivencia y los derechos humanos, Pablo Mainer se convirtió en el primer concejal en declararse abiertamente como parte de la comunidad LGBTIQ+.

En un momento de ataque directo y retroceso en materia de derechos para las minorías y la comunidad LGBTIQ+ en Argentina, la presencia de referentes en los espacios de decisión política se vuelve más que crucial: es una urgencia democrática.

Pablo Mainer, concejal de la ciudad de Santa Fe que asumió su banca en julio de este año en reemplazo de Leandro González, es un dirigente social y político con una trayectoria marcada por la inclusión, la convivencia, la educación y los derechos humanos. Mainer, quien hace historia al ser el primer concejal en la ciudad de Santa Fe en declararse abiertamente como parte de la comunidad LGBTIQ+, rompe así un techo de cristal.

La narrativa pública, marcada por discursos que intentan socavar los avances logrados y la eliminación de áreas clave como el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, necesita contrapesos. Allí figuras como las de Mainer no solo representan un asiento más, sino una perspectiva vital en la mesa donde se definen las políticas públicas.

Estar y representar

Todavía hay quienes preguntan para qué sirve que una persona LGBTIQ+ ocupe una banca. La respuesta es simple: para garantizar que las leyes y las políticas públicas se hagan con y para toda la sociedad, incluyendo a quienes históricamente han sido marginados o invisibilizados.

Desde la visión de Pablo Mainer, la misión es "usar la política para que las cosas pasen y mejoren la vida de la gente" y construir un espacio que "escuche, que conecte y que construya". Apunta a que su presencia no sea solo simbólica sino funcional a la democracia.

"La representación directa en los cuerpos legislativos asegura varias cosas", señala Mainer. "Por un lado la perspectiva de primera mano: solo quien vive la realidad de una minoría puede identificar las barreras y sesgos en las normativas existentes y proponer soluciones con una profunda empatía"

Un ejemplo claro de esto, según el concejal, es la defensa de la Ley de Identidad de Género frente a intentos de desfinanciamiento o anulación, o la lucha por recursos para víctimas de violencia de género.

"El contrapeso discursivo también es importante, porque frente a ataques como los pronunciados en foros internacionales por el presidente Milei, o proyectos de ley que buscan eliminar derechos adquiridos, las voces diversas en la política son las que tienen la potestad de interpelar, denunciar y frenar el retroceso", indica Mainer.

El concejal también indica que uno de sus objetvios es poner a la "educación, la convivencia y los vínculos humanos en el centro de todo". "Quienes han debido luchar por su lugar en el espacio público, tienden a priorizar políticas de respeto, inclusión y bienestar, temas cruciales para su público objetivo, los millennials que buscan un nuevo equilibrio en la crianza y el trabajo", señala.

Un puente entre lo social y la banca

La trayectoria de Mainer, forjada en el trabajo en red desde organizaciones sociales como Hablemos de Bullying (dedicada a la prevención del acoso escolar) y su rol como vocero de Argentinos por la Educación, le da un diferencial clave: no da el perfil del político tradicional.

Se considera "un gestor de consensos que viene del territorio", lo que le permite entender y abordar problemáticas complejas como la convivencia en crisis o la soledad en la crianza, necesidades que su público objetivo pide resolver.

Su visión es construir "comunidades más unidas, empáticas y activas", y para eso, entiende que su banca se convierte en el puente necesario para que esa visión de trabajo en red y con propósito —lo social, lo educativo y lo político— se convierta en la norma y no en la excepción.

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