Son menos de 60 mil personas, y la tendencia se acelera: desde la década del 90, su riqueza creció casi el doble que la de la mitad más pobre de la población. Así lo revela un informe del Laboratorio de la Desigualdad Mundial.
El 10% de la población mundial con mayores ingresos gana más que el 90% restante, y el patrimonio del 0,001% más rico -menos de 60 mil personas- triplica al de la mitad del planeta. La tendencia se acelera: desde la década del 90, la riqueza de los multimillonarios creció casi el doble que la de la mitad más pobre de la población.
Así lo revela el tercer Informe sobre la Desigualdad Global del Laboratorio de la Desigualdad Mundial -los anteriores fueron publicados en 2018 y 2022-, que analiza el fenómeno en relación a diversas dimensiones: el cambio climático, las disparidades de género, el acceso al capital humano, las asimetrías del sistema financiero mundial y las divisiones territoriales.
"El resultado es un mundo en el que una pequeña minoría ejerce un poder financiero sin precedentes, mientras que miles de millones de personas siguen excluidas incluso de la estabilidad económica básica", resalta el texto.
En relación a la intersección entre clima y riqueza, el reporte señala que el 10% más rico es responsable del 77% de las emisiones globales de carbono asociadas a las propiedades de capital privado, mientras que la mitad más pobre representa solo el 3%. Además, quienes menos emiten son también los más expuestos a las crisis climáticas.
Por otro lado, al estudiar las desigualdades de género, el informe indica que las mujeres siguen trabajando más y ganando menos que los hombres. Ellas ganan solo el 32% de lo que ganan ellos por hora trabajada; y aun si no se tiene en cuenta el trabajo doméstico no remunerado, perciben solo el 61% en comparación a los hombres. Esto a pesar de trabajar un promedio de 53 horas por semana frente a las 43 de la población masculina.
Además, el reporte revela cómo el sistema financiero mundial refuerza la desigualdad: cada año, alrededor del 1% del PIB mundial fluye de los países más pobres a los más ricos, a través de transferencias netas de ingresos extranjeros asociadas con rendimientos excesivos persistentes y pagos de intereses más bajos sobre las deudas de los países ricos. Una persona promedio en América del Norte y Oceanía gana trece veces más que alguien en el África Sub-Sahariana, y tres veces más que el promedio mundial.
"Mientras que las potencias coloniales extraían recursos para transformar los déficits en superávits, las economías avanzadas de hoy en día logran resultados similares a través del sistema financiero", sintetiza el texto.

¿Cómo reducir la desigualdad?
El informe afirma que la fiscalidad progresiva, y en particular las transferencias redistributivas, han reducido significativamente la desigualdad en todas las regiones. Sin embargo, estas políticas enfrentan ciertos obstáculos, tales como la desigualdad global en el acceso al capital humano y la evasión impositiva por parte de los ultraricos, que pagan proporcionalmente menos que la mayoría de los hogares.
"La tributación progresiva es crucial", destaca el texto: "no solo moviliza ingresos para financiar bienes públicos y reducir la desigualdad, sino que también fortalece la legitimidad de los sistemas fiscales al garantizar que quienes tienen mayores recursos contribuyan con su parte justa".
Otras formas de reducir la desigualdad según el Laboratorio de la Desigualdad Mundial son la inversión pública en salud y educación, los programas redistributivos, el avance de la igualdad de género, las políticas que reconocen y redistribuyen el trabajo de cuidados no remunerado, las subvenciones climáticas, los impuestos sobre el consumo de lujo y las reformas en el sistema financiero mundial.
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